La log¨ªstica del terror: nueva entrega de las cr¨®nicas de Emmanuel Carr¨¨re desde el juicio por los atentados de Par¨ªs
Esta semana, el acusado Salah Abdeslam arranc¨® aplausos ir¨®nicos con su declaraci¨®n en la que asegura que la Justicia le ha roto la vida
Cap¨ªtulo 24
1. Abdeslam en ruta
A las 19.00 del 24 de agosto de 2015, Salah Abdeslam se present¨® en la agencia Rent a Car, 178, Chauss¨¦e de Haecht, en Haren, a las afueras de Bruselas, y alquil¨® un bmw 118D con matr¨ªcula 1-HXV-990. A las 15.40 del 30 de agosto entra en Hungr¨ªa con un acompa?ante por el puesto fronterizo de Hegyeshalom. Un radar le fotograf¨ªa a las 16.27, cerca de Tatab¨¢nia. A las 16.50 est¨¢ en Biatorb¨¢gy y a las 18.29 llega a la peque?a ciudad de Kiskor?s, a 130 kil¨®metros al sur de Budapest. A las 20.40 el veh¨ªculo vuelve a atravesar Biatorb¨¢gy, por donde ha pasado casi tres horas antes. El trayecto de regreso finaliza en Bruselas el 1 de septiembre a ¨²ltima hora de la tarde. Por otra parte, entre el 30 de agosto a las 00.58 y el 1 de septiembre a las 22.53, es decir, el comienzo y el final de este viaje, tal como permiten reconstruirlo los datos de la autopista y la telefon¨ªa, la l¨ªnea habitual de Salah Abdeslam, conectada sin interrupci¨®n, sin emitir ni recibir llamadas, en su domicilio de Molenbeek, revela que dej¨® all¨ª su m¨®vil.
Interrogado al respecto, dir¨¢ que es algo que se hace normalmente cuando te vas de viaje y quieres que te dejen en paz. Sin embargo, utiliz¨® durante todo el viaje otra l¨ªnea belga, en contacto muy frecuente con otras dos l¨ªneas h¨²ngaras. Las tarjetas SIM h¨²ngaras fueron compradas el 27 de agosto en un sector de telefon¨ªa del supermercado de Kiskor?s. La vendedora, Dorina Petrovics, identific¨® como Bilal Hadfi y Chakib Akrouh a los dos individuos a los que vendi¨® estas tarjetas. El primero se explosionar¨¢ en el Estadio de Francia, el segundo formar¨¢ parte del comando de las terrazas junto con Brahim Abdeslam y Abdelhamid Abaaoud. Tambi¨¦n se puede reconstruir su periplo. Procedentes de Siria, pasan de Turqu¨ªa a Grecia y llegan a Serbia el 24 de agosto. A partir de esta fecha se comunican, primero con un interlocutor no identificado que les gu¨ªa desde Siria, despu¨¦s con un coordinador que se ha quedado en B¨¦lgica y que es con toda seguridad Khalid El Bakraoui, y por ¨²ltimo, desde el d¨ªa 29, con el conductor del bmw, o sea, Salah Abdeslam.
Llegan a Budapest el 28 de agosto y pasan la noche del 28 al 29 en el bosque cercano a la estaci¨®n de Kiskor?s. ¡°Diles a los j¨®venes que cuando est¨¦n delante de la estaci¨®n env¨ªen un mensaje para que vayamos r¨¢pidamente. Diles la contrase?a secreta¡±, dice Akrouh a su interlocutor sirio, que transmite la informaci¨®n a Khalid El Bakraoui y dice que el ch¨®fer necesita un d¨ªa o d¨ªa y medio para llegar. De este modo Salah Abdeslam, que hab¨ªa alquilado el coche el d¨ªa 24 para, suponemos, estar listo cuando le diesen luz verde, se pone en marcha la noche del 29 al 30 de agosto y vuelve con sus dos pasajeros al anochecer del 1 de septiembre. No se sabe qui¨¦n les recibe ni en d¨®nde se esconder¨¢n; en cambio, s¨ª se sabe todo con exactitud sobre los viajes siguientes.
2. Los magos del fuego
Estos datos son tediosos. He citado un min¨²sculo bot¨®n de muestra para dar una idea de lo que contiene un sumario y de lo que escuchamos en este momento, una audiencia tras otra. Resumiendo: fines de agosto, primeros de septiembre de 2015, 12 combatientes del Estado Isl¨¢mico, procedentes de Siria y que se hacen pasar por refugiados sirios, entran en Europa por la ruta de los Balcanes. Salah Abdeslam hizo cinco viajes para ir a recogerlos en Hungr¨ªa o en Alemania y transportarlos a B¨¦lgica, donde los reparten en cinco escondrijos alquilados por Mohamed Bakkali bajo las identidades de Fernando Castillo y Alberto Malonzo; los dos se declaran inform¨¢ticos, visten traje y corbata y se han maquillado de una manera c¨®mica, con una peluca rizada y gafas gruesas, lo cual no es ¨®bice para que el propietario de uno de los refugios considere que el falso Malonzo tiene ¡°bastante clase¡±.
Han entregado a los terroristas carn¨¦s de identidad belgas suministrados por una red denominada Cat¨¢logo y por un tal Farid Kharkhach, un intermediario que no para de repetir, y en cierto modo es cre¨ªble, que s¨ª, que ¨¦l es un falsificador y un peque?o delincuente, pero que no ten¨ªa la menor idea de en qu¨¦ se estaba metiendo. Si se descuentan las armas, que constituyen un ¨¢ngulo muerto del sumario, porque seguimos sin saber de d¨®nde salieron los seis kal¨¢shnikovs utilizados en los atentados, la funci¨®n asignada a cada uno en esta preparaci¨®n log¨ªstica parece clara. A Bakkali los refugios, a Salah Abdeslam los transportes, y sus otros cuatro viajes se conocen con detalle y hasta est¨¢n mejor documentados que el primero. Sucede, sin embargo, que Salah se propasa en las misiones que le han confiado. Por ejemplo, antes de devolver a la agencia Rent a Car de Haren el bmw a bordo del cual acababa de transportar a Adfi y a Akrouh, se present¨® el 4 de septiembre, a primeras horas de la tarde en el comercio Los Magos del fuego, especializado en la venta de material para fuegos artificiales, en el 21, avenue de la Mare en Saint-Ouen-l?Aum?ne (95).
All¨ª compr¨® un malet¨ªn de madera y aluminio que conten¨ªa 12 cajetines receptores y un mando a distancia capaz de enviar una impulsi¨®n el¨¦ctrica a una distancia de 400 metros. Esta forma de comprar material de ignici¨®n sin las pirotecnias le pareci¨® muy inusual al vendedor, Valentin Lithare, pero el cliente pag¨® 390 euros en met¨¢lico y, al fin y al cabo, estaba en su derecho. Abdeslam entr¨® solo en la tienda, pero la telefon¨ªa da buenos motivos para pensar que le acompa?aba Mohamed Abrini, que se hab¨ªa quedado en el coche. Esta vez sin que quepa duda de que le acompa?a Abrini, el 8 de octubre, al regresar de Ulm, donde fue a buscar a Osama Krayem, Sofien Ayari y Ahmad Alkhald, el especialista en explosivos, se dirigi¨®, siempre en el ¡®bmw¡¯, a cerca de Beauvais, a dos almacenes Irrijardin, que venden productos para equilibrar el agua de las piscinas. La gerente del primero, la se?ora Allard, recuerda que los dos hombres quer¨ªan a toda costa bidones de la marca Bayroshock y que no pudo complacerles porque los considera muy caros y s¨®lo vende la marca Irripol, m¨¢s barata.
Tuvieron m¨¢s suerte en la segunda tienda, concesionaria exclusiva de Bayroshock. Al se?or Demaiter le asombr¨® que los dos clientes quisieran comprar la mayor cantidad posible de estos bidones, la mitad de los cuales basta y sobra para una piscina, pero pudo venderles tres, es decir, m¨¢s de lo que era necesario para fabricar el TATP utilizado en los atentados. Bayroshock o nada, parece ser que exigi¨® Ahmad Alkhald, que no bromeaba sobre la calidad de los productos.
3. Un cabeza de chorlito
Interrogado sobre estas compras, Salah Abdeslam dijo durante la instrucci¨®n que eran simplemente ¡°para prender los fuegos artificiales¡±. Respecto a sus viajes, dijo que hab¨ªa ido a buscar a ¡°hermanos en el islam¡±, refugiados pol¨ªticos que hu¨ªan de la guerra como hoy huyen los ucranios bombardeados por los rusos, y en otro tiempo los jud¨ªos perseguidos por los alemanes. No parece que haya comprendido que estas referencias pueden disgustar. Se neg¨® a decir el nombre de aquel que le impart¨ªa ¨®rdenes y que m¨¢s que probablemente era Khalid El Bakraoui, alegando que ¨¦l no era un sopl¨®n. Para acabar, se quej¨® de que la Justicia le hab¨ªa ¡°roto [su] vida¡±, provocando lo que se llama un ¡°incidente de audiencia¡±: en los bancos de las partes civiles aplaudieron ir¨®nicamente, el presidente no intervino ¡ªcosa que deber¨ªa haber hecho, porque aun si es comprensible, no est¨¢ permitido¡ª, los abogados de la defensa se levantaron como un solo hombre y al d¨ªa siguiente todo volvi¨® a estar en orden. Ha habido d¨ªas en este juicio en los que su principal acusado produc¨ªa una impresi¨®n menos mala que otros d¨ªas. Parece un defecto un tanto irrisorio comparado con todo lo que se reprocha, pero a lo largo de esta semana Salah Abdeslam ha parecido, aparte de todo lo dem¨¢s, un abominable cabeza de chorlito.
Babelia
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