El santuario celta del dios Berobreus y sus 130 altares
El Instituto Arqueol¨®gico Alem¨¢n y la Universidad de Santiago de Compostela reconstruyen la peregrinaci¨®n que hasta el siglo III realizaban los pobladores galaicos hasta un castro de Pontevedra
Los primeros pobladores llegaron al monte do Facho, una loma de 180 metros de altura pegada al mar de la pen¨ªnsula de O Morrazo (Pontevedra), a finales de la Edad del Bronce (unos 1.000 a?os a. C). Avanzada la Edad del Hierro (despu¨¦s de mediados del primer milenio a. C), sus ocupantes levantaron en la cima un castro (poblado celta de casas circulares), que se mantuvo hasta el siglo I, cuando sus habitantes fueron trasladados a la fuerza por Roma a otros enclaves en tierras bajas o en la l¨ªnea de la costa. Sin embargo, no fue el fin de O Facho, porque en el siglo III, sobre las mismas ruinas del castro, se volvi¨® a erigir un santuario dedicado al dios galaico Berobreus, al que se ped¨ªa protecci¨®n y salud. Ahora, el estudio Altares votivos dedicados al dios lar Berobreus en el monte do Facho arroja ¡°luz sobre las creencias y pr¨¢cticas religiosas en la Gallaecia tardoantigua¡±. Las dos terceras partes de los 130 altares hallados ¨Dtodos con diferentes decoraciones y distintas alturas¨D contienen la siguiente inscripci¨®n: ¡°Deo Lari Bero Breo Ara(m) Posvi Pro Salute¡± [Dar las gracias al dios Berobreus por haber preservado la salud y la vida]. ?Por qu¨¦?
Los arque¨®logos Thomas Schattner, del Instituto Arqueol¨®gico Alem¨¢n, y Jos¨¦ Su¨¢rez Otero, investigador de la Universidad de Santiago de Compostela, han determinado en su estudio que la visita en la antig¨¹edad a este monte no era el resultado de una decisi¨®n espont¨¢nea. El elevado n¨²mero de altares encontrados demuestra una importante afluencia de peregrinos, provenientes de una villa romana cercana, de dos zonas industriales de salaz¨®n en Pint¨¦ns y Nerga, y de un asentamiento estable (vicus) a los pies del monte. Adem¨¢s, en la pen¨ªnsula de O Morrazo se han constado tambi¨¦n importantes ocupaciones tardorromanas en Bueu y, al otro lado de la r¨ªa, en el actual Vigo. ¡°Estamos ante episodios de peregrinaci¨®n que se podr¨ªan hacer por tierra o por mar, por el sur, a trav¨¦s de la r¨ªa de Vigo y pasando por el vicus inmediato, o por el norte, por la r¨ªa de Pontevedra, desembarcando en la actual aldea de Vilanova, donde se constata la existencia de una necr¨®polis coet¨¢nea¡±, explica Su¨¢rez Otero.
Estos caminantes, nada m¨¢s llegar, realizaban una ofrenda que ¡°consistir¨ªa en la colocaci¨®n de un altar o en la b¨²squeda de uno ya existente y al que estaban vinculados por razones de familia o amistad¡±, incide Schattner. Dado que todos los altares del santuario del monte del Facho eran votivos, es decir, privados y no de culto a la deidad, ¡°la pregunta es si el visitante solo hac¨ªa ofrendas en su altar o si tambi¨¦n exist¨ªa un lugar colectivo¡±. Los arque¨®logos creen que ese sitio podr¨ªa ser una gran piedra labrada, aparentemente partida, que tiene una amplia hendidura en la parte superior. Sin embargo, esa estructura parece corresponder a la fase final de la ocupaci¨®n castre?a (siglo I), es decir, 200 a?os antes de que el monte se convirtiera en santuario. No obstante, todo apunta a que esta gran piedra fue recuperada en el siglo III para el culto ¡°como espacio sacro que se proyectaba desde el pasado hacia un presente en los l¨ªmites de la Antig¨¹edad¡±.
Los altares de O Facho, a pesar de la variedad, en conjunto se presentan como un grupo uniforme, pues todos son de granito, comparten ornamentos y la casi totalidad incluye la misma inscripci¨®n con letras grandes y torpes. La mayor¨ªa alcanza una altura de entre los 70 y los 120 cent¨ªmetros, aunque se encontr¨® uno peque?o, de 31, y cuatro de casi 165.
Una de las caracter¨ªsticas m¨¢s peculiares de estas aras es que en muy pocas aparece el nombre del dedicante, lo que no ocurre con el de la deidad, Deus Lar Berobreus. Por lo tanto, la cima deb¨ªa de ofrecer el aspecto de un bosque de altares amontonados, unos pegados a otros, en un ¨¢rea sacra de 130 metros cuadrados, todos mirando al este y flanqueados por un paisaje excepcional, no exento de grandiosidad, frente a las islas Ons y C¨ªes.
Los altares constan de pie, cuerpo y cabeza. Se distinguen tres tipos. El modelo A, cuadrado, con cuatro caras iguales; el B, de secci¨®n rectangular; y el C, que se asemeja a una losa. El repertorio de ornamentos tallados es breve: cuadrados, trapecios, tri¨¢ngulos, molduras lineales de secci¨®n semicircular o cuadrada, aspas y rombos. Bien es verdad que en uno se ha hallado una cruz florenzada, lo que lleva a los expertos a suponer que pudo mantenerse hasta finales del siglo V y principios del VI.
Al excavar el yacimiento, entre los a?os 2003 y 2008, se hallaron tambi¨¦n unas piedras que no pertenec¨ªan a las aras votivas, sino que hab¨ªan sido colocadas formando filas redondeadas o angulosas que creaban, a su vez, recintos que inclu¨ªan de entre uno a cuatro altares. En total, se han detectado 10 recintos. Los investigadores creen que cada uno pertenec¨ªa a un grupo social o familiar, lo que har¨ªa innecesario el nombre del peregrino, puesto que se tratar¨ªa de un espacio colectivo. Es decir, algo as¨ª como un pante¨®n familiar o de clan.
Todos los altares son de granito, aunque de diferentes calidades. Los de tipo A y B presentan una mejor elaboraci¨®n y est¨¢n realizados con piedra de buena calidad, lo que implica una elecci¨®n intencionada de la materia prima. Entre ellos, destaca uno de granito fino de dos micas. ¡°Una calidad del soporte a la que se une una muy cuidada ejecuci¨®n y una forma completamente distinta, lo que se relaciona con ¨¢mbitos sociales de alto poder adquisitivo, gusto culto, sin descartar incluso un posible origen for¨¢neo de quien o quienes lo encargaron¡±. Lo contrario que otros, de calidad p¨¦sima, que parecen ¡°toscos remedos¡± de los anteriores.
Schattner y Su¨¢rez Otero sostienen que los canteros ten¨ªan limitaciones a la hora de labrar sus piezas: las tradiciones romanas y locales. ¡°Cuando alguien quer¨ªa consagrar un altar en O Facho, este deb¨ªa tener una forma y tama?o concretos y una determinada decoraci¨®n o inscripci¨®n¡±, aunque con el paso del tiempo se fueron cambiando algunos detalles y se produjeron las diferencias de formas, vol¨²menes, decoraci¨®n y texto.
A partir de altares empezados, pero no concluidos, los expertos han determinado que el peregrino, junto con el cantero, decid¨ªa los detalles y la inscripci¨®n en el mismo santuario. El picapedrero preparaba la piedra dejando la cara frontal en esbozo, a la espera de que alg¨²n romero le hiciera un encargo y as¨ª rematarlo. Esto significa que ¡°no habr¨ªa un ¨²nico modelo a disposici¨®n del cliente, sino varios, y el cantero, seg¨²n valorara sus posibilidades de venta, tendr¨ªa disponible un cierto n¨²mero de altares ya preparados, a falta de algunos detalles, para su oferta¡±. El dedicante, dependiendo de su capacidad adquisitiva, podr¨ªa elegir un ejemplar de mayor o menor tama?o, con profusi¨®n de ornamentos, siendo el cantero el garante del cumplimiento de los est¨¢ndares.
En torno a estos altares se han encontrado fragmentos de vidrio esparcido y peque?os vasos fabricados en cer¨¢mica para la contenci¨®n de l¨ªquidos, aspecto que les confiere un papel destacado en alg¨²n tipo de libaci¨®n u ofrenda. Menos clara, sin embargo, parece la funci¨®n de otro tipo de elementos, como los clavi caligarii (tachuelas de sandalia militar), que apuntan a una ofrenda para dar las gracias por lo exitoso de una peregrinaci¨®n (pro itu et reditu), quiz¨¢s hecha por un soldado. Tambi¨¦n se han exhumado unas tijeras de hierro germ¨¢nicas del siglo V y un cuchillo, puede que testigos de un ritual sangriento.
¡°El santuario del Deus Lar Berobreus parece tener una identidad espec¨ªfica con una cultura bien definida [galaico romana] y con una clara estratificaci¨®n social, como reflejan los distintos tama?os y calidades de ejecuci¨®n de los altares. Condiciones que intentar¨ªan despertar la correspondiente atenci¨®n de la deidad, pero, al mismo tiempo, mostrar¨ªan la importancia del dedicante frente al resto de visitantes¡±, concluyen los expertos. Algo parecido a los cementerios actuales.
Babelia
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