M¨¦rida encuentra a sus princesas suevas
Los arque¨®logos desvelan el hallazgo de un conjunto de tumbas de nueve mujeres nobles del siglo V enterradas con espectaculares ajuares de oro y plata
En el siglo V el imperio romano ya solo representaba una sombra de lo que fue. De hecho, Augusta Em¨¦rita (M¨¦rida), la capital de la gran di¨®cesis de Hispania (la Pen¨ªnsula y el norte de ?frica), se ve¨ªa obligada, incluso, a levantar murallas para defenderse de los peligros exteriores que la acechaban. Se desmontaban a toda prisa monumentos funerarios, templos o edificios oficiales para extraer los sillares necesarios para erigir las defensas. Pero de nada sirvi¨®. En el a?o 429, el rey suevo Heremigario logr¨® saquear la urbe. Surgi¨® entonces una nueva clase dirigente, llegada de Europa oriental, que se mantendr¨¢ en el poder, al menos, una d¨¦cada y que enterraba a sus muertos en los suburbios del norte de la ciudad, en lo que ahora es un solar de media hect¨¢rea de la calle de Almendralejo, 41. Y all¨ª, los arque¨®logos del Consorcio de la Ciudad Monumental de M¨¦rida y de la Junta de Extremadura han hallado decenas de enterramientos, de los que nueve corresponden a ¡°princesas¡± suevas, con sus ajuares de oro y plata y que coinciden en su decoraci¨®n con los hallados en lejanos yacimientos de Ucrania, Serbia, Polonia o Rusia. ¡°Nobles j¨®venes extranjeras¡±, las denomina el estudio Novedades en la necr¨®polis tardorromana de M¨¦rida: las princesas b¨¢rbaras, de los arque¨®logos Francisco Javier Heras Mora y Ana Bel¨¦n Olmedo Gracera, donde hacen p¨²blicos los resultados de sus investigaciones.
El suburbio norte de la antigua Em¨¦rita fue durante siglos un ¨¢rea industrial y funeraria, que inclu¨ªa monumentales sepulturas, sencillos dep¨®sitos de cremaciones, inhumaciones infantiles o peque?as fosas cer¨¢micas. A comienzos del V, el barrio sufri¨® un ¡°colapso arquitect¨®nico dr¨¢stico y definitivo, que hizo sucumbir los edificios¡±, al encontrarse extramuros de la ciudad y ser f¨¢cil presa de los ataques. ¡°Uno de los signos m¨¢s definitorios de ese dramatismo pudo ser el conjunto de cuerpos humanos atrapados y abandonados bajo los techos y piezas arquitect¨®nicas de un posible santuario pagano¡±. Pero los derrumbes no provocaron que la zona fuese abandonada en las d¨¦cadas siguientes, sino que durante todo el segundo cuarto del siglo V continu¨® siendo utilizada como necr¨®polis por los nuevos se?ores de la ciudad, los suevos. ¡°Ser¨¢ pues la en¨¦sima vez que este espacio vuelva a su primitivo cometido funerario¡±, se?ala el documento.
Las decenas de cuerpos exhumados aparecieron extendidos sobre la espalda, en posici¨®n de dec¨²bito supino, con los brazos desplegados paralelos al tronco, los miembros inferiores rectos y sin flexionar. Las sepulturas son sencillas: fosas oblongas de ¨¢ngulos redondeados y, en unos pocos casos, con cajas y clavos de hierro que demuestran la existencia de desaparecidos ata¨²des de madera. Y entre todas las tumbas, se ha hallado ¡°un grupo de enterramientos que escapan a lo habitual por los objetos que visten los cuerpos o los acompa?an¡±. Se trata de los restos de nueve j¨®venes que fueron inhumadas con f¨ªbulas, peque?os broches, pendientes, colgantes, collares, anillos, l¨¢minas repujadas, una jarra cer¨¢mica y una copa de vidrio, ¡°lo que diferencia a este grupo del resto¡±.
En concreto, uno de los cuerpos luce ¡°f¨ªbulas plateadas¡± (blechfibeln, en terminolog¨ªa germana), cuyo origen proviene del ¨¢mbito geogr¨¢fico del mar Negro¡± y, en ¨²ltimo t¨¦rmino, de la llamada cultura de Cernajahov. ¡°Es, sin duda¡±, explica el documento, ¡°uno de los m¨¢s destacados exponentes del atuendo femenino y aristocr¨¢tico propio de esas poblaciones que, desde comienzos del siglo V, protagonizaron las grandes migraciones¡± europeas.
Las f¨ªbulas, por ejemplo, ¡°constituyen uno de los artefactos m¨¢s relevantes de los que integran un grupo exclusivo de objetos de adorno personal desde el punto de vista material y cultural¡±. La mayor¨ªa de estos atav¨ªos son parte del ornato personal femenino, del que participan adem¨¢s unos pendientes ¡ªde oro, plata o bronce¡ª cuyo car¨¢cter distintivo es su remate poli¨¦drico. Son sencillos aros formados por una fina varilla de secci¨®n circular, donde uno de sus extremos es un dodecaedro macizo. Agujas de oro semejantes ¡°probablemente sirvieron para asir ropas o mantos, pues suelen aparecer de dos en dos junto al cuello o al pecho de la difunta. Tambi¨¦n son habituales las cuentas de collar con la misma forma, o los juegos de manicura¡±, explican Heras y Olmedo.
Las cuentas de oro tubulares exhumadas son oriundas del ¨¢mbito de Crimea y del mar Negro. ¡°Las diez peque?as l¨¢minas de oro en forma lanceolada, rematadas en filigrana y con incrustaci¨®n de granate, aparecidas son parte del atuendo aristocr¨¢tico. Son muy parecidas a las que se guardan en el Museo de Cracovia¡±, se lee en el art¨ªculo. En cambio, otra de las j¨®venes exhumadas portaba f¨ªbulas plateadas sobre los hombros y l¨¢minas de oro repujado ¡ªcuadradas, triangulares, circulares o en doble espiral¨D, lo que lleva a los arque¨®logos a referirse a contextos funerarios de Ucrania, Hungr¨ªa, Rumania, Rusia o Polonia.
Tambi¨¦n se ha hallado un broche con forma de insecto acompa?ado de un anillo de oro, a semejanza de los zoomorfos que se encontraron en la tumba del rey franco Childerico (437-481), en Tournai (B¨¦lgica). Como se?alan los autores del estudio, ¡°parece apropiado, y hasta cierto punto l¨®gico, pensar que estos ajuares ¨¢ureos correspondieron a personajes que coparon un lugar principal en la estructura social de la comunidad emeritense¡±, y cuyos ¡°atributos exclusivos y de alto coste econ¨®mico demostraban su estatus social¡±.
¡°No son romanas¡±, contin¨²a el trabajo, ¡°quienes se visten completamente a la moda b¨¢rbara. Alguna de estas tumbas es fiel reproducci¨®n ¡ªo comparable¡ª de otros conjuntos de gentes orientales durante la primera mitad de ese siglo V a trav¨¦s de Europa central¡±. Y concluye: ¡°Son, por tanto, llegados de fuera quienes se entierran en este lugar, al modo como lo hac¨ªan en su lugar de procedencia, sin negar tampoco que esa forma hubiera sido alterada con el paso de los a?os con la interacci¨®n cultural o con la creciente lejan¨ªa geogr¨¢fica de la que partieron¡± las princesas b¨¢rbaras o sus antepasados.
Babelia
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