Hern¨¢n Casciari: ¡°No ha cambiado el oficio de escribir, han cambiado los altavoces¡±
El autor argentino dinamita su trabajo con un gran despliegue multiplataformas. Hiperactivo y amante del campo, donde vive, solo le falta tocar la guitarra sobre un escenario
El escritor Hern¨¢n Casciari (Mercedes, Argentina, 51 a?os) dej¨® de escribir en 2015. Un infarto lo alej¨® forzosamente del tabaco y desde entonces perdi¨® ¡°una ligaz¨®n entre el cerebro y el fumar¡±. Esa creatividad explosiva que volcaba en una p¨¢gina la esparci¨® en una revista llamada Orsai, una editorial, proyectos audiovisuales y de radio y hasta una web donde maestros y profesores pueden debatir sobre educaci¨®n. Casciari es un hombre orquesta, pero como la m¨²sica no es lo suyo decide fotografiarse en un teatro de Rosario (norte) con una guitarra entre las manos. En 2000 se mud¨® a Barcelona y tuvo una hija catalana. Cuando regres¨® a Argentina, ya divorciado, se instal¨® en San Antonio de Areco, un pueblo a 110 kil¨®metros de Buenos Aires. Desde all¨ª maneja sus negocios ¡°rodeado de pajaritos¡±.
Pregunta. ?Se considera a¨²n un escritor?
Respuesta. Sigo siendo un escritor. Hay m¨²ltiples formas de contar una historia y yo siempre cuento historias, pero no las cuento m¨¢s en un formato siglo XX. Sigo sacando libros, pero esos libros son al mismo tiempo audiolibros, podcasts, pel¨ªculas o series de televisi¨®n, obras de teatro, unipersonales. Son las diferentes maneras en que la gente se siente receptiva a que le cuenten una historia y ah¨ª estoy. No es que haya cambiado mi oficio, sino que han cambiado los altavoces.
P. ?C¨®mo afecta a esas historias el altavoz?
R. Lo que cambia es la extensi¨®n y la oralidad. Ten¨¦s que saber adem¨¢s a qui¨¦n le est¨¢s hablando y, sobre todo, d¨®nde est¨¢ la persona a la que le est¨¢s hablando. Si est¨¢ un domingo a la tarde con todo el tiempo del mundo para leer una descripci¨®n de cinco p¨¢ginas, o si va a cambiar r¨¢pidamente de dial o de pesta?a y est¨¢s aburri¨¦ndolo con una descripci¨®n.
P. ?Atrapar al lector es ahora m¨¢s dif¨ªcil?
R. Hay que ser m¨¢s contundente, porque tambi¨¦n tus tiempos han cambiado. Si s¨¦ que he perdido la concentraci¨®n porque me est¨¢n bombardeando desde formatos m¨²ltiples, tambi¨¦n tengo que entender que al que le hablo le pasa lo mismo. No puedo ser tan pedante de sospechar que me van a escuchar dos horas y media describiendo el gesto de un personaje.
P. ?Y c¨®mo se es m¨¢s contundente?
R. El efecto de edici¨®n es maravilloso. Yo he editado cuentos m¨ªos que le¨ªdos en su versi¨®n original duran entre 17 y 22 minutos y los he dejado en cuatro minutos. Puedo asegurar que son mejores cuentos.
P. ?Hay forma de acercar a los j¨®venes a la lectura?
R. Me parece que no hace falta m¨¢s leer. Si nosotros usamos toda nuestra energ¨ªa para que los j¨®venes lean, le damos m¨¢s importancia a un formato que a un contenido. ?Por qu¨¦ nos agarramos tan fuerte de la palabra libro o la palabra lectura? Lectura es poner todos los sentidos durante un tiempo largo en una sola cosa y hoy la ventaja competitiva es poder concentrarse en muchas cosas. No tenemos que ser adalides de un formato, tenemos que ser adalides de un concepto.
P. ?C¨®mo nace la necesidad de romper con la industria editorial?
R. La necesidad nace el 30 de septiembre de 2010, cuando subo a mi blog una carta que titulo Renuncio, donde renuncio a EL PA?S, a La Naci¨®n y a cuatro editoriales donde se editaban mis novelas y cuentos. Fue por una necesidad muy fuerte de libertad, pero no en el sentido ¨¦pico. Yo escrib¨ªa una columna y se acortaba porque entraba publicidad; despu¨¦s vino la crisis y achicaron el n¨²mero de p¨¢ginas. Por eso decid¨ª hacer medios sin publicidad y empezamos a hacer la revista Orsai: 212 p¨¢ginas con gente bien pagada y sin una sola publicidad. Y despu¨¦s la editorial, que es hija tambi¨¦n de hacer lo contrario de lo que hacen las grandes editoriales: no atar al autor, pagarle el 50% del precio de venta al p¨²blico, hacerlo inmediatamente y no por semestre.
P. ?Y c¨®mo se consiguen los recursos?
R. Sin codicia. Orsai escribe 6.000 ejemplares, ni uno m¨¢s, porque con 6.000 se alcanza la rentabilidad. No queda ni un centavo como ganancia, pero no importa porque hacemos una revista maravillosa y funciona.
P. ?Por eso la gente apuesta por sus proyectos?
R. La gente apuesta porque le parece divertido el producto. Cuando sienta que no tiene sentido, deja de comprarlo.
P. ?Es m¨¢s f¨¢cil armar un esquema as¨ª desde la periferia, en un pa¨ªs como Argentina?
R. No es m¨¢s f¨¢cil, es m¨¢s divertido.
P. ?Qu¨¦ le divierte?
R. Todo lo que hago me divierte. El descubrimiento es que solo soy rentable si me divierto. En 2007 agarr¨¦ un trabajo que me aburri¨® y lo hice mal. Entonces la soluci¨®n es no agarrar cosas por plata. Cuando hago cosas por diversi¨®n es tanto el est¨ªmulo que el otro se da cuenta y la cosa empieza a funcionar.
P. Hace un espect¨¢culo teatral con su madre. ?C¨®mo la convenci¨® para que se subiera a un escenario?
R. Hay que convencerla para que se baje. Estudi¨® teatro desde que se cas¨® en Mercedes y mi pap¨¢ nunca la acompa?¨®. Ella est¨¢ viviendo una revancha, desde el d¨ªa uno que le dije que quer¨ªa hacer esto estaba maquillada y arriba del escenario. Es todo para generar recuerdos entre nosotros.
P. En 2015 tuvo un infarto y cuando sali¨®, public¨® un libro de cuentos. ?Fue una terapia o una necesidad?
R. Tuve un infarto a finales de 2015 en Montevideo y el m¨¦dico me dijo que si fumaba un cigarro m¨¢s me mor¨ªa. Y me lo tom¨¦ en serio. El libro se llama El infarto de mi vida y tiene un solo cuento nuevo, que es el cuento del infarto. Luego tiene un cap¨ªtulo que se llama Preinfarto, donde pongo los cuentos que escrib¨ª antes, y otro que se llama Posinfarto, donde cuento todos los intentos que hice para escribir el cuento que se publicaba los domingos en el diario El Mundo y que no pude escribir porque ya no fumaba. Sin fumar escrib¨ªa sin ganas. Hab¨ªa una ligaz¨®n en el cerebro entre escribir y fumar.
P. ?Pudo resolverlo?
R. No regres¨¦ a la escritura nunca m¨¢s y gracias a eso hago todo lo que hago. La escritura me ataba a una sola actividad y adem¨¢s me conectaba much¨ªsimo con la marihuana. Y la marihuana te hace escribir cuentos entretenidos, pero ya no pod¨¦s hacer otra cosa durante todo el d¨ªa. La ausencia de la marihuana me activ¨® la multiactividad.
P. ?C¨®mo vive una persona hiperactiva en una ciudad rural?
R. Esto es el campo, es la nada, miro para all¨¢ y solo veo ¨¢rboles. Vivo a 108 kil¨®metros de la tienda Orsai. En ese lugar trabaja un mont¨®n de gente, cada gerente tiene sus empleados, hay computadoras. Solo viajo los mi¨¦rcoles para hacer un programa de radio en Buenos Aires y aprovecho para hacer un mont¨®n de cosas. Es mi ¨²nico d¨ªa de adrenalina porte?a.
P. ?Logr¨® que el trabajo no le exija tanta adrenalina?
R. Es que ya estoy envejeciendo, en un sentido de actividad. Mi actividad es tener ideas y haber tenido la suerte y un poco de talento para tener un equipo de gente que me entienda.
P. ?Hay un regreso a los pueblos?
R. Irse de la ciudad es necesario, sobre todo cuando ten¨¦s trabajos que se pueden hacer desde cualquier lado. Yo necesito el campo, pero met¨ª 40 kil¨®metros de fibra ¨®ptica para tener la mejor internet posible. Y estoy en una casa que es mejor que cualquiera que puedas ver en otro lado. Es mejor tener muchas cosas en la cabeza, pero despertarse y escuchar los pajaritos. Esa mezcla es alucinante.
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