?ltimos cartuchos: nueva entrega de las cr¨®nicas de Emmanuel Carr¨¨re desde el juicio por los atentados de Par¨ªs
Esta semana, el autor de ¡®El adversario¡¯ y ¡®El reino¡¯ refiere los alegatos finales antes del veredicto
Cap¨ªtulo 37
La semana pasada fue la de los acusados ¡°secundarios¡±, que parad¨®jicamente, corren un gran riesgo. Algunos esperan la absoluci¨®n, todos temen seguir en la c¨¢rcel o algo peor: volver a la celda. Suspense. Por su parte, todos los peces gordos del sumario, Ayari, Bakkali, Krayem, Abrini, Abdeslam, tienen mucho que temer y casi ninguna esperanza. Saben que van a recibir una condena severa, lo saben sus abogados, los alegatos parecen los ¨²ltimos cartuchos. Los m¨¢s admirables no son forzosamente los m¨¢s eficaces, pero ?qu¨¦ posibilidades tienen de serlo cuando los cargos son tan graves y no se dirigen a un jurado popular sino a cinco magistrados profesionales que te ven venir y conocen de antemano todo lo que vas a decirles? Me ha gustado lo que ha dicho Stanislas Eskenazi, el abogado belga de Abrini: ¡°Les ruego que se quiten la toga una vez calificados los hechos. Condenen como seres humanos, no como jueces. De lo contrario, esto no ser¨¢ un tribunal penal¡±.
1. El lanzador de cuchillos
Al ser tan previsibles las apuestas penales, goz¨¢bamos de libertad para apreciar el talento. En las pausas del juicio nos pregunt¨¢bamos: ¡°?Te ha gustado?¡±. Cada uno ha tenido sus penalistas preferidos, cito aqu¨ª dos de los m¨ªos. El primero es Isa Gultaslar, otro abogado belga, defensor de Sofien Ayari. Es un grandull¨®n flaco, de cara afilada, que durante todo el juicio apenas ha abierto la boca. Cuando le toca el turno, nos sorprende entrando en un terreno donde ning¨²n otro ha entrado. No es del todo una defensa de ruptura al estilo de Verg¨¨s, pero casi. Ha empezado hablando de la historia de Hamza, un muchacho sirio de 13 a?os que en marzo de 2011, al comienzo de la ¡°primavera ¨¢rabe¡±, escribi¨® en una pared: ¡°Llegar¨¢ tu hora, doctor¡±. El doctor era Bachar el Asad que, como sabemos, es oftalm¨®logo. Detenido por la polic¨ªa, Hamza fue torturado a muerte y devuelto a su familia con el rostro amoratado, el cuerpo quemado, el cuello roto, el sexo cercenado. Es la manera como Gultaslar nos recuerda que el origen de lo que se juzga en el Viernes 13 es la barbarie del r¨¦gimen sirio, y que lo que impuls¨® a alistarse en el ISIS a tantos j¨®venes musulmanes, como su cliente, no es necesariamente la crueldad ni el fanatismo, sino una leg¨ªtima indignaci¨®n pol¨ªtica. La causa de los atentados, dijo, no es la religi¨®n, sino la guerra. Francia est¨¢ involucrada en Siria y eso se llama estar en guerra, y los cr¨ªmenes cometidos en Par¨ªs por los yihadistas no deber¨ªan competer al Derecho antiterrorista nacional, sino al Derecho internacional de los conflictos armados. Habr¨ªa, pues, que recalificarlos como cr¨ªmenes de guerra. ?Existe la menor posibilidad de que, a ocho d¨ªas del veredicto, se examine esta recalificaci¨®n eventual? ?Arreglar¨ªa la situaci¨®n de Sofien Ayari, ya mal encaminada? Me extra?ar¨ªa, pero hemos asistido a una impresionante lecci¨®n jur¨ªdica, de geopol¨ªtica y de malabarismo oratorio. Al final de la audiencia circulaban rumores sobre este Gultaslar al que muy pocos conoc¨ªan antes de que tomase la palabra. Habr¨ªa formado parte del comit¨¦ de apoyo belga a Oussama Atar antes de que este se convirtiera en el jefe de las operaciones exteriores del ISIS: esto es cierto y acent¨²a su faceta Verg¨¨s. Antes de ser abogado, Gultaslar era un lanzador de cuchillos que actuaba en las ferias. Me lo cont¨® Georges Salines y comprend¨ª que me hab¨ªa tomado el pelo cuando me atrev¨ª a pregunt¨¢rselo al propio interesado. Con una cordialidad jocosa me respondi¨® que no y que tampoco hab¨ªa exhibido osos en ferias de But¨¢n. Aun as¨ª, es de esas personas sobre las que pueden plantearse esta clase de preguntas, y le han aplaudido cuando despu¨¦s de la audiencia ha hecho su entrada en la brasserie Les Deux Palais.
2. Camarader¨ªa
Como yo no estaba aquel d¨ªa, no s¨¦ si aplaudieron a Orly Rezlan en Les Deux Palais, pero se lo merec¨ªa. Es una de las abogadas de Mohamed Bakkali y debo confesar que me resultaba antip¨¢tica. Voz desagradable, tono agrio: en su alegato no ha intentado seducirnos m¨¢s que en sus otras intervenciones a lo largo de la audiencia. Pero a medida que hablaba, su austeridad, la fuerza de su convicci¨®n, su c¨®lera monocorde, hiriente, han ido aumentando sin levantar la voz hasta alcanzar una cualidad tan realmente hipn¨®tica que Soren Seelow, el especialista de terrorismo de Le Monde, se ha aventurado a emplear el adjetivo ¡°aplastante¡±, y era apropiado. El alegato de Orly Rezlan era aplastante. Y tambi¨¦n impecable, y al igual que el de Gultaslar aportaba algo nuevo, algo que no hab¨ªamos o¨ªdo y que no era evidentemente una excusa, sino un elemento explicativo. Gultaslar ha insistido en la indignaci¨®n pol¨ªtica, Rezlan en la mala conciencia que acompa?a a cualquier constante pr¨¢ctica religiosa. ?Somos buenos musulmanes? ?Hemos apoyado suficientemente a los hermanos en el sufrimiento? Cuando otros sufren y combaten, ?no es vergonzoso estar escondido? Estos cuestionamentos no son ignominiosos, pero Rezlan no se ha detenido ah¨ª. En lugar de citar a Camus, como ha sido citado hasta la n¨¢usea, ha ido a buscar una referencia esclarecedora en Historia de un alem¨¢n, de Sebastian Haffner, uno de los grandes libros sobre el ascenso del nazismo. Haffner era un joven jurista, mira por d¨®nde, que ha contado e intentado comprender por qu¨¦ tantos j¨®venes de su edad, que no eran psic¨®patas y ni siquiera extremistas, se dejaron arrastrar por la maquinaria del odio. Dice que para muchos de ellos el resorte fue la camarader¨ªa. Compartes un ideal, comulgas con la indignaci¨®n, adherirse a los valores del grupo es mostrar que eres buena persona. Es delicado sostener que se puede participar en atentados o en un genocidio porque tienes buen coraz¨®n, pero s¨ª es sostenible que lo haces porque eres un buen camarada.
3. La aut¨¦ntica cadena perpetua
Para acabar intervinieron Martin Vettes y Olivia Ronen, los dos j¨®venes abogados de Abdeslam. M¨¢xima afluencia. Su exposici¨®n fue buena, muy buena, y la de Ronen, en su ¨²ltimo cuarto de hora, realmente inspirada. Sus alegatos han sido largos, valientes, pero el verdadero combate de ambos, el que tiene posibilidad de prosperar, es contra la cadena perpetua irreductible que pide la fiscal¨ªa. Una leyenda afirma que Robert Badinter arranc¨® la abolici¨®n de la pena de muerte a cambio de la instauraci¨®n de esta ¡°aut¨¦ntica perpetua¡±: entras y ya no sales nunca. No es verdad, Badinter siempre rechaz¨® la sustituci¨®n de un suplicio por otro. Y si esta pena m¨¢xima se ha dictado cuatro veces desde 1994, fue una sentencia impuesta a s¨¢dicos o grandes pervertidos de una peligrosidad extrema, como Michel Fourniret. Abdeslam merece una condena severa, nadie dice lo contrario, pero Abdeslam no es Fourniret. No lo son tampoco Abdelhamid Abaaoud ni Oussama Atar. Condenarle a esta perpetua, que es aterradora, ser¨ªa en nombre de la ejemplaridad burlarse de la proporcionalidad de las sentencias, gracias a lo cual Ronen ha concluido: ¡°Si acatan a la fiscal¨ªa, habr¨¢ ganado el terrorismo¡±.
4. Dos reparos
No me gust¨® este final. Oponerse a los fiscales es la funci¨®n de la defensa. Ronen la asume con vehemencia, muy bien. Pero su alegato, por lo dem¨¢s espl¨¦ndido, ha sido de cabo a rabo m¨¢s insultante que mordaz, y me ha parecido una l¨¢stima. Se puede considerar excesivamente severo el requerimiento del tr¨ªo Hennetier-Braconnay-Le Bris. Yo tambi¨¦n espero que no prosperar¨¢ en lo relativo a la ¡°aut¨¦ntica¡± cadena perpetua. Pero no se puede decir que hayan sido mediocres, demagogos y a¨²n menos la palabra que Ronen ha pronunciado: ¡°Innobles¡±. No, la verdad. Al contrario, el alto nivel de la acusaci¨®n ha sido uno de los logros del Viernes 13. Y, ya que pongo reparos, pondr¨¦ otro. Las ¨²ltimas palabras del presidente han sido para advertirnos de que el veredicto, previsto para el mi¨¦rcoles 29 de junio, a partir de las 17.00, se emitir¨¢ sin duda a altas horas de la tarde. ¡°S¨¦ muy bien¡±, ha a?adido, ¡°que esta espera ser¨¢ penosa para las partes civiles y que no facilitar¨¢ la tarea de los medios de comunicaci¨®n, pero no tenemos elecci¨®n¡±. Muy bien, asimismo. Lo que me parece una l¨¢stima es haber olvidado que esta espera ser¨¢ tambi¨¦n penosa para los acusados.
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