Tokio abre su primer museo dedicado a las heces para derribar un tema tab¨² entre los j¨®venes japoneses
El nuevo centro, que explora la est¨¦tica ¡®kawaii¡¯, mezcla de lo tierno y lo cursi con lo grotesco, y tiene como p¨²blico objetivo a las ¡®influencers¡¯
Entre los muchos sin¨®nimos de excremento que existen en el idioma japon¨¦s, los fundadores del Museo de la Caca de Tokio (Tokyo Unko Museum) eligieron la palabra m¨¢s c¨¢ndida en su idioma, ¡°unko¡±, para bautizar un irreverente espacio ideado para las chicas aficionadas a Instagram. ¡°Que la caca dejara de ser un tema tab¨² para las j¨®venes era mi objetivo¡±, explica su creador, Masaru Kobayashi.
Con las influencers japonesas en mente, llen¨® las salas de inodoros y piezas que imitan a las heces en tonos turquesa, fucsia y amarillo lim¨®n, colores t¨ªpicos de la est¨¦tica japonesa kawaii, donde lo tierno y candoroso armoniza sin problema con lo grotesco o lo cursi. Kobayashi aclara que, lejos de ser una moda cultural, kawaii es la extensi¨®n natural de la cultura japonesa tradicional. ¡°En el pin¨¢culo de la mundialmente famosa cultura kawaii est¨¢ la caca, materia fr¨¢gil que desaparece por el desag¨¹e poco despu¨¦s de haber sido tra¨ªda a este mundo¡±, reza un letrero a la entrada del museo.
Para revivir el entusiasmo escatol¨®gico de la infancia, los visitantes son recibidos en una sala equipada con nueve coloridos inodoros cuya disposici¨®n evoca los escusados comunales de la antigua Roma. Una gu¨ªa del museo los invita a sentarse, apretar los pu?os y, tras contar uno-dos-tres, imaginar que sueltan una simb¨®lica deposici¨®n. Al levantarse, cada uno encuentra en su taza una caca de pl¨¢stico muy parecida al emoji de las heces, pero en llamativos colores pastel.
Hay letreros de ne¨®n con la palabra caca en 16 idiomas, un sal¨®n de t¨¦ con enormes tartas coronadas con heces doradas y otra sala con coloridos excrementos que asemejan velludos animales que se mueven al ser acariciados. Los videojuegos que se muestran est¨¢n protagonizados por cacas voladoras. En peque?as pizarras con forma de inodoro colgadas en la pared, los visitantes son invitados a dibujar su propia idea de la caca.
Aunque existe un t¨¦rmino japon¨¦s para museo, Kobayashi eligi¨® el ingl¨¦s ¡°museum¡± para definir un recinto tem¨¢tico cuya ¨²nica funci¨®n es proveer situaciones divertidas. Su colecci¨®n la crea el propio p¨²blico cuando cuelga a diario sus im¨¢genes en las redes sociales. Por ejemplo, Instagram est¨¢ lleno de fotograf¨ªas de situaciones absurdas, ocurrentes y ¨²nicas: parejas que escenifican, sentados en sendos inodoros, el momento de la evacuaci¨®n, padres j¨®venes con una caca azul en la cabeza o la t¨ªpica foto tur¨ªstica cuyo monumento es una descomunal caca luminosa. Kobayashi confiesa que al principio tem¨ªa el posible rechazo a un concepto tan inusitado. Se tranquiliz¨® cuando empezaron a asistir personas mayores que calificaban de cambio generacional el hecho de que las chicas j¨®venes hablaran de la caca sin ning¨²n tapujo.
En los ¨²ltimos tres a?os, Kobayashi ha creado seis museos similares en todo Jap¨®n, ha recibido invitaciones para abrir otro en Singapur y est¨¢ en conversaciones con varios pa¨ªses asi¨¢ticos donde el tema de la caca humana carece del tab¨² que ha tenido hist¨®ricamente en Occidente.
Cl¨¢sicos de la literatura nipona, como Natsume Soseki dejaron frases memorables sobre sus ¡°placeres fisiol¨®gicos¡±, y Junichiro Tanizaki dedic¨® un largo pasaje de su conocido ensayo El elogio de la sombra al retrete tradicional que, por estar situado en medio de un jard¨ªn, es donde ¡°los poetas de todos los tiempos han hallado abundante material para sus haikus¡±.
Muchos ni?os japoneses aprenden a escribir los complicados caracteres de su idioma con una serie de populares libros llamados Ejercicios con caca, que contienen m¨¢s de tres mil frases jocosas relacionadas con este asunto. El fabricante de lavabos de alta tecnolog¨ªa Toto convoca desde hace 17 a?os un concurso de poes¨ªa, inspirada en el inodoro, en el estilo senryu, que consiste en un poema corto humor¨ªstico, pariente del haiku.
Para Kobayashi, la evoluci¨®n del p¨²blico de su museo se detecta con la migraci¨®n paulatina que empieza a ocurrir de Instagram a TikTok. Su intenci¨®n, asegura, es seguir creando espacios l¨²dicos que aporten momentos de distensi¨®n a la solemnidad nipona. Su siguiente proyecto es un museo del ferrocarril en el que, al contrario de los rigurosos trenes japoneses, ninguno llega a tiempo.
Babelia
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