¡°Sof¨ªa Loren s¨ª, Montini no¡±: historia de un secuestro
Hace 60 a?os los anarquistas raptaron al vicec¨®nsul Isu El¨ªas y pidieron a cambio la libertad de tres de sus camaradas, uno de los cuales, Jordi Conill, pod¨ªa ser condenado a muerte
La primera opci¨®n no era el secuestro. Cuando a mediados de septiembre de 1962 leyeron en un breve de Le Monde que la polic¨ªa franquista hab¨ªa detenido a los tres camaradas anarquistas que hab¨ªan conocido en Barcelona, redactaron una nota de protesta para que la suscribiesen juventudes politizadas de Mil¨¢n. No obtuvieron impacto alguno. Se intent¨® que el obispo Montini hiciese un pronunciamiento, pero, de entrada, les hizo saber que no quer¨ªa entrometerse en asuntos pol¨ªticos. Entonces optaron por una acci¨®n de mayor impacto: el secuestro de un diplom¨¢tico espa?ol, el vicec¨®nsul Isu El¨ªas. Consiguieron armas, le llamaron simulando que el d¨ªa despu¨¦s deb¨ªa reunirse con el alcalde y que un coche oficial lo llevar¨ªa al restaurante. El 28 de septiembre lo raptaron. Al subir al coche le apuntaron con dos pistolas y le vendaron los ojos. Desde el aeropuerto de Orly se mand¨® un comunicado. Lo liberar¨ªan a cambio de la libertad de los tres anarquistas, uno de los cuales ¨DJordi Conill¨D pod¨ªa ser condenado a muerte.
Campa?a anarquista
A finales del verano de 1961 el exilio libertario espa?ol impuls¨® una nueva estrategia para acabar con la dictadura. Se cre¨® la Secci¨®n DI (Defensa Interior). Seg¨²n expuso el hist¨®rico dirigente anarquista Juan Garc¨ªa Oliver en una reuni¨®n confidencial, su prop¨®sito era ¡°crear una situaci¨®n verdaderamente subversiva¡±. A finales de mayo de 1962 se decidi¨® que empezase la acci¨®n. Durante los tres meses siguientes estallaron explosivos en distintos lugares de Espa?a. Los primeros en Madrid, luego en Barcelona, tambi¨¦n en el Valle de los Ca¨ªdos. El 19 de agosto hubo un intento de atentado para matar a Franco en San Sebasti¨¢n al hacer explotar una bomba cerca del Palacio de Ayete. Fue la acci¨®n mejor preparada, con la carga explosiva m¨¢s potente y la que puso a la dictadura definitivamente en alerta.
En ese clima se celebr¨® un mitin de solidaridad del anarquismo franc¨¦s con el pueblo espa?ol en Toulouse ¨Dn¨²cleo cl¨¢sico de la conspiraci¨®n del exilio antifranquista¨D. El Palis des Sports se llen¨® hasta los topes. El ¨²ltimo ponente era Germinal Esgleas, compa?ero de Federica Montseny y uno de los tres redactores del dictamen para la creaci¨®n de la DI. Sus palabras finales expresaban un ut¨®pico deseo revolucionario: ¡°?Ojal¨¢ pueda producirse un 19 de julio universal!¡±. Al cabo de un mes, otra vez en Toulouse, un nuevo encuentro anarquista: el Pleno Intercontinental de N¨²cleos de la CNT de Espa?a en el Exilio. Uno de los temas de conversaci¨®n entre bastidores, m¨¢s all¨¢ de discusiones indescifrables, era la desaparici¨®n de una libreta en la playa de Barcar¨¨s.
Fue Salvador Gurucharri, que estuvo all¨ª, quien mejor describi¨® ese activismo en Insurgencia libertaria. All¨ª desvel¨® que en algunas acampadas de las playas mediterr¨¢neas del sur de Francia se preparaban las actividades clandestinas que se realizar¨ªan en Espa?a. Los encargados de cruzar con los explosivos y colocar las bombas eran anarquistas, pero no eran espa?oles. A uno italiano le explicaron all¨ª el funcionamiento del mecanismo de explosi¨®n y un militante del interior ¨DJacinto Guerrero Lucas, El Peque¨D especific¨® el lugar donde deb¨ªa colocar la bomba en Valencia: el 15 de julio estall¨® junto a las Casas Consistoriales. Fue la libreta de El Peque la que desapareci¨®.
En esa libreta estaban los nombres y las direcciones de algunos destacados militantes anarquistas del interior. Para hablar de las posibles consecuencias policiales de esa desaparici¨®n, a finales de agosto se organiz¨® una nueva reuni¨®n en Toulouse. Asistieron dos militantes de Zaragoza ¨Duno de ellos, Eliseo Bayo¨D y otro de Barcelona. Era Jordi Conill. Ten¨ªa 24 a?os, era estudiante de qu¨ªmica, pertenec¨ªa a una familia de tradici¨®n anarquista y en Barcelona militaba en las juventudes junto a Antonio Mur y Marcelino Jim¨¦nez. No estaban org¨¢nicamente vinculados a Defensa Interior. No formaban parte de la campa?a de subversi¨®n armada. Su funci¨®n era m¨¢s modesta: propaganda y organizaci¨®n. Por ello ese verano, por ejemplo, hab¨ªan recibido a esos anarquistas milaneses con los que confraternizaron. Y adem¨¢s Conill quer¨ªa entrar en acci¨®n.
Finales de agosto de 1962 en Toulouse. El tema de la reuni¨®n era discutir sobre la posibilidad que la polic¨ªa espa?ola hubiese obtenido informaci¨®n precisa sobre los integrantes de los n¨²cleos de j¨®venes anarquistas. Deber¨ªan cambiarse los buzones secretos en los que se recib¨ªan mensajes y cambiar tambi¨¦n los procedimientos de contacto. A los j¨®venes se les recomend¨® que durante unas semanas se quedasen en Francia esperando cu¨¢l era el desarrollo de los acontecimientos en Espa?a. A Conill, que reclam¨® armas, y a Bayo les pareci¨® que tantas prevenciones eran excesivas. Al volver a sus respectivas ciudades fueron detenidos. Hab¨ªan ca¨ªdo anarquistas en Madrid, Zaragoza y Barcelona. El golpe para la CNT fue duro.
La noticia de la detenci¨®n de los anarquistas catalanes tard¨® un par de semanas en hacerse p¨²blica. El d¨ªa 19 la dio la agencia Cifra y ABC. El d¨ªa 20 se public¨® en Le Monde. All¨ª la leyeron los anarquistas de Mil¨¢n.
Noticia de un secuestro
Durante las tres semanas siguientes se aceleran los hechos. El 22 de septiembre se celebr¨® un consejo de guerra sumar¨ªsimo en Barcelona. El abogado general pidi¨® pena de muerte, acusados de haber colocado las bombas de Barcelona hac¨ªa dos meses, pero el Tribunal Militar conden¨® a 30 a?os de c¨¢rcel a Conill, 25 a Jim¨¦nez, 18 a Mur. El capit¨¢n general de Catalu?a no quiso firmar el fallo y la causa pas¨® as¨ª al Consejo Superior de Justicia, con lo que desde el d¨ªa 23 era plausible que finalmente Conill s¨ª ser¨ªa condenado a muerte. Deber¨ªa ser juzgado de nuevo.
Al acelerarse los hechos y esperando que fuese juzgado de nuevo, los rumores sobre su condena a muerte se multiplicaron. Esta realidad se solap¨® a otra tr¨¢gica: las riadas en el Vall¨¦s que causaron 700 muertes y enormes p¨¦rdidas materiales. Espa?a viv¨ªa en shock y la suerte de Conill segu¨ªa sin resolverse. En estas circunstancias se activ¨® el grupo anarquista de Mil¨¢n: secuestro del vicec¨®nsul espa?ol. Tras subir al coche y ser enca?onado, se dirigieron a una granja en la zona de Varese. All¨ª estar¨ªa durante unas jornadas de calma tensa. Los secuestradores hicieron llegar una carta del vicec¨®nsul a su mujer certificando que estaba bien. Sus intenciones estaban claras: la libertad de Conill. Adem¨¢s hubo manifestaciones antifranquistas ante el consulado espa?ol en Mil¨¢n pidiendo que el anarquista catal¨¢n no fuese condenado a muerte.
En Barcelona, paralelamente, el abogado antifranquista Josep Benet, a petici¨®n de la hermana de Conill, activa una campa?a de defensa. Redacta papeles clandestinos. ¡°Se ha iniciado en Barcelona una campa?a pidiendo el indulto y clemencia, fund¨¢ndose la petici¨®n en el estado de esp¨ªritu que han producido las pasadas inundaciones: que no haya otra v¨ªctima. Se sabe que el Padre Abad de Montserrat ha escrito en este sentido de clemencia al Jefe del Estado¡±. Benet redacta cartas dirigidas al vicepresidente del gobierno o a la mujer del vicec¨®nsul Elias que firma la hermana de Conill. Tambi¨¦n activa sus relaciones con la democracia cristiana italiana, como acaba de documentar el profesor Giovanni Cattini en la revista Nazioni e Regioni.
El d¨ªa 2 el vicec¨®nsul fue liberado. El d¨ªa 4, desde Madrid, el periodista de Le Monde Jos¨¦ Antonio Novais enviaba a Par¨ªs una breve nota anunciando que el consejo de guerra definitivo se celebrar¨ªa el d¨ªa 5. La sentencia no fue conocida. Eso gener¨® a¨²n m¨¢s inquietud y malestar. En Mil¨¢n hubo nuevas manifestaciones y esta vez s¨ª el cardenal Montini actu¨®. Redact¨® un telegrama dirigido a Franco. Se public¨® en la prensa y en El Pardo se recibi¨® el 7 de octubre. ¡°Que se ahorren vidas humanas¡±, le ped¨ªa, y le dec¨ªa que ¡°el orden p¨²blico en una naci¨®n cat¨®lica puede ser defendido diferentemente que en los pa¨ªses sin fe ni costumbres cristiana¡±. El Ministro de Exteriores Castiella desminti¨® al cardenal. Le hab¨ªan informado mal. Conill no hab¨ªa sido condenado a muerte, se hab¨ªa confirmado la condena a 30 a?os.
La presi¨®n internacional que se consigui¨®, gracias al impacto del secuestro, hab¨ªa tenido consecuencias. Tanto es as¨ª que los jovenzuelos de Falange decidieron manifestarse ante la Embajada italiana en Madrid. Uno de los lemas fue antol¨®gico: ¡°Sof¨ªa Loren s¨ª, Montini no¡±.
Aunque meses despu¨¦s el cardenal Montini se moviliz¨® para que no matasen al dirigente comunista Juli¨¢n Grimau, el franquismo fue implacable, vengativo. Lo que no esperaban es que ese cardenal fuese nombrado Papa tras la muerte de Juan XXIII. Fue el fusilamiento de Grimau lo que llev¨® a Conill, encarcelado en el penal de Burgos, a empezar su militancia en el PSUC, el partido de los comunistas catalanes. Su trayectoria la reconstruy¨® su hija en el documental La cig¨¹e?a de Burgos. Pero lo que nadie pod¨ªa imaginar era lo que parece cada vez m¨¢s demostrado. El Peque ¨Del tipo que perdi¨® la libreta y as¨ª posibilit¨® la desarticulaci¨®n de la joven militancia anarquista y la par¨¢lisis del movimiento¨D probablemente era ya confidente de la polic¨ªa. Muchos a?os despu¨¦s cobr¨® como esp¨ªa y fue un facilitador de la defensa de miembros del GAL en Francia.
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