?Quieren ir al nuevo FIB? Saquen la calculadora
Salen dos libros sobre el pasado y el presente del negocio de los festivales musicales
Ya habr¨¢n visto toda esa publicidad: ?vuelven los festivales de verano! En avalancha. Los hay de todos los perfiles y colores: locales e internacionales, especializados y ecl¨¦cticos, urbanos y rurales, abiertos y m¨¢s vigilados que un konzentration kamp. Eso se deduce de Festivales de Espa?a (Anaya Touring). Casi un kilo de libro redactado por David Saavedra, ricamente ilustrado y enriquecido por consejos pr¨¢cticos m¨¢s entrevistas retrospectivas con habituales de los diferentes escenarios. Hay 60 paradas en el recorrido de Saavedra y aviso que muchos gourmets se quejar¨¢n ante determinadas ausencias (adelanto mi particular reclamaci¨®n: el EtnoSur, de Alcal¨¢ la Real).
Y de un retrato macro panor¨¢mico, pasemos a una visi¨®n micro de los festivales. M¨¢s exactamente, un gran anecdotario del gran evento pionero. En el FIB de Benic¨¤ssim trabaj¨® Joan Vich Montaner, que lo fue todo all¨ª: desde camarero a codirector, sin olvidar temporadas largas en los departamentos de prensa o booking (contrataci¨®n). Su Aqu¨ª viv¨ªa yo (Libros del K.O.) tiene acci¨®n trepidante y casi tanta locura como Miedo y asco en Las Vegas.
No creo revelar nada si aclaro que una de las bazas de los primeros FIB fue la presencia de una d¨ªler, apodada Frida, por su parecido con una pintora mexicana, que funcionaba como farmacia de guardia para substancias ilegales. Una minorista fiable¡ hasta que deja de serlo. Desaparece al final de un festival y desde el hotel donde se alojaba avisan a la organizaci¨®n de que van a vaciar su caja fuerte si nadie se hace cargo. Un esc¨¢ndalo que necesitan evitar. Les dan la clave para abrirla y descubren la cueva de Ali Baba: sobres, botes, papelinas, bolsitas¡ y enormes fajos de dinero. Dilema: ignorar el tesoro o arramplar con todo en, atenci¨®n, una zona plagada de agentes de la Guardia Civil a la caza de camellos y pardillos, tras cuatro d¨ªas de tregua impl¨ªcita.
No adelanto la decisi¨®n final. Aqu¨ª viv¨ªa yo abunda en metamorfosis que no se explican cabalmente. Un festival hecho por, para y con puristas que termina abri¨¦ndose al mainstream: conciertos de Brian Wilson, Bob Dylan, Leonard Cohen y¡ ?David Guetta? Les ayuda la indefinici¨®n del t¨¦rmino indie: se refiere a un determinado tipo de rock, cuyas fronteras musicales son pronto reemplazadas por nebulosos criterios industriales (finalmente, indie es, se supone, todo aquel grupo o solista que en alg¨²n momento grab¨® para un sello independiente). Se trata de un espejismo consensuado: casi todos los cabezas de cartel del FIB fichan en multinacionales.
Entra en juego otra particularidad del FIB. Se hizo un hueco entre los m¨²sicos brit¨¢nicos ¨Dcabe suponer que, entre otros motivos, por la eficiencia de Frida¨D y su tir¨®n se manifest¨® en un creciente p¨²blico guiri. En contra de lo habitual, Vich Montaner defiende que la alborotada presencia de su p¨²blico natural en conciertos de estrellas brit¨¢nicas elevaba la intensidad de la m¨²sica. Como nacido en Palma de Mallorca, y conocedor del turismo de borrachera, Joan se burla de la perezosa tendencia period¨ªstica a comparar a los fibers for¨¢neos con los kamikazes de Magaluf. Nada que ver, insiste.
Y mejor no fiarse de los nativos diletantes. Asombra que Pedro S¨¢nchez y otras personalidades nacionales se desplazaran a Benic¨¤ssim para ver a una formaci¨®n tan anodina como¡ The Killers. De alguna manera, el FIB evit¨® sufrir las batallas que caracterizan la pol¨ªtica de proximidad en la Comunidad Valenciana, aunque asistimos a una fina estocada florentina asestada por Carlos Fabra al entonces alcalde socialista de la localidad.
Aqu¨ª viv¨ªa yo no es precisamente la historia del Festival Internacional de Benic¨¤ssim. No se explican los cambios en la cima, que imaginamos precedidos por furibundos intercambios de opiniones. Por lo menos hasta la entrada de los magnates ingleses, que seguramente no ve¨ªan m¨¢s all¨¢ del balance de cada a?o: como retrato del escaso respeto por el talento local, no se pierdan el regateo del capo, Vince Power, con Los Planetas por mil (1.000) euros.
Joan Vich sigue en el negocio de la m¨²sica y seguramente la prudencia le aconseja callar. Adem¨¢s, es un adicto a los grandes chascarrillos e incluso recupera los protagonizados por su colega Gerardo Cart¨®n (publicados en un librito de 2015, Manual del perfecto festivalero).
Uno preferir¨ªa que hubiera usado esas p¨¢ginas para comentar el modelo de negocio implantado en el FIB 2022. Aparte de requerir tu nombre para comprar cada abono (nada de prestarlo a tu amigo del alma), debes llevar una calculadora para sumar el extra para la zona de descanso, el bono de reacceso por si necesitas salir, el servicio de duchas, las ofertas de bebida y ¨Deste palabro me encanta¨D el glasping, que es la tienda de acampada que, en diferentes modelos, te alquila la organizaci¨®n. Solo falta que, como predijo Phil K.Dick en 1966, tambi¨¦n te vendan por un m¨®dico precio, los recuerdos del festival.
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