P¨ªo XII, un papa entre la santidad y Hitler
La publicaci¨®n de una parte del archivo vaticano del periodo nazi, ordenada por Francisco esta semana, y un nuevo libro reabren el debate sobre el pol¨¦mico silencio de un pont¨ªfice que negoci¨® con el Tercer Reich y no conden¨® el Holocausto


La legendaria diplomacia vaticana ha edificado su relato oficial sobre una historia de austeridad en el lenguaje y una cierta ambig¨¹edad que permitiese tender puentes en situaciones complicadas. Los silencios de un Papa en momentos de conflicto son una norma en la historia del Vaticano que asoma incluso en el momento actual. La versi¨®n menos ben¨¦vola hablar¨ªa tambi¨¦n de una ilusi¨®n de neutralidad interesada para desplegar una exitosa estrategia de supervivencia de 2.000 a?os. El caso de P¨ªo XII, apodado por algunos el Papa de Hitler y considerado por otros un santo que hizo todo lo que pudo en el endiablado momento que le toc¨® vivir, es el mejor ejemplo. La publicaci¨®n online de los archivos secretos del Vaticano relativos a ese periodo, ordenada por el Papa esta semana, y la aparici¨®n de un nuevo libro del historiador David I. Kertzer reabren ahora el debate sobre su silencio durante los horrores del nazismo.
Un Papa en guerra, que se editar¨¢ en Espa?a a finales de a?o y es ya un bestseller en EE UU, no ha entusiasmado a la Santa Sede. L¡¯Osservatore romano, su diario oficial, public¨® una p¨¢gina completa esta semana asegurando que las novedades que Kertzer presenta, especialmente una larga y secreta negociaci¨®n entre Hitler y P¨ªo XII para alcanzar un acuerdo de no agresi¨®n, eran ya conocidas. ¡°La reacci¨®n del Vaticano ha sido negativa, por desgracia. Tambi¨¦n hace dos a?os, cuando publiqu¨¦ la primera pieza sobre los archivos. Representan de modo err¨®neo lo que yo digo. No es verdad, por ejemplo, que estuviera contado o se conociese la negociaci¨®n entre Hitler y el pr¨ªncipe. Encontr¨¦ actas de cosas incre¨ªbles, nunca conocidas. Es triste que no puedan afrontar esta historia y solo sepan negarla. Nada ha cambiado, pero esperaba del papa Francisco otro acercamiento a este tema. No le interesa. Tiene otras batallas que le mantienen ocupado¡±, apunta Kertzer al tel¨¦fono.
El Vaticano, en la misma l¨ªnea defensiva, ha publicado esta semana de forma online una parte de los archivos del periodo de P¨ªo XII ¡ªque ya se abrieron hace dos a?os¡ª que pretenden demostrar que s¨ª ayud¨® a jud¨ªos durante su pontificado. Hay casi 2.700 peticiones de ayuda entre 1939 y 1948 de familias y grupos jud¨ªos, muchos de ellos bautizados cat¨®licos, que forman parte de los 170 vol¨²menes de los archivos reservados del pontificado de P¨ªo XII.
Los nuevos documentos, unos 40.000 archivos digitales, atestiguan como ¡°entre los pasillos de la instituci¨®n al servicio del Pont¨ªfice se trabajaba sin parar para ayudar a los jud¨ªos de forma concreta¡±, asegur¨® el jueves el secretario para las Relaciones con los Estados, Paul Richard Gallagher, ministro de Exteriores de la Santa Sede. Se pierde el rastro de la correspondencia que se mantuvo. Pero muchos de ellos ¡ªla mayor¨ªa fueron jud¨ªos convertidos al catolicismo¡ª sobrevivieron y la Santa Sede da a entender que fue por la intervenci¨®n vaticana.

Eugenio Pacelli lleg¨® al papado despu¨¦s de haber sido el secretario de Estado de P¨ªo XI, un pont¨ªfice inc¨®modo para el fascismo y temido por Hitler. En los ¨²ltimos a?os de su predecesor se publicaron distintos art¨ªculos en el Osservatore romano criticando la persecuci¨®n de los cat¨®licos por el nazismo y sembr¨® la discordia en Alemania, donde un tercio del Tercer Reich pertenec¨ªa a esa confesi¨®n. Y poco antes de morir, recuerda Kertzer en el libro, estaba dispuesto a denunciar tambi¨¦n p¨²blicamente la alianza entre los dictadores italianos y alem¨¢n. Pero P¨ªo XII, que recibi¨® un telegrama de Hitler cuando fue nombrado el 2 de marzo de 1939 felicit¨¢ndole, quiso poner fin a esas tensiones desde el comienzo. Dio orden de terminar con los art¨ªculos cr¨ªticos y de comenzar un proceso de desescalada que encontrar¨ªa su apogeo con la negociaci¨®n que Hitler mantuvo con el Papa a trav¨¦s de un enviado, justo cuando ten¨ªa ya listos los planes para invadir Polonia.
El elegido fue un tipo con un inmejorable pedigr¨ª: el pr¨ªncipe Philipp von Hessen, yerno del rey Vittorio Emanuele III y nieto del emperador Federico III. ¡°La mitad de los ciudadanos del Tercer Reich eran cat¨®licos. El Papa ten¨ªa mucha influencia en Alemania, pero tambi¨¦n en Polonia o Checoslovaquia, que formaban parte ya de ese territorio pol¨ªtico. Lo que quer¨ªa entonces el Papa era un trato mejor a la Iglesia en todas esas tierras. Hitler ve¨ªa dos problemas en un acuerdo. Primero la pol¨ªtica racial, pero eso para el Papa no era un problema: nunca dijo que fuera un obst¨¢culo. Y el segundo era la implicaci¨®n del clero alem¨¢n en la pol¨ªtica, la cr¨ªtica por parte del clero de la pol¨ªtica nazi. El Papa dijo que el clero que no se inmiscuir¨ªa. ¡®D¨ªgame casos y puedo frenarlos¡¯, le transmiti¨®¡±, asegura Kertzer.
Las leyes raciales en Italia, promulgadas por Mussolini en 1938, hab¨ªan ya echado a andar. Y El Vaticano no se hab¨ªa hecho o¨ªr en ese sentido. Tampoco lo hizo Pacelli p¨²blicamente cuando el 16 de octubre de 1943 el Ej¨¦rcito de ocupaci¨®n nazi se llev¨® a 1.038 jud¨ªos del gueto de Roma al campo de exterminio de Auschwitz, pese a que antes de deportarlos estuvieron presos durante 30 horas en el Palazzo Salviati, a medio kil¨®metro del Vaticano. ¡±Hay que entender que las leyes raciales funcionaban desde antes de la guerra. Y se justificaban, en parte, diciendo que hac¨ªan lo que hab¨ªan hecho los papas durante siglos para evitar el contagio de los jud¨ªos. Los nazis usaron luego esa justificaci¨®n durante a?os. Y en la Shoah, quienes asesinaban a peque?os jud¨ªos, eran cristianos. No eran paganos. Por eso el Papa ten¨ªa una responsabilidad para hablar claro¡±, critica Kertzel.
P¨ªo XII nunca fue filonazi. Todo lo contrario. Consideraba que el nazismo era un movimiento pol¨ªtico de ra¨ªz pagana y que maltrataba a los cat¨®licos. Tampoco fue El Papa de Hitler que pint¨® John Cornwell en su libro de 1999. Pero nunca habl¨® claro en este tema para no ofender al genocida alem¨¢n, insiste Kertzer. ¡°Con las leyes raciales no protest¨® porque no era contrario a ellas. ?l no quer¨ªa que hubiera aquel exterminio, por supuesto. Pero tampoco lo denunci¨®, porque era tomar parte en la guerra. El Vaticano pose¨ªa en oto?o de 1942 gran cantidad de informaci¨®n de los asesinatos en masa, como sabemos ahora por sus archivos. Pero cuando Roosevelt le pregunt¨® en esas fechas al Papa si ten¨ªa alguna confirmaci¨®n, decidieron que hubiera sido darle instrumentos para hacer propaganda contra Hitler. Y no quer¨ªan. Como historiador entiendo su l¨®gica. Pero presentar a este Papa como un l¨ªder moral es incompatible con aquel comportamiento¡±.
El relato hist¨®rico sobre P¨ªo XII es tan ambiguo como su gesti¨®n en este asunto. Las cr¨ªticas contra su postura llegaron en gran medida desde la propaganda rusa. Pero tambi¨¦n desde fil¨®sofos como Emmanuel Mounier, como recordaba hace alg¨²n tiempo en un excelente art¨ªculo el historiador y exdirector de L¡¯Osservatore Romano, Giovanni Maria Vian. Muchos insisten en que P¨ªo XII ayud¨® a tantos jud¨ªos como pudo promoviendo su acogida en distintos recintos cat¨®licos, como el historiador Enzo Forcella en La resistencia en el convento (Einaudi, 1999). Tambi¨¦n sabemos ahora, gracias a la publicaci¨®n onlline del archivo, que la Secretar¨ªa de Estado destin¨® a un diplom¨¢tico, Angelo Dell¡¯Acqua, para ocuparse de estas peticiones que llegaban desde toda Europa con el objetivo de ¡°dar toda la ayuda posible¡±. Pero su silencio fue demasiado atronador.

Benedicto XVI fren¨® su beatificaci¨®n, adem¨¢s de pedir que se esperase a la apertura de los archivos para avanzar en ese proceso, dej¨¢ndolo en un simple ¡°venerable¡±. La Iglesia, durante el pontificado de Juan Pablo II, emiti¨® una reflexi¨®n sobre el Holocausto en 1998 que titul¨® Nosotros recordamos. Pero la denuncia hist¨®rica, especialmente por parte del mundo hebreo, subray¨® la falta de una autocr¨ªtica clara y sin apostillas. El silencio de P¨ªo XII fue retratado en abundantes obras, como El Vicario (Grijalbo, 1977), de Rolf Hochhuth. Hannah Arendt la rese?¨® en su ensayo de 1964 El vicario: ?Culpable por su silencio? (Paidos, 2007); y Costa Gavras la utiliz¨® para rodar Am¨¦n (2002).
Kertzer cree que el problema tiene ra¨ªces profundas. ¡°Despu¨¦s de Juan XXIII no hay ning¨²n cambio en estos enfoques. Nosotros recordamos fue una negaci¨®n total de la historia del antisemitismo de la Iglesia, del antisemitismo moderno. Y del hecho de que los nazis y los fascistas la usasen para justificar lo que hicieron. Es una historia inc¨®moda que algunos, como el episcopado alem¨¢n o franc¨¦s, s¨ª han afrontado. Y para m¨ª tiene que ver con una negaci¨®n m¨¢s amplia de la historia de la II Guerra Mundial. Italia misma no afronta su historia. Tengo la impresi¨®n de que los italianos piensan que fueron parte de los aliados de la II Guerra Mundial, y no de Hitler. No hay ni siquiera un instituto de historia del fascismo. Y la curia en esa ¨¦poca era toda italiana¡±, apunta.
El estilo del Vaticano nunca han sido las condenas p¨²blicas solemnes a un bando u otro en determinados conflictos. Tampoco hoy es f¨¢cil encontrarlas, como muchos sectores han criticado a Francisco. ¡°Los invasores esta vez no son cat¨®licos, aunque utilicen la iglesia cristiana para justificar la invasi¨®n. Pero lo que es peligroso es cuando el Papa se?ala a la OTAN como corresponsable de la guerra. En Rusia, donde los medios est¨¢n controlados por el Gobierno, le citan ya para decir que apoya la guerra. Como P¨ªo XII, ha querido decir cosas que los dos lados pod¨ªan citar. Es f¨¢cil acabar siendo objeto de propaganda¡±. La apertura futura de los archivos del periodo actual, qui¨¦n sabe, quiz¨¢ aporte tambi¨¦n todos los datos sobre este momento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
