Un Orfeo introspectivo abre la temporada de ¨®pera madrile?a
Rafael Villalobos traslada el mito al Nueva York de los noventa, intercambiando algunos s¨ªmbolos, en un montaje en el que no todo funciona
Si el Orfeo del mito deambulaba por diferentes espacios imposibles, la vida y la muerte, el infierno y la bella Tracia, sus consecuencias parecen seguir marcando su recuerdo. El Orph¨¦e franc¨¦s imaginado por Jean Cocteau en los veinte, con la carga emocional de la p¨¦rdida del amante Radiguet, y filmado en el a?o 1950, con el guapo Jean Marais y la misteriosa Mar¨ªa Casares, tambi¨¦n recorre espacios inveros¨ªmiles casi en estado de sonambulismo para concluir que su verdadero amor era La Muerte, mientras que la deseada Euridice era un tost¨®n de esposa.
Philip Glass en 1993 adapt¨® la historia de Cocteau, pr¨¢cticamente palabra por palabra, y llev¨® su fidelidad al punto de hacer su ¨®pera en franc¨¦s. Y como errar parece un destino eterno para este mito, la versi¨®n que propone Rafael Villalobos traslada la ¨®pera al Nueva York de los noventa, intercambiando algunos s¨ªmbolos, espejos por pantallas de televisi¨®n, entorno po¨¦tico por ambiente art¨ªstico de la Gran Manzana...
Todo esto es bastante performativo, es decir, que estar¨ªa bien si estuviera bien, pero no todo funciona en este montaje. Algunas cosas son poco relevantes por m¨¢s que molesten, como la borrosa dicci¨®n francesa del reparto. Algunas otras son m¨¢s delicadas, como la ausencia casi total de algo que sugiera el Nueva York de la ¨¦poca de la composici¨®n de la ¨®pera. Esto tendr¨ªa poca importancia si uno no tuviera que navegar entre el barroquismo del filme de Cocteau y la desnudez casi de garaje de la puesta en escena, cuando la historia, el idioma y los conflictos son los mismos. Es casi como desvestir a un santo para no vestir a ning¨²n otro.
Afortunadamente, lo que le ha faltado en audacia e imaginaci¨®n a Villalobos, lo ha compensado con una direcci¨®n de actores eficaz y muy sugestiva por momentos, especialmente en el final, cuando Orfeo se ve partido por el dilema de una fidelidad aburrida a Euridice y el loco deseo de partir rumbo a no s¨¦ d¨®nde con su adorada Muerte. Dilema resuelto por la l¨²cida Muerte, que hace retornar a la ¡°feliz¡± pareja a su nido; sacrificando amor y destino.
En la parte musical, Glass realiz¨® en esta ¨®pera una alfombra sonora bien tejida desde una simpleza mel¨®dica marca de la casa. No se le puede reprochar a Glass ser fiel a su marca y s¨ª se le debe reconocer su pulso dram¨¢tico musical. En el plano vocal hay varias cosas curiosas, como algunos aromas pr¨®ximos al recitativo del Pell¨¦as et M¨¦lisande de Debussy, lo cual, si es cierto y no estoy alucinando, tiene su m¨¦rito; y, por supuesto, un buen oficio en todo momento. Si Glass ha impuesto sus melod¨ªas ramplonas en todo el mundo es debido a una profesionalidad y un sentido del teatro que no ha dejado de crecer.
El equipo art¨ªstico de esta producci¨®n es bastante solvente y logra sostener una ¨®pera que podr¨ªa haber naufragado. Por orden de protagonismo, hay que elogiar sin reservas el Orfeo del bar¨ªtono Edward Nelson y La Muerte de la soprano Mar¨ªa Rey-Joly, ambos evocan sin menoscabo a Jean Marais y a Mar¨ªa Casares, dos aut¨¦nticos arquetipos de la visi¨®n de Cocteau, y lo hacen cantando con calidad y compromiso. Otro tanto sucede con la otra pareja, Euridice y Heurtebise, muy bien llevados por la soprano Sylvia Schwartz y el tenor Mikeldi Atxalandabaso. El resto del reparto debe compartir proporcionales elogios. Sobre sus espaldas, una ¨®pera fr¨¢gil se convierte en una producci¨®n de enjundia, un t¨ªtulo que merece la pena ver si uno no tiene alergia a los trucos mel¨®dicos de Philip Glass.
En cuanto a orquesta y direcci¨®n, los m¨²sicos de la Orquesta del Real salvan con nota una partitura que tiene las trampas de la facilidad casi en cada p¨¢gina. No es ajeno a esa nota el buen hacer de Jordi Franc¨¦s, sobrio y seguro en la batuta.
Orph¨¦e
Música: Philip Glass. Libreto: Philip Glass, basado en la película homónima de Jean Cocteau. Dirección musical: Jordi Francés. Dirección de escena y figurines: Rafael R. Villalobos. Escenografía: Emanuele Sinisi. Reparto: María Rey-Joly, Sylvia Schwartz, Mikeldi Atxalandabaso, Edward Nelson, Karina Demurova, Pablo García-López, Emmanuel Faraldo, Cristian Díaz, David Sánchez, Tomeu Bibiloni, Alejandro Sánchez, Luis Tausia, José Ruiz. Orquesta Titular del Teatro Real. 21 al 25 de septiembre.
Teatros del Canal. Sala Roja. Madrid.
Babelia
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