Gaspard Koenig, fil¨®sofo y jinete: ¡°Ir despacio es un lujo de la modernidad¡±
El ensayista liberal cruza Europa a caballo siguiendo los pasos de Michel de Montaigne en el siglo XVI
A lomos de la yegua Destinada y siguiendo los pasos del fil¨®sofo Michel de Montaigne en 1580, Gaspard Koenig (Neuilly-sur-Seine, 40 a?os) recorri¨® en 2020 Europa, desde Burdeos a Roma, pasando por Alemania. Cinco meses, 2.500 kil¨®metros. Koenig, fundador del laboratorio de ideas liberal G¨¦n¨¦ration Libre, lo cuenta en Notre vagabonde libert¨¦ (Nuestra libertad vagabunda, no traducido al espa?ol), un libro de viajes, pero tambi¨¦n de filosof¨ªa. Y de pol¨ªtica: al regresar decidi¨® presentarse a las elecciones presidenciales. No recogi¨® el n¨²mero de firmas suficientes.
Pregunta. ?Por qu¨¦ a caballo?
Respuesta. Cuando me apetece explorar filos¨®ficamente un tema, pienso en un viaje, un reportaje, una aventura. Me permite mezclar las ideas con la realidad, la teor¨ªa con la pr¨¢ctica, como los fil¨®sofos griegos que se paseaban por la ciudad. Mi anterior viaje era por el planeta entero y trataba de la inteligencia artificial. Ahora quer¨ªa hacer lo contrario del mundo predecible de los algoritmos. Se trataba de introducir en nuestro entorno m¨¢s pr¨®ximo un elemento perturbador. Cuando vas a caballo por Francia es el caos. Aunque es un pa¨ªs tan ordenado y regulado, nada est¨¢ previsto para ¨¦l.
P. ?El caballo crea el caos?
R. Sucede lo inesperado. Aprendes a no planificar demasiado, a dejarte seducir por las circunstancias. Tambi¨¦n es una manera de aproximarse a la gente: hay que solicitar ayuda y el caballo atrae una cierta simpat¨ªa.
P. Con el caballo vagabundea.
R. El vagabundo no es un mendigo: ha decidido ser n¨®mada. La gente le habla de sus cosas: es como un psicoanalista ambulante. M¨¢s que al objetivo est¨¢ apegado al camino, y lo disfruta. En un mundo tan regulado por la norma del Estado y por los algoritmos, es importante reencontrar la facultad de cambiar de direcci¨®n. Montaigne dice que es la mejor manera de no aburrirse. Dice que el aburrimiento es la l¨ªnea recta, porque en la l¨ªnea recta se ve el objetivo y cada nuevo paso es un paso perdido. En un camino serpenteante dentro de un bosque, no vemos el final y cada momento es una sorpresa, un descubrimiento: no te aburres.
P. ?C¨®mo se ve el mundo desde el caballo?
R. Lo primero es que est¨¢s arriba: ves muchas cosas que la gente no ve. Por ejemplo: la gente protege sus casas con setos de altura humana, y desde el caballo se ve qu¨¦ sucede dentro: tiene un lado voyeur. Lo segundo es que el olor del caballo es m¨¢s fuerte que el del jinete. Con su olor, el caballo, que no es un depredador, oculta el olor del ser humano, que s¨ª lo es. Por eso puedes ver de m¨¢s cerca a los animales del bosque, ciervos o esquiroles: estos no huelen al jinete, huelen solo el caballo. Y, al no ser este un depredador, no desconf¨ªan de ¨¦l. Es como si el caballo te invitase a una fiesta sorpresa y te introdujese en la naturaleza.
P. ?Sobre el caballo se redescubre la lentitud?
R. La gente me dice a veces: ¡°Usted reencuentra as¨ª la lentitud de anta?o¡±. No es as¨ª. Montaigne hac¨ªa etapas tres veces m¨¢s r¨¢pidas que las m¨ªas: cambiaba de caballo varias veces al d¨ªa, iba acompa?ado de un equipo, avanzaba en l¨ªnea recta por lo que hoy ser¨ªan las autopistas. En aquella ¨¦poca se iba r¨¢pido, se buscaba la velocidad. Porque el deseo de velocidad apareci¨® antes de la mecanizaci¨®n, como explic¨® el historiador Christophe Studeny en La invenci¨®n de la velocidad. La m¨¢quina de vapor se invent¨® porque hab¨ªa un deseo de velocidad, no a la inversa. Ir despacio es el lujo que nos ofrece la modernidad. Las cosas hoy son m¨¢s seguras. En la ¨¦poca de Montaigne hab¨ªa bandas que recorr¨ªan el pa¨ªs y te pod¨ªan desvalijar. Y tenemos m¨¢s tiempo libre, una conquista bastante reciente. Nuestros ancestros necesitaban ganar tiempo permanentemente, ir r¨¢pido. Nosotros, gracias a haber alcanzado este punto de prosperidad, podemos por fin tomarnos nuestro tiempo.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.