Akram Khan: la jungla en la gen¨¦tica del core¨®grafo
¡®Jungle Book Reimagined¡¯ es un prodigio de t¨¦cnica y de asociaci¨®n entre m¨²sica, efectos tecnol¨®gicos, luz y baile
La calidad se demuestra andando, creando. Akram Khan (Lambeth, Londres, 1974) es un bailar¨ªn y core¨®grafo que se ha impuesto a base de no rechazarse a s¨ª mismo, sus originalidades y su manera de ver el espect¨¢culo de danza contempor¨¢nea. La inveterada apertura de miras de la escena brit¨¢nica le permiti¨® progresar, ser reconocido y ascender, ganar premios y acceder a trabajar con grandes compa?¨ªas can¨®nicas, donde a veces ha patinado lo suyo. Es l¨®gico en artistas prol¨ªficos. Si su Giselle no es algo que perdurar¨¢ a pesar del ¨¦xito esnobista que provoc¨®, su versi¨®n de El libro de la Jungla (o El libro de las tierras v¨ªrgenes, 1894), de Rudyard Kipling, s¨ª puede por derecho propio a aspirar a ello. Es un bell¨ªsimo espect¨¢culo de dos horas, lleno de poes¨ªa, magia esc¨¦nica y buen baile. La calidad de los diez bailarines es una de las garant¨ªas y delicia de esta obra, su entrega y tono a lo largo de una agotadora exposici¨®n.
Los or¨ªgenes banglades¨ªs y una cierta formaci¨®n en la danza tradicional del khatak, lo lanzaron al experimento; puede decirse que en Khan el eclecticismo es una recurrencia donde se procesa un estilo. Atento a lo que suced¨ªa a su alrededor, sin una figura demasiado atractiva seg¨²n qu¨¦ c¨¢nones, el chico suburbial hizo fijar el foco de la cr¨ªtica sobre ¨¦l y sus solos, su energ¨ªa y su nervio.
Jungle Book Reimagined
Coreografía: Akram Khan; guion: Tariq Jordan; dramaturgia: Sharon Clarkand; música: Jocelyn Pook; luces: Michael Hulls; director de arte y animación: Adam Smith; vídeo: Nick Hillel, Akram Khan Company. Sala Roja. Teatros del Canal (Madrid). Hasta el 11 de junio.
Pero hay algo m¨¢s y que viene a cuento hoy, casi a 40 a?os de los hechos: Akram Khan, seg¨²n todas sus biograf¨ªas, comenz¨® su carrera sobre los escenarios en una larga gira de la obra para p¨²blico juvenil Adventures of Mowgli entre 1984 y 1985, esa vez producida por la que entonces se llamaba Academia de las Danzas de India, una instituci¨®n con prestigio, que exist¨ªa desde hac¨ªa d¨¦cadas y que hoy pervive con otra denominaci¨®n: Academia de las Danzas del Sur de Asia. All¨ª se inici¨® nuestro core¨®grafo con sus ra¨ªces y todo ha cambiado much¨ªsimo, sobre todo la ¨®ptica y el punto de vista con que leemos hoy a Kipling.
Akran destacaba por su nervio e iniciativas. A los 12 a?os fue seleccionado para aparecer en el elenco mixto del primer Mahabharata, de Peter Brook; luego, apareci¨® en el filme de 1989 en el papel se?ero del pr¨ªncipe Ekalavya, un joven monarca de Nishadha, l¨ªder que aglutinaba a las tribus de la jungla, seg¨²n una asentada mitolog¨ªa india. ?Predestinaci¨®n? La palabra ¡°jungla¡±, ese t¨®tem, aparec¨ªa ya dos veces en su vida y retornar¨ªa en esta obra para la que el libro de Kipling es algo as¨ª como un manipulable cuaderno de bit¨¢cora sobre los avatares del mundo, un camino entre grandes sarmientos como enormes errores.
La obra de Khan est¨¢ medida y cuidada al mil¨ªmetro, es un prodigio de t¨¦cnica y de asociaci¨®n entre m¨²sica, efectos tecnol¨®gicos, luz y baile en vivo. Todo alentado por la poes¨ªa subyacente en ese enorme edificio laber¨ªntico que es la mitolog¨ªa hind¨². Como siempre, los grandes mitos de ayer nos valen hoy con su misma y absorbente eficacia. Una coproducci¨®n con casi 20 instituciones y teatros donde no faltan Lyon, el Teatro de La Villa de Par¨ªs o el festival de Edimburgo, aportan los medios para este ¡°libro de la jungla reinventado¡±, que vale para grandes y peque?os, no elude su parte espectacular relacionada con el gran teatro musical comercial (pueden hasta verse influencias sutiles del musical El Rey Le¨®n que no molestan ni chirr¨ªan) y recorrer¨¢ el mundo, de hecho ya lo hace, como hizo Mahabharata, de Brook, en su d¨ªa (en octubre de 1985 Mahabharata estuvo en Madrid, pero en los cr¨¦ditos sobrevivientes no aparece Akram Khan, aunque ya estaba involucrado).
A pesar de que la traducci¨®n en subt¨ªtulos fue deficiente y parcial (lo menos conseguido), se logra entender toda la trama y su sublime idea de amor a la naturaleza y entre todos los seres vivos. Podr¨ªa extenderse este discurso sobre la animal¨ªstica en la danza moderna y contempor¨¢nea, cuyo m¨¢s noble y elevado antecedente a tener en cuenta es, sin duda, La creaci¨®n del mundo, con el libreto de Blaise Cendrars, la m¨²sica de Darius Milhaud, la coreograf¨ªa de Jean B?rlin y los dise?os fant¨¢sticos de Fernand L¨¦ger. Fue en 1923 en Par¨ªs (Ballets Suecos), justo donde el mismo Brook perge?¨® m¨¢s de medio siglo despu¨¦s su Mahabharata.
Babelia
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