As¨ª era el centro log¨ªstico de Roma en Madrid justo antes de la ca¨ªda del imperio
Identificado un asentamiento amurallado tardoantiguo en San Mart¨ªn de la Vega como el lugar adonde llegaban cer¨¢micas importadas de ?frica y Asia justo antes de las invasiones b¨¢rbaras
Fue en 1982 cuando el alcalde del municipio de San Mart¨ªn de la Vega (Madrid) y la investigadora Magdalena Barril Vicente treparon hasta dos rocosos cerros amesetados, de unos 100 metros de altura, en la margen derecha del r¨ªo Jarama. All¨ª encontraron algunos fragmentos cer¨¢micos que se databan en lugares tan lejanos como ?frica y ¨¦pocas tan dispares como el Imperio romano o el Medioevo. Los objetos apuntaban, por lo tanto, a una ocupaci¨®n del lugar durante siglos. Entre 2015 y 2016, otros arque¨®logos volvieron al doble otero y, mediante el em...
Fue en 1982 cuando el alcalde del municipio de San Mart¨ªn de la Vega (Madrid) y la investigadora Magdalena Barril Vicente treparon hasta dos rocosos cerros amesetados, de unos 100 metros de altura, en la margen derecha del r¨ªo Jarama. All¨ª encontraron algunos fragmentos cer¨¢micos que se databan en lugares tan lejanos como ?frica y ¨¦pocas tan dispares como el Imperio romano o el Medioevo. Los objetos apuntaban, por lo tanto, a una ocupaci¨®n del lugar durante siglos. Entre 2015 y 2016, otros arque¨®logos volvieron al doble otero y, mediante el empleo de fotograf¨ªa a¨¦rea y tecnolog¨ªa l¨¢ser LiDAR, determinaron que se trataba de un asentamiento de unas 10 hect¨¢reas (similar a 10 campos de f¨²tbol) rodeado de una potente muralla del que se desconoc¨ªa su nombre, a pesar de su gran tama?o y de haber sido ocupado hasta bien entrada la Edad Media. Ahora, el estudio Sigillatas mediterr¨¢neas tardoantiguas en un yacimiento madrile?o: La Mara?osa, de los especialistas Luis Carlos Juan Tovar, de la Sociedad de Estudios de la Cer¨¢mica Antigua en Hispania; Javier Mart¨ªnez-Gonz¨¢lez, Alfonso Mart¨ªnez Requejo y Pablo Guti¨¦rrez de Le¨®n, todos de la Universidad Complutense, da una respuesta al porqu¨¦ de esta miscel¨¢nea de elementos cer¨¢micos de tiempos y lugares tan diversos en un solitario altozano madrile?o: se trataba de un potent¨ªsimo punto de distribuci¨®n comercial, una especie de centro log¨ªstico que funcion¨® justo en el momento que Roma desaparec¨ªa y el mundo se encaminaba hacia la Edad Media.
Hasta ahora se pensaba que la llegada de productos procedentes del Mediterr¨¢neo, en especial de ?frica y Oriente, al interior peninsular durante la tardoantig¨¹edad (el paso de la Edad Antigua a la Media, entre los siglos V y VI) se circunscrib¨ªa a algunos ¡°ejemplos anecd¨®ticos¡±. De hecho, se cre¨ªa que Rec¨®polis (una ciudad visigoda a unos 70 kil¨®metros de San Mart¨ªn de la Vega) fue, entre los siglos VII y VIII, el gran centro importador desde el que se suministraba al reino este tipo de materiales cer¨¢micos tan necesarios. Pero de las centurias anteriores, nada se sab¨ªa al respecto.
La prospecci¨®n efectuada en las laderas del yacimiento de La Mara?osa entre 2015 y 2016 demostr¨® que este asentamiento fortificado era un ¡°lugar central, un punto focal para el consumo¡±. ¡°Las ¨¦lites que resid¨ªan en ¨¦l formaban parte de redes comerciales supralocales y locales, tal como sugieren la variedad y la calidad de productos hallados, incluyendo recipientes de vidrio, ¨¢nforas o piedras de molino de origen volc¨¢nico destinadas a la molienda¡±, afirman los autores. Igualmente, los arque¨®logos han encontrado ciertos elementos, como grandes sillares, que parecen indicar la presencia de edificios de prestigio dentro de esta comunidad.
A la vista de la rica variedad de productos detectada, La Mara?osa podr¨ªa estar funcionando desde la primera mitad del siglo V y todo el VI como un centro de redistribuci¨®n de productos importados, parece se?alar la terra sigillata hisp¨¢nica tard¨ªa (vajilla de lujo romana) encontrada. ¡°Lo que podemos afirmar con cierta seguridad, a partir de los restos hallados, es que nos encontramos ante un yacimiento de una importancia excepcional para comprender el tr¨¢nsito del bajo imperio a la tardoantig¨¹edad en el centro de la Pen¨ªnsula, uno de los mayores castra [asentamientos fortificados] conocidos en el interior de Hispania, un centro de poder, sino equiparable en poblaci¨®n a las capitalinas Rec¨®polis o Toletum [Toledo, la capital del reino godo], s¨ª al menos con la suficiente potencia econ¨®mica como para asumir la importaci¨®n de una amplia y rica variedad de productos de las m¨¢s diversas procedencias¡±, sostiene el estudio.
Siguiendo con la investigaci¨®n, entre 2021 y 2022, el equipo de Mar¨ªa del Rosario Cebri¨¢n Fern¨¢ndez, Manuel Retuerce y Javier Mart¨ªnez-Gonz¨¢lez, de la Facultad de Geograf¨ªa e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, realiz¨® una prospecci¨®n sistem¨¢tica en los dos cerros, que se encuentran en terrenos protegidos del Ministerio de Defensa, lo que ha permitido su conservaci¨®n. Se trataba de identificar posibles estructuras que a¨²n pudieran existir y dar una mayor precisi¨®n cronol¨®gica a los materiales arqueol¨®gicos del gran castrum de La Mara?osa.
Siglos de ocupaci¨®n
Los resultados obtenidos han permitido hallar un sobresaliente conjunto de materiales, entre los que destacan elementos de prestigio, como vidrios o cer¨¢micas de importaci¨®n, adquiridos a media y larga distancia, que dan testimonio de una ocupaci¨®n al menos desde mediados del siglo V a ¨¦poca medieval cristiana (siglo XII), en secuencia discontinua. La altura a la que se alzaba el castrum sobre el nivel del r¨ªo le permit¨ªa tener un amplio control visual de las tierras de la vega del Jarama, mientras que su muralla, situada en el cerro m¨¢s septentrional, le confer¨ªa una poderosa protecci¨®n para resguardar a su poblaci¨®n y los productos almacenados.
Seg¨²n el estudio, contaba, al menos, con una puerta de acceso situada al este del recinto. Las prospecciones han permitido, adem¨¢s, precisar las sucesivas ocupaciones de estos cerros, que incluyen objetos del Paleol¨ªtico Medio (hace entre 40.000 y 30.00 a?os), la Edad del Bronce (hace entre 5.000 y 4.000 a?os), la Segunda Edad del Hierro (siglo IV-II a. C), el Alto Imperio (siglo I), la fase isl¨¢mica, desde el siglo IX al XI, y una presencia que llega hasta la Baja Edad Media (siglo XIV), aparte del periodo tardoantiguo.
En total, suman m¨¢s de tres centenares los fragmentos cer¨¢micos hallados de distintas ¨¦pocas. De entre todos, destacan los de origen africano y focense (Focea, Asia Menor) fechados tambi¨¦n en ¨¦poca tardoantigua. ¡°A pesar del aspecto humilde de los materiales, su reducido n¨²mero y su fragmentaci¨®n, la significaci¨®n de los mismos en este territorio es realmente extraordinaria¡±, incluyendo terra sigillata africana, del siglo VI, producida en los talleres de Sidi Khalifa en el norte de la actual T¨²nez.
En el 578, el rey visigodo Leovigildo orden¨® levantar Rec¨®polis, una ciudad palatina en la actual Zorita de los Canes (Guadalajara), que ¡°era considerada, como paradigma de las importaciones africanas en el reino visigodo, cuantitativa y cualitativamente, en cuanto a comercio se refiere¡±, entre finales del siglo VI y el VII. Sin embargo, quedaba un vac¨ªo de siglo y medio, al menos, de posibles relaciones comerciales, periodo sobre el que ahora, gracias a La Mara?osa, se podr¨¢ arrojar nueva luz, aunque, de momento, se desconozca el nombre de la gran ciudad comercial de un mundo que se derrumbaba.