Tienes que ver ¡®Funci¨®n de noche¡¯
Me hubiera gustado preguntarle a mi madre qu¨¦ cosas ten¨ªa en com¨²n con Carmen Sotillos, protagonista de ¡®Cinco horas con Mario¡¯, que habla a su marido mientras lo vela junto al ata¨²d
Daba por hecho que mi madre hab¨ªa dejado la escuela cuando comenz¨® la guerra y que, como la mayor¨ªa de las ni?as, no hab¨ªa vuelto. Pero descubr¨ª hace poco que estudi¨® como interna en un colegio de monjas de Valencia. No haber tenido noticia de eso me produjo una extra?a melancol¨ªa, era la evidencia de que gran parte de la memoria de los padres muere con ellos antes de que tengamos la madurez como para prestar atenci¨®n a sus vidas. Los a?os han ido aumentando mi curiosidad, en vez de mermarla. La noche del domingo pasado, viendo el Imprescindibles dedicado a la actriz Lola Herrera, pens¨¦ en ella, en mi madre. S¨¦ que hab¨ªa le¨ªdo Cinco horas con Mario, porque la novela estaba en casa y ella era gran lectora de ficci¨®n. Me hubiera gustado preguntarle qu¨¦ cosas ten¨ªa en com¨²n con la viuda, Carmen Sotillos, que habla a su marido mientras lo vela junto al ata¨²d. Cu¨¢ntas cosas compart¨ªan con el personaje de Delibes las mujeres de aquella generaci¨®n. ?Hab¨ªa habido un tendero, un operario, que le dijera a mi madre ¡°T¨ªa buena, que est¨¢s m¨¢s buena¡±, y que le hiciera pensar que hab¨ªa m¨¢s hombres que el suyo? ?Cu¨¢nto se ver¨ªa identificada con aquella moralidad pacata? La actriz Lola Herrera cuenta que ella, cuando comenz¨® a hacer la funci¨®n, detestaba al personaje, pensaba que su vida era opuesta a la de aquella mujer de ideas ferozmente conservadoras, que va haciendo balance de la mezquindad e hipocres¨ªa sobre las que hab¨ªa construido su matrimonio. Pero el estar cada noche haciendo suyas las palabras de esa se?ora de clase alta vallisoletana condujo a la actriz a un lugar extra?o e inh¨®spito: se encontr¨® en total desamparo frente a s¨ª misma.
Fue entonces cuando la directora de la funci¨®n, Josefina Molina, que tuvo el olfato de captar la necesidad de ¡°echar la mierda fuera¡±, que ten¨ªa Herrera, pens¨® que en aquella historia hab¨ªa una pel¨ªcula. Tras el documental, me anim¨¦ a ver Funci¨®n de noche, t¨ªtulo tan bien tra¨ªdo de esta pel¨ªcula que entonces, en 1981, se consider¨® escandalosa e inclasificable, y ahora encontrar¨ªa acomodo en cualquiera de los g¨¦neros h¨ªbridos que abundan tanto en cine como en literatura. Molina ¡°encerr¨®¡± a la actriz y a su marido, el tambi¨¦n actor Daniel Dicenta, en un supuesto camerino, y camufl¨® las c¨¢maras para que no interfirieran en la brutal conversaci¨®n que surgi¨® entre una pareja que llevaba 14 a?os separada. Se rodaron tantas horas que lleg¨® un momento en que esos seres humanos, Lola y Daniel, olvidaron que sus palabras se exhibir¨ªan cada noche en los cines de Espa?a. Recuerdo el cartel de aquella mujer de 46 a?os, Lola, en la Gran V¨ªa, y tambi¨¦n la impresi¨®n que me produjo aquella vomitona de secretos revelados entre un hombre y una mujer. Nunca he tenido orgasmos, dec¨ªa ella. Pues bien que gritabas, dec¨ªa ¨¦l. Amo a mis hijos, pero me roban la vida, t¨² nunca te hiciste responsable, dec¨ªa ella. Es cierto, dec¨ªa ¨¦l, tampoco busqu¨¦ tenerlos. La puesta en escena es agobiante. Los dos muy cerca: ella, en la bata que viste entre funciones; ¨¦l, atractivo, chuleta, el vaso de whisky sostenido a la manera extra?a de los que pasan la existencia sobre el mostrador. Fuman compulsivamente. Una tiene fr¨ªo; el otro se limpia el sudor con la toalla. Hay un momento perturbador, m¨¢s incluso que el relacionado con el sexo, y es cuando ella llora por no ser una persona cultivada, por tener faltas de ortograf¨ªa, por no contar con su ayuda, siendo Dicenta hijo de familia de ilustres del teatro. Es el llanto de la mujer que ha pasado la vida esforz¨¢ndose por sacar a sus hijos adelante, por hacerlo sola, por vivir en lucha permanente contra sus complejos, por dejar atr¨¢s los tiempos de la miseria y la ignorancia. Todo eso dicho con ins¨®lita valent¨ªa en el a?o 1981.
S¨ª, me hubiera gustado tener a mi madre a mi lado en aquel cine azul, observar sus reacciones. ?Alguna vez te sentiste as¨ª?, le hubiera preguntado. Pero yo era tan joven como para pensar que mis ideas estaban inaugurando el mundo, que el feminismo era un invento m¨ªo. Es habitual perder la oportunidad de despejar la que luego ser¨¢ la gran inc¨®gnita de la vida: ?c¨®mo lleg¨® tu madre a ser la mujer madura que t¨² conociste? Por no saber, yo no sab¨ªa ni que hab¨ªa estudiado, aunque siempre me intrig¨® aquella caligraf¨ªa suya tan primorosa.
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