Hiperrealismo criminal
La pel¨ªcula la dirige alguien que parece movido por la arrogancia de quien cree estar corrigiendo un borrador, pero, en realidad, est¨¢ degradando un trabajo excelente
Desde los tiempos de las True-Life Adventures, serie de documentales realizados por el estudio entre 1948 y 1960, Disney parece interesada en la colonizaci¨®n espiritual de la naturaleza. En esos trabajos, una voz en off reformulaba como amable f¨¢bula lo que, en realidad, era lucha por la vida. Y el estreno de este remake hiperrealista de El rey le¨®n (1994), notable pel¨ªcula de animaci¨®n de Roger Allers y Rob Minkoff, da un inquietante paso m¨¢s en esa turbia direcci¨®n. Firma la operaci¨®n Jon Favreau, que en 2016 se hab¨ªa encargado de un remake de la sobresaliente El libro de la selva (1967) bajo parecidos par¨¢metros, pero con una sustancial diferencia: lo que hizo entonces fue una bienhumorada relectura en la que se aportaban notas personales y el intento de animar la vida natural a trav¨¦s de la perfeccionista imagen de s¨ªntesis no estaba exento de ideas ingeniosas.
EL REY LE?N
Direcci¨®n: Jon Favreau.
Con las voces de: Donald Glover, Seth Rogen, James Earl Jones, Chiwetel Ejiofor.
G¨¦nero: aventuras. Estados Unidos, 2019.
Duraci¨®n: 118 minutos.
Esta nueva versi¨®n de El rey le¨®n cree necesario, por ejemplo, reproducir incluso movimientos de c¨¢mara del original para contar, esencialmente, lo mismo, con muy escasas variantes, pero con la arrogancia de quien cree estar corrigiendo un borrador, pero, en realidad, est¨¢ degradando un trabajo excelente. La pel¨ªcula de Favreau parece dirigida a aquel tipo de espectador que considera que un buen dibujo es el que resulta m¨¢s indistinguible de una fotograf¨ªa: en suma, un p¨²blico objetivo al que, en el fondo, le hace m¨¢s falta un curso acelerado de Historia del Arte que una entrada para un blockbuster. Porque lo que aqu¨ª se pierde es la idea del trazo como dinamismo, lectura y s¨ªntesis de la realidad.
Especialmente dolorosas son las secuencias musicales, donde cuesta encajar la voz con los movimientos de los personajes. Una pel¨ªcula tan aparatosa como desorientada y redundante que quiz¨¢ Walt Disney hubiese aborrecido.
Babelia
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