Joseph Raz, la sensibilidad a las razones
El fil¨®sofo, que fue catedr¨¢tico en Oxford, falleci¨® en Londres a los 83 a?os
La ma?ana del d¨ªa 2 de mayo mor¨ªa en Londres el gran fil¨®sofo del derecho, de la moral y de la pol¨ªtica, Joseph Raz. Naci¨® en 1939 en el entonces Mandato brit¨¢nico de Palestina, y estudi¨® derecho en la Universidad Hebrea de Jerusal¨¦n. Despu¨¦s continu¨® sus estudios de doctorado en Oxford, bajo la supervisi¨®n del gran iusfil¨®sofo H.L.A. Hart. Fue catedr¨¢tico en Oxford, Columbia y King¡¯s College.
Despu¨¦s de Hart, la filosof¨ªa jur¨ªdica qued¨® en Oxford, el centro del mundo en dicha materia, en manos de Ronald Dworkin y de Joseph Raz. Las contribuciones de Raz son realmente impresionantes, algunos de sus libros -como Practical Reason and Norms (1975), The Authority of Law (1979) y The Morality of Freedom (1986)- constituyen la m¨¢s perspicua consideraci¨®n de los seres humanos como agentes sensibles a las razones.
Tal vez la m¨¢s imperecedera de sus ideas sea el desaf¨ªo al que someti¨® la concepci¨®n ortodoxa de las razones para actuar, con arreglo a la cual ante la elecci¨®n de qu¨¦ acci¨®n llevar a cabo debemos realizar un balance de razones y actuar conforme a las razones que resulten vencedoras en el balance, aquellas que decanten el balance. Raz sostiene, sin embargo, que no todas las razones operan de este modo. Sostiene que hay razones protegidas. Por ejemplo, si prometo a mi hija llevarla a un concierto de Khatia Buniatishvili, entonces mi promesa es una raz¨®n de primer orden para llevarla y, tambi¨¦n, es una raz¨®n excluyente, de segundo orden, para no actuar por otras razones distintas al contenido de la promesa. Si el d¨ªa del concierto, me apetece m¨¢s ir a jugar al p¨¢del con unos amigos, esa raz¨®n no ha de ser balanceada con la raz¨®n de ir al concierto, porque dicha raz¨®n est¨¢ excluida por mi promesa. Esta idea de las razones protegidas es aplicada por Raz con gran perspicuidad a las normas jur¨ªdicas. Dichas normas proporcionan razones protegidas para actuar, razones para comportarnos como la norma prescribe y razones que excluyen las otras consideraciones para actuar. De este modo, es posible sostener que el derecho pretende autoridad, pretende que las normas obligan de manera perentoria. Cuando dicha autoridad es leg¨ªtima -y lo es cuando re¨²ne los requisitos de la doctrina que llam¨® la autoridad como servicio- entonces sus normas reflejan las razones subyacentes que tenemos para actuar y consiguen su cometido. Este es el modo en el que Raz vindica el positivismo jur¨ªdico, para que las normas puedan ejercer su funci¨®n como razones protegidas su identificaci¨®n deber ser posible atendiendo solo a sus fuentes sociales, sin recurrir a la argumentaci¨®n moral.
Liberalismo perfeccionista
Aparte de esta contribuci¨®n a la teor¨ªa jur¨ªdica, tambi¨¦n nos dejo una filosof¨ªa pol¨ªtica que es una defensa del liberalismo que no abraza, como muchas otras, la neutralidad, sino que defiende un liberalismo perfeccionista, capaz de excluir aquellos planes de vida que carecen de valor.
Y, por otro lado, insisti¨® -en su filosof¨ªa moral- en que en el espacio de las razones morales hay un lugar para la inconmensurabilidad, es decir en m¨²ltiples ocasiones debemos elegir entre dos opciones tales que ni una es de m¨¢s valor que la otra ni, tampoco, son de igual valor.
Los argumentos de Raz eran siempre sutiles y refinados, era un profesor articulado y exigente. Era tambi¨¦n generoso y muchos de nosotros tuvimos la fortuna de tenerlo como supervisor. Lo recuerdo ahora en su despacho del Balliol College, en 1995, d¨¢ndonos a mi amigo Pablo Navarro y a mi, la siguiente inolvidable lecci¨®n: ¡°Philosophy is not playing games, philosophy is solving problems¡±. Echaremos de menos su inmenso talento cuando sigamos porfiando por ser sensibles a las razones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.