El color de Mir¨® se instala en la casa de Chillida
Una exposici¨®n en el museo dedicado al escultor vasco en Hernani resucita la amistad de dos titanes del arte del siglo XX
Dos esculturas monumentales, Oiseau Solaire (P¨¢jaro solar, 1968) y Femme (Mujer, 1970), de Joan Mir¨® rodean la entrada principal de Chillida Leku, el museo dedicado a la obra de Eduardo Chillida en Hernani (Gipuzkoa). La primera es un p¨¢jaro de dos toneladas esculpida en m¨¢rmol de Carrara. La segunda representa uno de sus cl¨¢sicos homenajes a la mujer, construido con latas y coronado por un caracol gigante. Son dos obras que nunca hab¨ªan salido de la Fundaci¨®n Mir¨® de Barcelona y que ahora forman parte de la exposici¨®n Mir¨® en Zabalaga, que estar¨¢ abierta al p¨²blico hasta el 1 de noviembre. Es una muestra concebida como homenaje a la amistad que durante d¨¦cadas mantuvieron Chillida y Mir¨®. La relaci¨®n entre el vasco y el catal¨¢n fue mucho m¨¢s all¨¢ de los intereses comunes que ambos tuvieron por el arte de su tiempo. La relaci¨®n implic¨® a las familias de ambos artistas durante sus veraneos compartidos en Saint-Paul-de-Vence, al sur de Francia, en la residencia Maeght, la galer¨ªa de ambos y en la que se consagraron grandes artistas europeos de aquellos a?os. Esta es la segunda exposici¨®n temporal que celebra el museo (la primera estuvo dedicada a Antoni T¨¤pies) desde su reapertura, gracias al acuerdo con los galeristas suizos Hauser & Wirth.
En el caser¨ªo Zabalaga, que alberga Chillida Leku, los jardines de m¨¢s de doce hect¨¢reas rodeadas de un impactante bosque de chopos, robles y hayas tienen en el centro un edificio del siglo XVI cuyas paredes de piedra, madera y cristal alojan habitualmente medio centenar de obras de Chillida. Por las campas se esparce la obra m¨¢s monumental, en hierro y m¨¢rmol rosa, oscurecida por el golpe del agua y de los vientos.
A ese museo excepcional, puede que uno de los m¨¢s bellos del mundo dedicados a un solo artista, ha llegado una notable selecci¨®n de esculturas y obra gr¨¢fica de su gran amigo. La comisaria, Stella Solana, explica que ha buscado un reencuentro entre las piezas de los dos creadores. Dividido en tres espacios de las plantas superiores del edificio, Solana ha querido mostrar a un Mir¨® con personajes fant¨¢sticos e imaginarios, producto de una mente libre e inagotable capaz de mezclar un ladrillo con un tambor de hierro y un tricornio de la guardia civil.
Las esculturas mironianas est¨¢n colocadas ante ventanas por las que se cuelan los espectaculares verdes de la arboleda. Casi todas las esculturas han sido prestadas por la Fundaci¨®n Mir¨® de Barcelona y el resto proceden de colecciones particulares. Por su parte, la Fundaci¨®n Mir¨® de Palma colabora con un gran tapiz, recreado por Josep Royo. Las serigraf¨ªas han sido prestadas por el BBVA.
Luis Chillida, presidente de la Fundaci¨®n que gestiona la obra de su padre y pen¨²ltimo de los ocho hijos nacidos del matrimonio entre Eduardo Chillida y Pilar Belzunce, cuenta que la amistad entre su padre y Mir¨® surgi¨® en el verano de 1940 y se prolong¨® durante toda la vida. ¡°Ambos ten¨ªan muchas cosas en com¨²n, salvo que mi padre era c¨®ncavo y Mir¨®, convexo¡±, bromea. ¡°Yo, por edad, no llegu¨¦ a disfrutar de aquellos veraneos en el sur de Francia, pero tengo o¨ªdas muchas an¨¦cdotas a mis hermanos mayores. A favor de esa uni¨®n ten¨ªan que ambas pilares, las esposas de los dos, se llevaron muy bien. Siempre han dicho que ellos pod¨ªan charlar horas y horas. De arte, de teor¨ªas que afectaban a la obra con la que trabajaban en esos momentos o tambi¨¦n hablaban mucho de pol¨ªtica. Recordemos que eran los a?os duros de la dictadura y que ocurr¨ªa de todo. A ellos, como figuras relevantes en el mundo de la cultura pronto les convirtieron en lo que se conoc¨ªa como ¡®los abajo firmantes¡¯, aquellos que secundaban los muchos manifiestos que circulaban exigiendo libertad¡±.
Uno de los hijos mayores que s¨ª vivi¨® esa amistad de Chillida con Mir¨® es Ignacio Chillida. Del catal¨¢n dice: ¡°Todo le hac¨ªa gracia y era muy permisivo. Era como uno m¨¢s entre la chiquiller¨ªa. Los ojos azules se convert¨ªan en una rayito horizontal cada vez que nos ve¨ªa hacer un disparate. Hay fotograf¨ªas que me hicieron a m¨ª conduciendo un 600 por la finca de Saint-Paul-de-Vence, cuando yo apenas llegaba al volante¡±. No recuerda que sus padres rega?aran a los hermanos, aunque ninguno de ellos les incit¨® tanto a cometer diabluras como Mir¨®. ¡°Lo que me gusta mucho es la idea de que los Mir¨® vengan a pasar el verano a nuestra casa de Hernani¡±, se?ala Ignacio Chillida.
Mireia Massagu¨¦, directora de Chillida Leku, asegura que le gusta pensar que tambi¨¦n es Mir¨® quien hace que el caser¨ªo Zabalaga se haya inundado de color con estas obras llenas de vida e imaginaci¨®n. ¡°Son los colores del Mediterr¨¢neo hermanados con los del Cant¨¢brico. Son los azules del catal¨¢n hablando con la luz del alabastro del donostiarra. Conviven en el caser¨ªo en pisos separados, admirados y respet¨¢ndose. Impacta y emociona teniendo en cuenta que los colores tierra, negro y blanco han vivido en solitario durante d¨¦cadas. Ahora, Zabalaga es una obra de arte en s¨ª misma¡±.
Chillida y Oteiza, el reencuentro
Jorge Oteiza y Eduardo Chillida están considerados como los dos escultores más importantes que ha dado el País Vasco a lo largo de la historia. Sus conocidas diferencias políticas en el ámbito político (simplificando, se podría decir que el primero era nacionalista vasco y el segundo, socialdemócrata) habían complicado el encuentro de su obra durante décadas. Hasta que el pasado año, la sede valenciana de Bancaja obró el milagro, reuniendo nada menos que 120 obras de ambos artistas. Javier González de Durana, comisario de la muestra, fue también el máximo responsable de lograr que las reticencias de los familiares de ambos se deshicieran. Aquella exposición, titulada Diálogo en los años 50 y 60, acaba de aterrizar en el museo de San Telmo de San Sebastián, llamada a convertirse en una visita obligada para los amantes del arte. “Todo está medido al detalle”, asegura González. “El peso de uno es idéntico al de el otro. Son dos genios que se distanciaron por los chismes de los pueblos. Su talento es superior a cualquier otra tontería que pudiera ocurrir en el pasado”.
Babelia
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