Feria de Bilbao: danza ecuestre

Aunque pueda parecer un argumento repetido y cansino, cierto es que los espect¨¢culos de rejoneo son cada vez menos emocionantes, y el toreo a caballo ha sido sustituido por una exhibici¨®n ecuestre de magn¨ªficos ejemplares espectacularmente domados ante una selecci¨®n de toros escogidos de hierros muy se?alados que no presentan, en apariencia, dificultad alguna para caballeros y amazonas que andan por el ruedo como por el patio de su casa.

Si no hay toro, no hay emoci¨®n; existe el riesgo, pero no la sensaci¨®n de peligro. Se nota a leguas que los toreros a caballo no necesitan esforzarse, ni pasan apuros, y toda su labor bien parece un juego o un entrenamiento con p¨²blico, que suele resultar bonito, pero que no dice nada.

Se acusa, y con raz¨®n, a las figuras del toreo a pie, su desmedida exigencia para enfrentarse a ganader¨ªas comerciales y con contrastado pedigr¨ª de nobleza, pero m¨¢s acusado es, quiz¨¢, el pecado en esta variedad taurina. Rara vez se anuncia un espect¨¢culo de rejoneo con reses m¨¢s all¨¢ de las dos o tres ganader¨ªas conocidas y repetidas hasta la saciedad: toros con las fuerzas muy justas, desbordante nobleza y movilidad ajustada a la necesidad de lucimiento de los caballos. A los de Ferm¨ªn Boh¨®rquez, nacidos y criados para no molestar y ser colaboradores impenitentes, les falt¨® la chispa imprescindible en el toreo.

As¨ª, Hermoso de Mendoza, padre, se encontr¨® en primer lugar con un merengue con el que se entren¨® sin despeinarse. Su maestr¨ªa y experiencia bastaron para andar por el ruedo sin exponer un alamar. El cuarto ten¨ªa menos intenci¨®n de colaborar, se par¨® a mitad de faena, y el caballero no lleg¨® a entenderse con uno de sus caballos ¡ªo el caballo con ¨¦l¡ª, de modo que abus¨® de las pasadas en falso en banderillas y todo qued¨® un poco descafeinado. Lo curioso es que pase¨® una oreja de cada toro cuando la impresi¨®n existente es que no hab¨ªa mayor¨ªa de pa?uelos en los tendidos, accidente que el exigente presidente, Mat¨ªas Gonz¨¢lez, pas¨® por alto.

Otro ap¨¦ndice pase¨® del quinto Lea Vicens por id¨¦nticos motivos que su compa?ero: estuvo correcta, sin exponer en demas¨ªa, como es habitual en ella. En el segundo, templ¨® bien ante un animal tan generoso como los dem¨¢s, pero mat¨® mal y se qued¨® sin trofeo; no se salv¨®, sin embargo, de un susto al ser arrollada por el toro en un arre¨®n antes de doblar, sin mayores consecuencias.

Y no cort¨® orejas Guillermo, lo cual es noticia. Ciertamente, es un joven rejoneador muy aventajado y con cualidades innatas para el toreo a caballo. Fue m¨¢s espectacular que sus compa?eros ante el tercero, el de mayor movilidad de la tarde, se luci¨® con las hermosinas a lomos de Berl¨ªn, y quebr¨® con acierto en banderillas con Ecuador. A pesar de que enardeci¨® a la plaza con un buen par de banderillas cortas a dos manos, el p¨¦simo manejo del verduguillo redujo su balance a una ovaci¨®n al rev¨¦s; es decir, sali¨® al tercio para que lo ovacionaran. El sexto era un manso y descastado toro con el que no desenton¨® y volvi¨® a matar mal.

En fin, que alguien deber¨ªa pensar en elegir otros ejemplares para que el rejoneo recupere la emoci¨®n perdida; si no es as¨ª, el que se perder¨¢ ser¨¢ el toreo a caballo, o quedar¨¢ reducido a una lucida danza ecuestre, como la que ha estrenado esta feria de Bilbao.