De la sonrisa de su mujer a la vanguardia que beb¨ªa y fumaba: los enormes retratos de Alex Katz toman el Thyssen
El artista estadounidense, leyenda viva de la figuraci¨®n y pionero del arte pop, protagoniza su primera retrospectiva en Espa?a. Borja y Blanca Thyssen-Bornemisza adquieren una de sus obras, que ceder¨¢n en dep¨®sito al museo
En la d¨¦cada de los cincuenta, en un momento en el que el informalismo y la pintura mat¨¦rica que encapsularon el trauma de la Segunda Guerra Mundial daban paso a un expresionismo abstracto tan furioso como estudiadamente an¨¢rquico, un joven Alex Katz (Nueva York, 94 a?os) prefiri¨® ¡°seguir sus instintos¡± y nadar a contracorriente. Su olfato le dec¨ªa que pintara personas. Paisajes. Como siempre se hab¨ªa hecho, pero con una nueva mirada. Una beca que recibi¨® para una prestigiosa escuela de verano donde los profesores acabaron ¡°copiando sus colores¡±, seg¨²n recuerda ¨¦l mismo a sus 94 a?os, le confirm¨® que la corazonada era buena.
Poco tiempo despu¨¦s, ¡°a los veintimuchos¡±, Katz ya era conocido en los c¨ªrculos art¨ªsticos y po¨¦ticos de Nueva York. ¡°Ah¨ª me di cuenta de que nunca m¨¢s tendr¨ªa que preocuparme por nada¡±, bromea. Lo cierto es que no tard¨® en coronarse como uno de los referentes de la vuelta a la pintura figurativa a gran escala de la segunda mitad del siglo XX. Tambi¨¦n se le considera un pionero del arte pop por sus colores luminosos y sus l¨ªneas sint¨¦ticas, as¨ª como un maestro del retrato entendido como un g¨¦nero m¨¢s all¨¢ de lo psicol¨®gico. Siete d¨¦cadas despu¨¦s de aquellos comienzos, Katz no se ha relajado. Al contrario: trabaja ¡°m¨¢s que nunca¡±. Se le ve plet¨®rico, en plena forma, aunque confiesa que, como cualquiera, ha salido ¡°m¨¢s aislado¡± de la pandemia. Con toda una vida a sus espaldas, a¨²n se estrena en algo: por primera vez presenta una retrospectiva en Espa?a, Alex Katz, en el Thyssen-Bornemisza (hasta el 11 de septiembre), una selecci¨®n de cuatro decenas de obras que abarcan las principales etapas que han marcado su trayectoria.
Nada m¨¢s comenzar la rueda de prensa, Guillermo Solana, el director art¨ªstico del museo y comisario de la muestra junto al fallecido Tom¨¢s Llorens, advierte de que Katz, sentado junto a ¨¦l y atento a la int¨¦rprete en sus auriculares, es parco en palabras. Unos d¨ªas antes EL PA?S lo hab¨ªa podido constatar: a unas preguntas enviadas por correo electr¨®nico, el artista respondi¨® con apenas unas palabras. Vestido con un traje blanco, camisa negra, corbata granate y unas gafas de sol sobre el cr¨¢neo rasurado, Katz mantiene viva esa leyenda por unos instantes ante los periodistas que han acudido a la presentaci¨®n, donde tambi¨¦n se encuentran Blanca y Borja Thyssen-Bornemisza, as¨ª como el hijo y la nuera del pintor. ¡°La selecci¨®n de obras es bastante buena: quiero dar las gracias a mi familia, porque han hecho casi todo el trabajo, ya que yo estaba muy ocupado pintando¡ ?Y ya est¨¢!¡±, zanj¨®, provocando las risas de los asistentes.
Con las preguntas de Solana, que explic¨® c¨®mo la exposici¨®n estaba prevista originalmente para junio de 2020, y ha tenido que ir sorteando los obst¨¢culos de la pandemia, el encarecimiento de los precios del transporte y la cercan¨ªa de fechas con una pr¨®xima retrospectiva del artista en el Guggenheim de Nueva York (a donde se mandar¨¢n directamente una docena de obras desde el Thyssen), Katz empez¨® a soltarse poco a poco. Al final, interrogado tambi¨¦n por los reporteros, habl¨®, si no largo y tendido, al menos s¨ª m¨¢s all¨¢ de los monos¨ªlabos sobre unos cuantos temas: desde los pormenores de sus jornadas laborales a su visi¨®n sobre la guerra de Ucrania.
¡°Por culpa de la t¨¦cnica, cuando ten¨ªa 20 a?os destru¨ª mil cuadros, pero ahora soy t¨¦cnicamente excelente¡±, presume el artista
De su d¨ªa a d¨ªa, Katz cont¨® que se levanta ¡°siempre a las 7:30, siete d¨ªas a la semana¡±. ¡°Algunas veces trabajo 20 minutos y otros toda la jornada. Soy irregular. Y el trabajo que hago es en parte intelectual y en parte manual¡±, explic¨®. ¡°Por culpa de la t¨¦cnica, cuando ten¨ªa 20 a?os destru¨ª mil cuadros, pero ahora soy t¨¦cnicamente excelente, y no me lleva tiempo¡±. Agradecido de que en setenta a?os de carrera su producci¨®n no haya tenido que verse interrumpida por ¡°guerras o hambrunas¡±, el pintor piensa que Rusia acabar¨¢ reculando en el actual conflicto con Ucrania. ¡°Las victorias de la guerra dependen de la t¨¦cnica, y Rusia parece ir por detr¨¢s de los tiempos en esas cuestiones¡±, apunt¨®, para apostillar: ¡°Aunque los ascensores rusos son excelentes: te montas y no sientes nada¡±. Y m¨¢s carcajadas de los presentes.
Si en otras ocasiones el Thyssen ha organizado sus exposiciones temporales para ampliar la visi¨®n de alguno de los artistas integrados en su colecci¨®n (como las dedicadas a Balthus o Georgia O¡¯Keeffe), en este caso el origen del proyecto se remonta a la ¡°constataci¨®n de una ausencia¡±. Hasta ahora, el Thyssen no pose¨ªa ninguna obra de Katz, pero Borja y Blanca Thyssen acaban de adquirir una pintura para su colecci¨®n personal, Vivien, de 2016, que se puede ver en la muestra y despu¨¦s se quedar¨¢ en dep¨®sito en el museo. La protagonista del cuadro, un retrato m¨²ltiple en el que su rostro aparece cinco veces, es la nuera de Katz (la mujer de su hijo Vincent), que en ¨¦poca reciente ha sustituido a la esposa del artista, Ada del Moro, como la musa de sus famosos y casi siempre sonrientes primeros planos plasmados en lienzos de dimensiones extraordinarias. ¡°He pintado a Ada m¨¢s de mil veces. El amor es la gran inspiraci¨®n de todo¡±, respondi¨® a EL PA?S por correo electr¨®nico.
Los retratos individuales marcan la primera parada en el recorrido por la trayectoria de Katz, que adopt¨® de los expresionistas abstractos la tendencia al formato XXL. ¡°Empec¨¦ pintando desde el inconsciente¡±, ampli¨® sobre sus inicios. ¡°Mientras Pollock se expand¨ªa, yo quer¨ªa encontrar mi estilo¡±. Junto a sus figuras solitarias, trazadas con colores planos, homog¨¦neos, Katz comenz¨® tambi¨¦n a producir retratos grupales en los que reflejaba la vida social de la vanguardia neoyorquina. Su intenci¨®n era captar el gesto que defin¨ªa aquella ¨¦poca, los a?os sesenta, y lo encontr¨® en el acto de ¡°beber y fumar¡±. ¡°Hoy la gente ya no bebe ni fuma. Est¨¢n m¨¢s aislados, y yo tambi¨¦n lo estoy¡±. Sus paisajes, que invitan al espectador a meterse en ellos y perderse, tienen algo de abstracto en la construcci¨®n de las formas con el m¨ªnimo trazo. Y sus cutouts, efigies recortadas y repartidas en un tablero como fichas del juego del Qui¨¦n es qui¨¦n, remiten a la escultura sin salirse de las dos dimensiones de la pintura.
En una etapa de su carrera en la que contin¨²a activo en el circuito de galer¨ªas y a la vez los grandes museos se le rifan para organizar retrospectivas, Katz reconoce que sus ramalazos de inspiraci¨®n no llegan tanto del trabajo duro sino de los momentos en los que simplemente no hace ¡°nada¡±. ¡°Uno tiene una idea de lo que deber¨ªa ser el arte, y de repente ves cosas que conectan con esa idea: la luz que atraviesa una mesa, un gesto, una persona. Es algo inesperado¡±. ?Hay alguna obra capaz de condensar todos los cambios y giros de su trayectoria?, le preguntamos. ¡°No hay ninguna¡±, contesta. ¡°Pero mis favoritas ahora mismo son una serie reciente que he hecho de pinturas acu¨¢ticas¡±. Y, despu¨¦s de todo este tiempo, ?ha llegado a una conclusi¨®n de para qu¨¦ sirve pintar? Vuelve el Alex Katz socarr¨®n, una personalidad que convive con el artista sensible y el poeta visual: ¡°Si tienes que preguntarlo, entonces nunca lo sabr¨¢s¡±.
Babelia
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