Treinta monjes guerreros y un beb¨¦
El estudio arqueol¨®gico sobre el castillo de Zorita de los Canes destapa interrogantes sin resolver, cuatro cementerios de religiones diferentes y una red de t¨²neles desconocidos
Hace seis a?os, la American Foreign Academic Research (AFAR), dirigida por Mat Saunders, y los codirectores arqueol¨®gicos Dionisio Urbina y Catalina Urquijo comenzaron por primera vez a investigar uno de los castillos m¨¢s enigm¨¢ticos de Espa?a, el de Zorita (Guadalajara). Los resultados de sus indagaciones se plasman ahora en el libro El castillo y fortaleza de Zorita de los Canes, donde se anuncian los descubrimientos arqueol¨®gicos e hist¨®ricos que han realizado sobre esta fortaleza en estos a?os y donde tambi¨¦n se plantean preguntas a¨²n sin respuesta: ?Por qu¨¦ se enterr¨® a un beb¨¦ junto a una treintena de monjes guerreros? ?Por qu¨¦ hay cementerios de tres religiones dentro y alrededor de la fortaleza? ?Ad¨®nde llevan las desconocidas galer¨ªas subterr¨¢neas que se han detectado?
En el 711 el general Tariq tom¨® Toledo sin apenas resistencia porque la mayor¨ªa de sus habitantes hab¨ªan huido aterrorizados. Por ello, encamin¨® sus tropas aguas arriba del Tajo persiguiendo a los desesperados fugitivos. Lleg¨® as¨ª al complejo palatino visigodo de Rec¨®polis, en el actual municipio de Zorita de los Canes, y lo conquist¨®. Un siglo despu¨¦s, y a menos de dos kil¨®metros, los musulmanes levantaron una gran fortaleza en un cerro escarpado ¡ªentre los r¨ªos Tajo y Badujo¡ª mucho m¨¢s f¨¢cil de defender que Rec¨®polis y que ir¨¢ cambiando de mano ¡ªde ¨¢rabes a cristianos y viceversa¡ª, con el paso de los siglos al ser castillo de frontera. En 1174, el rey Alfonso VII se lo cede a la reci¨¦n creada Orden militar de Calatrava. Los monjes lo mantendr¨¢n en su poder hasta el reinado de los Reyes Cat¨®licos.
El conjunto monumental de Zorita ¡ªfue declarado Bien de Inter¨¦s Cultural en 1931¡ª lo conforman el castillo (alcazaba), un recinto amurallado dentro del cual viv¨ªan los jud¨ªos por privilegio de Alfonso VII, la antigua medina (ahora la villa de Zorita), el barrio de la alcaicer¨ªa (¨¢rea comercial ¨¢rabe) y el arrabal, habitado por moz¨¢rabes y los mud¨¦jares conversos.
¡°En este microcosmos¡±, explica Urbina, ¡°se contiene la sociedad bajomedieval de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, formada por las tres culturas religiosas, dentro de las cuales podemos establecer la diferenciaci¨®n entre castellanos (caballeros de la Orden de Calatrava) y villanos (habitantes de Zorita)¡±. De hecho, se conocen cuatro cementerios separados: el de los calatravos; el de los jud¨ªos, m¨¢s alejado para que los traslados de los cad¨¢veres no atravesasen terrenos donde viviera gente de otras religiones; el de los musulmanes (en la subida del camino a Rec¨®polis) y el solar donde se daba sepultura a los habitantes no nobles de la villa.
Las causas del declive y de la importancia estrat¨¦gica de Zorita se explican porque la frontera fue desplaz¨¢ndose hacia el sur y porque casi todos los calatravos enviados a la guerra ¡ªposiblemente solo regres¨® uno¡ª fallecieron en la batalla de Aljubarrota (Portugal) en 1385. Pero antes de que pasase todo esto, los caballeros reconstruyeron el castillo con su iglesia cristiana, que fue sede de la orden, y junto al templo, su cementerio.
Las excavaciones han permitido exhumar una treintena de cuerpos de monjes soldado en cuatro niveles, que alcanzan una profundidad de dos metros. Y un beb¨¦. ¡°Es uno de los grandes interrogantes de esta investigaci¨®n¡±, afirma Urbina. ¡°?Qu¨¦ hace un reci¨¦n nacido entre monjes con voto de castidad, aunque fuesen soldados? ?Estar¨¢ junto a ¨¦l el cuerpo de la madre?¡±, se pregunta el investigador que conf¨ªa en poder encontrarlo en pr¨®ximas campa?as.
Los cuerpos exhumados, y dado que tambi¨¦n hab¨ªan realizado voto de pobreza, fueron enterrados sin adornos ni ajuares funerarios, ¨²nicamente con un sudario. Tan solo se han hallado dos hebillas de cintur¨®n de bronce, que indican que el cad¨¢ver se inhum¨® con ropas de guerrero. Curiosamente, en una de las tumbas aparecieron cuatro peque?os dados, ¡°ocupaci¨®n loable para los nobles¡±, seg¨²n el libro de Alfonso X El Sabio El Libro de los juegos de Ajedrez, Dados e Tablas.
En la Edad Media la riqueza del difunto no se med¨ªa por sus pertenencias materiales, sino por la proximidad de la tumba a la iglesia, por lo que, al menos, se construyeron dos arcos solios en la pared del templo para enterrar a un par de individuos. Uno de ellos conserva el ata¨²d de piedra con dos cruces de Calatrava en relieve, mientras que del otro solo se ha localizado la tapa.
¡°A la espera de los resultados de los an¨¢lisis de los restos ¨®seos¡±, avanza Urbina, ¡°se puede decir que se trataba de individuos de baja estatura, no llegando a 1,70 metros. No obstante, hay unos cuerpos m¨¢s fornidos que otros, probablemente porque pertenec¨ªan a caballeros guerreros y no solo a cl¨¦rigos¡±.
Pero los hallazgos no se centran ¨²nicamente en los osarios, sino tambi¨¦n en la iglesia. Bajo su suelo se han encontrado fragmentos de un altar y tres flechas de ballesta. Junto a estas puntas se ha descubierto tambi¨¦n la peque?a talla de madera de un Cristo al que le falta la cara, los brazos y la cruz a la que estaba prendido. La imagen fue tallada entre los siglos XII y XIII.
Las investigaciones, igualmente, han sacado a la luz algo no esperado: desconocidos pasadizos subterr¨¢neos, incluido uno que serv¨ªa ¡°de entrada al castillo¡±. Se trata de un pasillo abovedado subterr¨¢neo, que gira al Este, se ensancha en una peque?a estancia cuadrada sobre la que se abre un lucernario. Desde ella, y bajando unas escaleras, se accede a una sala de nueve por cuatro metros justo debajo el atrio del templo calatravo. Los expertos esperan desentra?ar pronto su enigm¨¢tica funci¨®n.
Un conde en la mazmorra
Se trata de una sala circular subterr¨¢nea con remate de b¨®veda semiesf¨¦rica en cuya clave se conserva la cabeza esculpida de un felino, probablemente una pantera. Solo tiene como aperturas una puerta y una estrecha ventana que da a una explanada. Esta se conoce como el Corral de los Condes, lo ¨²nico que pod¨ªan ver los nobles esperando su destino.
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