Todos quieren ahora a la Malinche
Un c¨®mic, un documental y el musical de Nacho Cano reivindican un personaje poco conocido en Espa?a y denostado en M¨¦xico. ?Se convertir¨¢ la traductora ind¨ªgena de Cort¨¦s en la nueva protagonista de la guerra cultural que rodea la conquista?
Hern¨¢n Cortes apenas la mencion¨® en sus cartas a Carlos V, pero medio milenio despu¨¦s, en la capital del reino, la gente se hace selfis junto a la efigie de la ind¨ªgena que le sirvi¨® de int¨¦rprete. El enorme rostro de cart¨®n piedra de Malinche adorna la entrada a la carpa de Ifema donde Nacho Cano ha montado un tremendo musical en torno al personaje. En la otra punta de Madrid, sobre un expositor de la FNAC ¡ªplanta C¨®mics¡ª descansa la novela gr¨¢fica Soy la Malinche (Nuevo Nueve), de la viguesa Alicia Jaraba, publicada esta primavera. Y en internet, el director Jose Luis L¨®pez Linares, que consigui¨® el a?o pasado que su documental Espa?a, la primera globalizaci¨®n fuese el m¨¢s visto en los cines patrios, lanza una campa?a de mecenazgo para rodar: Do?a Marina, el nacimiento de Hispanoam¨¦rica.
Son tres aproximaciones con sensibilidades distintas sobre un personaje poco conocido en Espa?a. Y harto complejo en M¨¦xico, donde la traductora y madre del primer hijo de Cort¨¦s fue denostada a tal punto en el XIX, durante la Independencia, y en el XX, tras el proceso revolucionario, que en la calle ¡°malinchista¡± sigue significando traidor a la patria y servil frente a lo extranjero.
¡°Es una figura muy tergiversada¡±, dice Esteban Mira Caballos, autor de la reciente obra Hern¨¢n Cort¨¦s: una biograf¨ªa para el siglo XXI (Cr¨ªtica, 2021). ¡°En M¨¦xico la empezaron a retorcer los criollos para romper con Espa?a y fue luego manipulada por el indigenismo m¨¢s radical para crear el mito de la Chingada, la idea de que M¨¦xico es hijo de una violaci¨®n; por el otro lado, en Espa?a, su figura como mediadora entre dos mundos fue ninguneada o romantizada, reducida a un s¨ªmbolo de la grandeza del mestizaje por ser amante de Cort¨¦s, a quien el nacionalismo m¨¢s ultra ¡ªexacerbado como reacci¨®n al secesionismo catal¨¢n¡ª dibuja como un h¨¦roe de caballer¨ªa intachable que liber¨® del yugo a los salvajes¡±. Para el historiador sevillano las leyendas maniqueas que rodean la conquista, ¡°las negras y las rosas, son una barbaridad¡±. ¡°Entremedias estamos los historiadores profesionales¡±, zanja, ¡°los de aqu¨ª y los de all¨¢, los conservadores y los progresistas, que podemos tener matices, pero estamos b¨¢sicamente de acuerdo¡±.
Entrevistados media docena de ellos, de ambos continentes, distintas especialidades y talantes, todos coinciden en que Malinche, m¨¢s all¨¢ de hablar n¨¢huatl, maya chontal y luego espa?ol, medi¨®, con inteligencia y dotes diplom¨¢ticas, entre dos mundos de hombres, convirti¨¦ndose en una bisagra fundamental para que conquistadores y caciques nahuas se aliasen para derrocar juntos al gran se?or mexica. ¡°Fue una superviviente¡±, repiten todos, de quien no sabemos muchas cosas, empezando por su nombre: Marina la bautizaron los espa?oles. Cuando Cort¨¦s empez¨® a usarla como ¡°lengua¡±, los ind¨ªgenas, incapaces de pronunciar la ¡°r¡±, le dijeron Malina, y a medida que crec¨ªa su fama, a?adieron el reverencial Malin-tzin, que los conquistadores pronunciaron Malinche. Los cronistas de la ¨¦poca, espa?oles e ind¨ªgenas, dejaron constancia del respeto que por ella sent¨ªan. Para Bernal D¨ªaz del Castillo, Do?a Marina era ¡°de buen parecer y entremetida y desenvuelta¡±, y tan ¡°excelente mujer y buena lengua¡± que Cort¨¦s ¡°la tra¨ªa siempre consigo¡±. Los ind¨ªgenas la pintaron en sus c¨®dices del mismo o mayor tama?o que a sus se?ores y a aquel hombre barbado al que llamaban ¡°el capit¨¢n de Malintzin¡±. Ella aparec¨ªa casi siempre con la v¨ªrgula de la palabra sali¨¦ndole de la boca. Apenas la ¨²nica mujer con voz, Malinche lleg¨® a ser uno de los personajes m¨¢s poderosos de su tiempo.
El c¨®mic: la forja de una superhero¨ªna ind¨ªgena
La ilustradora Alicia Jaraba (Vigo, 1988) se top¨® de casualidad con el personaje en una librer¨ªa de viejo: ¡°Compr¨¦ un novel¨®n de los setenta muy ¨¦pico y rom¨¢ntico titulado Malinche, nunca hab¨ªa o¨ªdo hablar de ella y me fascin¨®¡±. El reto era dibujar ¡°el encuentro marciano entre dos culturas¡± y en medio, una joven con ¡°el superpoder de hablar lenguas¡±, dice esta licenciada en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica y Francesa, en cuya vi?etas los idiomas que no se hablan aparecen como hilos enredados de los que tirar.
Para centrarse en ¡°la mejor parte de todo c¨®mic: el origen del h¨¦roe¡±, Jaraba acaba el suyo antes de la ca¨ªda de Tenochtitl¨¢n. Es la parte donde hay menos certezas sobre Malintzin: se cree que naci¨® en una familia noble del actual Veracruz, donde su pueblo ser¨ªa uno de tantos sometidos a Moctezuma. Vendida de ni?a como esclava por su familia (probablemente porque su madre y su padrastro habr¨ªan tenido otro hijo y estorbaba en la herencia), sirvi¨® a los mayas durante a?os hasta que estos se la entregaron en 1519 (con unos 20 a?os) a los espa?oles tras rendirse en la batalla de Centla. El c¨®mic imagina el sufrimiento de la joven a merced de unos y otros, su ingenio, sus dudas, su fe en Tl¨¢loc, su complicidad con Cort¨¦s: ¡°Quer¨ªa mostrar una relaci¨®n desigual, pero de conveniencia para ambos¡±, dice.
?La publicar¨¢ en M¨¦xico? ¡°All¨ª es un tema muy sensible¡±, explica la autora, que la ha movido por un par de editoriales que le pidieron tiempo para ¡°mirarla con lupa¡±.
Para Berenice Alc¨¢ntara, investigadora de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico (UNAM), tanto el mito de la Malinche traidora como el de la madre del mestizaje ¡°no tienen en cuenta la diversidad de los pueblos mesoamericanos, ni su participaci¨®n en la conquista¡±. Malintzin tambi¨¦n se reivindica desde el feminismo, explica Alc¨¢ntara, ¡°ya que nos ha llegado tamizada por los hombres que la contaron¡±. El peor relato ¡°telenovelesco¡± para la experta est¨¢ en el ensayo sobre la identidad mexicana El laberinto de la soledad (1950), de Octavio Paz, que la convierte en una ¡°enamorada sumisa, subyugada violentamente al poder¨ªo de los espa?oles¡±.
Lo que se sabe es que Cort¨¦s ¡°dio¡± a Marina a uno de sus capitanes, al que luego mand¨® a Espa?a, y desde entonces ¡°estuvieron¡± Marina y Cortes y ¡°hubo en ella un hijo¡± (los verbos son de Bernal D¨ªaz del Castillo), Mart¨ªn, que naci¨® en 1522. El padre (que tuvo otros hijos mestizos) lo reconoci¨® y hasta se lo llev¨® a la corte de Felipe II. Hern¨¢n se cas¨® dos veces con sendas espa?olas y Marina despos¨® con otro de sus hombres, lo que le asegur¨® la libertad y una buena posici¨®n social.
¡°Lo del amor entre ellos... es ficci¨®n¡±, resopla Izaskun ?lvarez Cuartero, profesora en la Universidad de Salamanca, a quien el c¨®mic de Jaraba le parece ¡°bien documentado y narrado¡±. ¡±Como lega en el tema fue dif¨ªcil navegar entre los sesgos con los que se ha escrito sobre ella¡±, dice la ilustradora, que recomienda el documental Malintzin, historia de un enigma (2019) como primer acercamiento al personaje. ¡°El c¨®mic tiene una sensibilidad que trata de entender a todas las partes¡±, opina Alvarez Cuartero. Un af¨¢n que echa de menos en ¡°el actual revival trasnochado de orgullo nacional patrio¡±: ¡°Hace a?os que el americanismo espa?ol es moderno y decolonial y ahora la ultraderecha m¨¢s rancia quiere echarlo a perder volviendo a conceptos como Hispanidad, h¨¦roes, patria... La leyenda negra no dura hasta la actualidad, ?qu¨¦ necesidad de sacar brillo ahora a los conquistadores?¡±.
Manuel Lucena, investigador del Instituto de Historia del CSIC, que acaba de ser designado director de la c¨¢tedra del espa?ol y la hispanidad de las universidades de Madrid por Isabel Ayuso, no ve ¡°tal revival¡±. Tampoco cree que hoy en d¨ªa exista un odio contra los espa?oles. Pero s¨ª ¡°nos cuesta autoafirmarnos y tenemos que poner en valor lo que nos hace globales y confiere autoestima¡±, porque ¡°casi que pedimos perd¨®n por hablar espa?ol¡±, dice. ¡°No te puedes pasar de sacar pecho¡±, admite, ¡°no hay que hiperventilar, pero tampoco quedarse corto¡±.
El documental: Do?a Marina contra la leyenda negra
El cineasta Jos¨¦ Luis L¨®pez-Linares (Madrid, 1955) estuvo en la presentaci¨®n de esa c¨¢tedra (tambi¨¦n Mario Vargas Llosa). En el v¨ªdeo con el que recauda dinero para su pr¨®ximo documental, Do?a Marina: el nacimiento de Hispanoam¨¦rica, deja claro que para ¨¦l la leyenda negra sigue muy viva. Refiri¨¦ndose a la Conquista, dice que el objetivo del filme es ¡°contraatacar al coraz¨®n de todos los ataques que hay contra la historia de Espa?a y la de Hispanoam¨¦rica, que es la misma¡±.
En apenas una semana, la campa?a de mecenazgo ha recaudado 20.000 euros, un 17% de los 120.000 que busca. El director de Asaltar los cielos (1996) est¨¢ contento. Conf¨ªa en la comunidad creada por su anterior documental, Espa?a: la primera colonizaci¨®n (2021), que tuvo m¨¢s de 50.000 espectadores en salas. ¡°Lo que me impuls¨® a hacer aquella pel¨ªcula fue la lectura de Imperiofobia¡±, explica L¨®pez-Linares, ¡°pens¨¦ que se pod¨ªa hacer lo mismo en formato documental¡±. El superventas de la fil¨®loga malague?a Mar¨ªa Elvira Roca Barea (que en una de sus ediciones usa precisamente un c¨®dice en el que aparece Do?a Marina) se ha convertido en epicentro de la guerra cultural que se libra actualmente en Espa?a. Para L¨®pez-Linares, ¡°la grandeza de la Historia de Espa?a e Hispanoam¨¦rica sigue siendo ninguneada¡±. El cineasta prefiere por ello centrarse en contar ¡°lo bueno¡± (como la ¡°excepcional historia de Do?a Marina¡±): ¡°Lo malo ya est¨¢ muy contado¡±. ?Teme caer en la leyenda rosa? ¡°Es dif¨ªcil pasarse de frenada, si comparas la leyenda rosa que existe en Francia o Gran Breta?a, donde lo malo no se cuenta apenas habiendo mucho m¨¢s que ocultar¡±. ¡°Es una desfachatez¡±, a?ade, ¡°que sea a nosotros a quienes se nos diga que tenemos que pedir perd¨®n¡±.
En el avance del documental, junto a los c¨®dices del XVI aparecen im¨¢genes del presidente de M¨¦xico, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, con ind¨ªgenas o activistas tirando estatuas de conquistadores. Tambi¨¦n entrevistas a expertos (su anterior documental contaba con decenas de ellos, de todos los colores) como Mart¨ªn R¨ªos Saloma, profesor en la UNAM. ¡°En M¨¦xico las heridas siguen abiertas no tanto por lo ocurrido en el XVI como por la desigualdad lacerante actual... A veces la ¨²nica forma de explicarla de manera sencilla es volver a la Conquista¡±, dice el experto por tel¨¦fono. ¡°El nacionalismo espa?ol llama m¨¢s la atenci¨®n y quiz¨¢s se pueda enmarcar la reivindicaci¨®n de glorias pasadas como un asidero ante la crisis del Estado naci¨®n en Europa y los retos del siglo XXI¡±. A estas alturas, concluye, argumentar que otros imperios lo hicieron peor le parece ¡°pueril¡±. ¡°No creo que haya que pedir perd¨®n, pero quiz¨¢s Espa?a se deba mirar m¨¢s en el espejo americano y no vernos solo como los que recibimos¡±.
El musical: una antrop¨®loga se col¨® en la fiesta de Nacho Cano
¡°Parece que ahora unos y otros est¨¢n tirando de cada brazo de la pobre Malintzin¡±, dice Isabel Bueno Bravo, historiadora especializada en antropolog¨ªa de Am¨¦rica, que critica cierto ¡°victimismo¡± en ambos lados de la guerra cultural. Como premio por la met¨¢fora, se gana una entrada a Malinche: The Musical, el espect¨¢culo de Nacho Cano que se ha llevado cr¨ªticas de toda ¨ªndole. Webs como Eldebate han arremetido contra su antiespa?olismo y anticlericalismo (y afirman que el ex-Mecano elimin¨® por ello una escena en la que el gobernador de Cuba se hac¨ªa pasar por Jesucristo ante Cort¨¦s, que en efecto ha desaparecido del show). Desde medios como Eldiario.es lo han tachado de racista y criticado por erigirse como un ¡°ap¨®stol¡± con ¡°una Biblia actualizada por los embrujos liberales del emprendimiento¡±. Ni tan mal, porque la estrella del pop declar¨® en la presentaci¨®n: ¡°Me pone cachondo que me ataquen¡±. Debe estar caliente como comal, que dir¨ªan en M¨¦xico. ¡°M¨¦xico grande y libre, M¨¦xico m¨¢gico¡±, apostilla el estribillo del pegadizo tema central.
Al p¨²blico tampoco parecen importarle las cr¨ªticas. Un d¨ªa de entre semana, el grandioso teatro montado en Ifema est¨¢ casi lleno de gente bien vestida y perfumada. La cara de la antrop¨®loga es un abanico de emojis durante el primer acto: mientras se suceden los chistes picantes, los anacronismos y el pastiche hist¨®rico/cosmog¨®nico levanta una ceja, abre mucho los ojos, suspira, se lleva las manos a la cabeza. ¡°Pens¨¦ que ven¨ªa a ver La Misi¨®n y es m¨¢s un Pocahontas de Disney con humor como de revista de Lina Morgan¡±, balbucea incr¨¦dula. Sigue con las referencias a la cultura popular: los ind¨ªgenas parece ¡°vikingos asalvajados¡±, los soldados espa?oles ¡°piratas, romanos o sacados de un Juego de Tronos tropical¡±, el conjunto, ¡°un espect¨¢culo impresionante de luz, m¨²sica alta y color como los que hacen en las pir¨¢mides para los turistas¡±.
En el segundo acto, abandona las expectativas racionales y deja de apuntar lo que considera absurdo en una libretita para disfrutar risue?a del show. ¡°A Malinche, una mujer inteligente y calculadora que supo jugar sus cartas, no la he visto por ning¨²n lado, apenas en una escena que explica su labor como int¨¦rprete. No s¨¦ lo que he visto, la verdad, pero sales como de subid¨®n¡±, zanja generosa la experta brindando con una margarita de nueve euros en el vistoso restaurante donde los gog¨®s animan a los asistentes con hitazos de Mecano. Apenas queda tiempo para comentar el final de Malintzin, que no sale en la obra y que tampoco est¨¢ claro. Muri¨® en alg¨²n momento entre 1526 y 1529, probablemente de viruela aunque tambi¨¦n pudo ser, apunta la experta, como consecuencia de un dur¨ªsimo viaje a Honduras al que se la llev¨® Cort¨¦s embarazada de su segunda hija (esta ya de su marido). Antes le dio tiempo a pasar por su pueblo natal y perdonar a su madre por haberla vendido como esclava. Una decisi¨®n que hizo que la conquista de la tierra donde naci¨® fuese ¡°m¨¢s r¨¢pida y menos cruenta de lo que habr¨ªa sido sin ella¡±.
Babelia
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