Las mujeres que contaron al mundo la Guerra Civil recuperan su voz
Un exhaustivo estudio recoge las vidas de las cerca de 200 periodistas, fot¨®grafas y escritoras procedentes de 26 pa¨ªses que documentaron el conflicto de 1936
No todas llegaron al mismo tiempo a Espa?a, ni conocieron la Guerra Civil de la misma manera, ni siquiera apoyaron al mismo bando. Sin embargo, las historias que escribieron, fotografiaron y radiaron sobre la tr¨¢gica lucha que asolaba el pa¨ªs tuvieron un importante eco. En muchos casos, ellas gozaron de una gran popularidad entre los lectores de prensa y oyentes de la radio, pero eso no impidi¨® que su trabajo quedara hasta ahora en buena medida sepultado.
Universitarias en su gran mayor¨ªa, rompedoras en muchos sentidos, fueron pioneras en una profesi¨®n dominada por hombres y en un mundo convulsionado, donde trataban de abrirse paso. ¡°No solo cubrieron los sucesos de la guerra, sino que abordaron aspectos y dieron enfoques ausentes en el discurso masculino¡±, escribe Bernardo D¨ªaz Nosty en la introducci¨®n de Periodistas extranjeras en la Guerra Civil (Renacimiento). Este exhaustivo trabajo de investigaci¨®n rescata las biograf¨ªas de 183 mujeres, cuyas cr¨®nicas y reportajes, fotograf¨ªas y libros de memorias dejaron testimonio del conflicto b¨¦lico que devast¨® Espa?a entre 1936 y 1939.
M¨¢s all¨¢ de un pu?ado de nombres propios como el de la c¨¦lebre corresponsal estadounidense Martha Gellhorn, la prestigiosa reportera Virginia Cowles¡ªque logr¨® descubrir quien estaba detr¨¢s del brutal ataque de Gernika¡ª, o las fot¨®grafas Gerda Taro y Tina Modotti, muy pocas cronistas de cuantas testimoniaron la Guerra Civil han sido recordadas en los trabajos de historiadores. El borrado de la mayor parte de estas mujeres del relato de la contienda tiene que ver con ¡°el car¨¢cter masculino de la cultura de la guerra, algo que se traduce tambi¨¦n a la hora de reconstruir su historia¡±, a?ade D¨ªaz Nosty en conversaci¨®n telef¨®nica. ¡°Hubo una lectura femenina de la guerra que puso el foco en las consecuencias fatales sobre el conjunto de la poblaci¨®n¡±, subraya.
Una de las primeras sorpresas que depara el nuevo estudio es el abultado n¨²mero de periodistas, fot¨®grafas y autoras de libros de memorias que dejaron constancia de su paso por la guerra en Espa?a. Las cerca de 200 mujeres ahora recordadas proced¨ªan de 26 pa¨ªses (76 de Reino Unido y Estados Unidos, 24 de Francia, 10 de Rusia, 12 de Latinoam¨¦rica, 7 de Escandinavia, etc.) y trabajaron tanto en cabeceras de gran circulaci¨®n como en medios pertenecientes a partidos y organizaciones de las que formaban parte. Un buen n¨²mero de ellas se vieron atrapadas en las luchas intestinas de la izquierda y las represalias contra el POUM, al que se hab¨ªan unido, como Lois Cusick (1917-1985), o padecieron las purgas estalinistas tras la guerra, como le ocurri¨® a Maria Osten (1908-1942).
Algunas contaban con experiencia como reporteras: por ejemplo, Milly Bennet (1897-1960), que hab¨ªa informado para agencias desde China y Mosc¨². Otras eran hijas de periodistas y ya hab¨ªan firmado importantes cr¨®nicas, como la francesa Clara Candiani (1902-1996), que logr¨® entrevistar al general L¨ªster en Espa?a. No faltaron tampoco quienes ensayaban nuevos g¨¦neros period¨ªsticos no tan comunes en aquel momento, como Anita Brenner (1905-1974), que conoc¨ªa el pa¨ªs antes del estallido de 1936 y public¨® sus extensos y atinados an¨¢lisis sobre la Guerra Civil en The Nation y The New York Times, o Gusti Jurki (1892-1978) que adelantaba en la prensa austriaca de mediados de los a?os 30 cr¨®nicas cercanas al llamado ¡°nuevo periodismo¡± que triunfar¨ªa d¨¦cadas despu¨¦s en EE UU.
Descubrir las historias y el trabajo de estas reporteras le ha llevado los dos a?os de pandemia a D¨ªaz Nosty, autor tambi¨¦n del volumen Voces de mujeres. Periodistas espa?olas del siglo XX nacidas antes del final de la Guerra Civil (Renacimiento, 2020), el libro que le puso sobre la pista de las corresponsales extranjeras. ¡°Su trabajo estaba ah¨ª y la investigaci¨®n ha sido una satisfacci¨®n tras otra, solo hab¨ªa que tirar del hilo porque unas se refer¨ªan a otras¡±, afirma el investigador, que ha incluido en su compilaci¨®n un 10% de autoras que no trabajaron como periodistas o fot¨®grafas, sino que dejaron testimonio de su experiencia en Espa?a en libros de memorias. Ese fue el caso, por ejemplo, de la danesa Ruth Berlau (1906-1974), amante de Bertold Brecht, a quien el dramaturgo envi¨® a Espa?a para que recabase informaci¨®n que ¨¦l podr¨ªa incluir en una obra de teatro, y que opt¨® por cortar la comunicaci¨®n durante el tiempo que estuvo en la zona b¨¦lica, algo que indign¨® al autor de Madre Coraje. La teniente m¨¦dico Fran?oise Brauner (1911-2000) que recogi¨® junto a su esposo dibujos realizados por ni?os sobre la contienda, escribi¨® sus memorias de aquel 1937, y Th¨¦r¨¨se Bonney (1894-1978) es otra interesante excepci¨®n, puesto que sus fotograf¨ªas no corresponden a la guerra sino a la inmediata posguerra.
Las atribuladas vidas de estas mujeres dar¨ªan para centenares de novelas ¡ªde hecho as¨ª ocurri¨® con Jean Ross (1911-1973), que sirvi¨® de inspiraci¨®n a Christopher Isherwood para el personaje de Sally Bowles de Adi¨®s a Berl¨ªn¡ª, y su trabajo fue decisivo para construir un relato m¨¢s humano de la guerra que desgarraba Espa?a. Ah¨ª est¨¢n las 12 cr¨®nicas de 1936 con las que la sueca Barbro Alving (1909-1987) destap¨® el bombardeo indiscriminado a civiles desde los aviones alemanes que tocaron el nervio de sus compatriotas y la convirtieron en una figura clave en la defensa del pacifismo.
La marquesa fichada por Goebbels
Aunque cerca del 90% de las cronistas extranjeras del conflicto se encontraban en zonas republicanas, no faltaron quienes cruzaron y visitaron los dos frentes o quienes directamente ejercieron de propagandistas del bando franquista, como la irlandesa Aileen O¡¯Brien o la estadounidense Jane Anderson, que hab¨ªa trabajado como reportera en las trincheras de la Primera Guerra Mundial y contaba entre sus amantes a Joseph Conrad. Los 19 d¨ªas que Anderson ¡ªcasada con un espa?ol, falso Marqu¨¦s de Cienfuegos, antes de la guerra¡ª pas¨® en la C¨¢rcel de Mujeres en Madrid se convirtieron en su relato posterior en m¨¢s de dos meses de reclusi¨®n y abuso, y tal fue el alcance de su historia que el ministro de propaganda nazi, Goebbels, acab¨® por reclutarla para un programa de radio, aunque la termin¨® despidiendo por contar en las ondas que beb¨ªa champ¨¢n en plena Segunda Guerra Mundial cuando el trabajador alem¨¢n no ten¨ªa forma de obtener una cerveza.
La legendaria Dorothy Parker, que reinaba en el Hotel Algonquin de Nueva York con el grupo de la revista The New Yorker ¡ª¡±no me siento graciosa. No creo que Franco sea una broma¡±, escribi¨® en una de sus cr¨®nicas¡ª, la fil¨®sofa Simone Weil, la escritora Lillian Hellman, la arist¨®crata brit¨¢nica Jessica Mitford, la pensadora anarquista Emma Goldman o la inclasificable heredera y promotora de las vanguardias Nancy Cunard tambi¨¦n se encontraban entre las mujeres que escribieron y narraron la guerra. Mucho menos conocidas para el gran p¨²blico son la licenciada en qu¨ªmicas afroamericana Eslanda Goode (1896-1965), Gerda Grepp (1907-1940) ¡ªnoruega cuyo trabajo fue a menudo denostado y ella tildada m¨¢s bien de aventurera, pero cuyas cr¨®nicas dieron cuenta de la desolaci¨®n que afrontaban los civiles¡ª, o la argentina Ana Piacenza (1906-1972) que no dud¨® en clamar en uno de sus art¨ªculos contra los abusos sexistas que se daban en la izquierda, y denunci¨® como ¡°trogloditas disfrazados de anarquistas¡± a quienes increpaban a las mujeres que se manifestaban en Barcelona: ¡°?A ver si vamos a tolerar que, despu¨¦s de tanto libro anarquista como se ha escrito ensalzando la libertad femenina, de tanto discurso libertario proclamando la libertad de derechos, de tan larga lucha emancipadora, vengan anarquistas a agredirnos¡¡±.
La periodista peruana Rosa Arciniega de la Torre (1903-1999), buena conocedora de la Espa?a previa a la guerra, no ocult¨® su desolaci¨®n ante lo que viv¨ªa: ¡°Y a la extranjera que, como a m¨ª, solo le interesa Espa?a como tal Espa?a, militarista o gubernamental, fascista o comunista, porque esa Espa?a total, acogedora, heroica y nobel es como su segunda Patria, no le queda otro honrado camino que el de llorar ¡ªno ret¨®ricamente, sino aut¨¦nticamente¡ª sobre tal muerte, sobre tal dolor, sobre tal desolaci¨®n¡±.
Babelia
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