Apabullante ¡®Giselle¡¯ de Akram Khan y Tamara Rojo en el Liceo de Barcelona
El espect¨¢culo del English National Ballet deja una huella imborrable en el p¨²blico
La mayor¨ªa del numeroso p¨²blico que acudi¨® la noche de mi¨¦rcoles al Liceo para presenciar la aplaudida y esperada Giselle de Akram Khan por el English National Ballet (ENB), que capitanea Tamara Rojo sali¨® con el coraz¨®n en un pu?o y una crisis de romanticismo: la belleza, la magnitud esc¨¦nica y la apabullante y sentida interpretaci¨®n que destila esta hermosa obra dej¨® una huella imborrable en el coraz¨®n del espectador. Esta versi¨®n contempor¨¢nea de Giselle es una obra maestra, ya que todos sus elementos encajan a la perfecci¨®n, la extraordinaria y moderna m¨²sica de Vicenzo Lamagna, basada en la original de Adolphe Adam y la escenograf¨ªa y vestuario de Tim Yip son fundamentales en la pieza, ese gran muro de acero que aprisiona, que separa las clases sociales o que engulle es de una gran efectividad y dramatismo al igual que las tenebrosas luces de Mark Henderson.
La interpretaci¨®n de todos los miembros del ENB fue soberbia y de una nitidez impecable. Tamara Rojo fue una Giselle que combin¨® amor y rebeld¨ªa a trav¨¦s de su expresivo baile, desprendiendo una gran emoci¨®n. Su madurez de registros y sus puntas de acero brillaron en el escenario con una fuerza inaudita. No se dej¨® amedrentar ante los ricos, no baj¨® la cabeza, se mantuvo firme y orgullosa de su clase hasta descubrir la traici¨®n de su amor. En ese fragmento la desesperaci¨®n moldea su cuerpo, sus brazos desconsolados son un grito de dolor, mientras que el grupo la rodea y consuela, creando un hermoso efecto coreogr¨¢fico: un coraz¨®n com¨²n que late a la vez. En este primer acto el trabajo coral es impactante m¨¢s de 30 int¨¦rpretes en escena con un rico y fluido baile ideado por Akram Khan, que mezcla la danza contempor¨¢nea, el folclore, la danza kathak ?impresionante-, el movimiento de los animales y la migraci¨®n humana. Hay que destacar al bailar¨ªn Isaac Hern¨¢ndez como un enamorado Albrecht y a Jeffrey Cirio, un magn¨ªfico Hilarion.
El segundo acto clav¨® definitivamente al espectador en su butaca. Aqu¨ª el famoso y alado fragmento de las Willis de la versi¨®n cl¨¢sica se sit¨²a en un p¨¢ramo inh¨®spito donde esas 18 mujeres feroces y valientes acogen a las mujeres que mueren de amor. Es un fragmento hermoso e hipn¨®tico en el que Khan se ha permitido un juego esc¨¦nico interesante: el d¨²o entre Giselle y la Reina de las Willis, Myrta, (Stina Quagbeur). Ambas representan las dos caras de una misma mujer, una es el perd¨®n y la otra la venganza. Finalmente, cuando Albrecht llega junto a ellas, Giselle duda, pero le perdona, y le abandona. Ella engullida por el gran muro parte junto a las Willis. Los bravos y las ovaciones fueron un¨¢nimes. Una noche inolvidable.
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