Retrato de Pablo Milan¨¦s a trav¨¦s de sus 10 canciones m¨¢s decisivas
La producci¨®n discogr¨¢fica del cubano aborda casi medio centenar de t¨ªtulos y varios cientos de composiciones de autor¨ªa propia
La abrumadora producci¨®n discogr¨¢fica de Pablo Milan¨¦s, fallecido este martes en Madrid, aborda casi medio centenar de t¨ªtulos ¡ªincluyendo ¨¢lbumes compartidos y grabaciones en directo¡ª y varios cientos de composiciones de autor¨ªa propia, a menudo en letra y m¨²sica, y en ocasiones con versos prestados de grandes poetas. Pero, sin minusvalorar ninguna de sus etapas, parece claro que el n¨²cleo mollar de su repertorio se concentra en la primera d¨¦cada de actividad grabada, entre 1975 y 1984, un periodo enormemente f¨¦rtil, inspirado y prol¨ªfico, en el que tuvo tiempo de entregar una docena de ¨¢lbumes. Todas estas composiciones acabaron de fijarse para siempre en la memoria de los aficionados cuando en 1985 llega el celeb¨¦rrimo Querido Pablo, un elep¨¦ producido y apadrinado por V¨ªctor Manuel que le abrir¨ªa con todos los honores las puertas del mercado espa?ol gracias a su ilustr¨ªsimo elenco de invitados: de Ana Bel¨¦n a Serrat, Aute, Silvio Rodr¨ªguez, Mercedes Sosa, Miguel R¨ªos, Amaya o Chico Buarque. Muchos le conoc¨ªan ya con anterioridad, pero ese fue el gran punto de inflexi¨®n, su refrendo entre la aristocracia de la canci¨®n de autor iberoamericana. Al principio le horroriz¨® su sonido, m¨¢s europeo y modernizado; a los pocos d¨ªas, volvi¨® a llamar a V¨ªctor Manuel para disculparse y decirle que le encantaba la nueva vitalidad con que hab¨ªa logrado aderezar los originales. De hecho, la idea se reformular¨ªa 17 a?os m¨¢s tarde, en 2002, con Pablo querido, otro ¨¢lbum de d¨²os, aunque en esa ocasi¨®n con aliados exclusivamente de la otra orilla del oc¨¦ano.
Mi verso es como un pu?al
(De Versos de Jos¨¦ Mart¨ª, 1975)
Es curioso que un cantautor de manual como Milan¨¦s inaugurara su discograf¨ªa con un trabajo dedicado con car¨¢cter monogr¨¢fico a un poemario ajeno. Pero en ese caso, claro, ninguna figura pod¨ªa resultar tan paradigm¨¢tica como la de Jos¨¦ Mart¨ª, el gran ide¨®logo decimon¨®nico del Partido Revolucionario Cubano en la sublevaci¨®n contra el colonialismo espa?ol. ¡°Yo s¨¦ de un pesar profundo / entre las penas sin nombres / ?La esclavitud de los hombres / es la gran pena del mundo!¡±, clamaba el cantor en su primer canto indispensable. Y en su m¨¢s primigenia reivindicaci¨®n de la poes¨ªa como arma (o pu?al) para avivar conciencias.
La vida no vale nada
(De La vida no vale nada, 1976)
La verdadera gran eclosi¨®n de Milan¨¦s como trovador armado de letra, voz y m¨²sica llega con su segundo elep¨¦, acaso el m¨¢s plet¨®rico y definitorio de su trayectoria. Casi todo lo que en ¨¦l sucede ha trascendido a los a?os y pervive en la memoria colectiva, seguramente m¨¢s a¨²n por el regusto desolado que deja su partida. Nada como plantarle cara a la melancol¨ªa con este manifiesto en pro de un canto comprometido, en las ant¨ªpodas de las miradas impasibles. Porque ¡°La vida no vale nada / cuando otros se est¨¢n matando / y yo sigo aqu¨ª cantando / cual si no pasara nada¡±.
Para vivir
(De La vida no vale nada, 1976)
Milan¨¦s fue inmenso en el arte de la canci¨®n amatoria, un cap¨ªtulo ineludible para cualquier compositor, pero en el que resulta dif¨ªcil no incurrir en lugares comunes y casu¨ªsticas en exceso transitadas. De alguna manera, el cubano quiso combatir ese canon dedicando su primera balada may¨²scula, una pieza de melod¨ªa hermos¨ªsima, a la hiel de un amor desvanecido: ¡°Y aunque el llanto es amargo piensa en los a?os / que tienes para vivir / Que mi dolor no es menor y lo peor / es que ya no puedo sentir¡±. Los cr¨¦ditos del ¨¢lbum especifican que la letra se remonta a 1967, coincidiendo con sus primeros pasos musicales.
Yo pisar¨¦ las calles nuevamente
(De La vida no vale nada, 1976)
El salvaje golpe de Estado de Pinochet en septiembre de 1973, que acall¨® a sangre y fuego esa primavera democr¨¢tica chilena que simbolizaba Salvador Allende, dej¨® una herida profunda en el coraz¨®n de Milan¨¦s, que siempre hab¨ªa mirado con admiraci¨®n hacia el palacio de la Moneda. En el mismo disco que ya inclu¨ªa un emocionado homenaje al ca¨ªdo (A Salvador Allende, en su combate por la vida) se deslizaba esta llamada a la esperanza, a la recuperaci¨®n de las libertades del pueblo hermano: ¡°Yo pisar¨¦ las calles nuevamente / de lo que fue Santiago ensangrentada / y en una hermosa plaza liberada / me detendr¨¦ a llorar por los ausentes¡±. Por desgracia, al pueblo chileno a¨²n le costar¨ªa muchos a?os, hasta 1990, desalojar al sanguinario general, gracias a una lucha desde las clases m¨¢s humildes a la que Milan¨¦s dedicar¨ªa un ¨¢lbum ¨ªntegro: Canta a la resistencia popular chilena (1980).
Yo no te pido
(De No me pidas, 1978)
Fue otro ¨¢lbum quintaesencial: A?os o Son de Cuba a Puerto Rico figuraban entre sus surcos. Pero en este tercer disco despunta una de sus grandes piezas can¨®nicas, una llamada a la intensificaci¨®n del amor en el que destacan su registro vocal agudo, la apuesta por las estrofas que hacen las veces de estribillo ¡ªun rasgo frecuente en el firmante¡ª o unos arreglos m¨¢s minuciosos y sofisticados que hasta entonces, con la inusual presencia de la trompeta y el clavicordio en el men¨².
Canci¨®n (De qu¨¦ callada manera)
(De El preg¨®n de las flores, 1981)
En su disco rubricado a d¨²o con la venezolana Lilia Vera, otra abanderada de la canci¨®n protesta, despunt¨® enseguida este son precioso en torno a unos versos de su admirado Nicol¨¢s Guill¨¦n, poeta y revolucionario de Camag¨¹ey que siempre se esforz¨® por dar voz a la poblaci¨®n isle?a de ascendencia africana. La pieza, por una vez casi bailable, es de una ternura adorable (¡°De qu¨¦ callada manera / se me adentra usted sonriendo / como si fuera / la primavera / Yo, muriendo¡±) y anticipa un ¨¢lbum monogr¨¢fico, Canta a Nicol¨¢s Guill¨¦n, solo un a?o m¨¢s tarde. Adem¨¢s, se incorpor¨® con enorme ¨¦xito a los repertorios de V¨ªctor y Ana o de Chico Buarque (adaptada al portugu¨¦s: Como se fosse a primavera), y m¨¢s tarde tambi¨¦n al de Soledad Villamil, la actriz de El secreto de sus ojos.
Yolanda
(De Yo me quedo, 1982)
Por mucho que haya cantado a asuntos pol¨ªticos y sociales de enorme trascendencia, el recuerdo de Milan¨¦s vivir¨¢ por siempre ligado a esta p¨¢gina eterna, la madre de todas las canciones de amor. La musa e inspiradora de aquellos versos inolvidables (¡°Si me faltaras no voy a morirme / si he de morir, quiero que sea contigo¡±) era Yolanda Benet, madre de la tambi¨¦n cantante Lynn Milan¨¦s y de otras dos hijas en com¨²n, Lyam y Suyl¨¦n, esta ¨²ltima fallecida en febrero. Benet hab¨ªa conocido al cantante a finales de 1968, cuando ella trabajaba en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematogr¨¢ficos (ICAIC) y buscaba a alg¨²n compositor que pusiera m¨²sica al filme La primera carga al machete. El flechazo fue tan fulminante que Yolanda intercedi¨® para que Pablo pudiera asumir el encargo, pese a encontrarse justo entonces cumpliendo el servicio militar.
Amo esta isla
(De Yo me quedo, 1982)
Una visi¨®n id¨ªlica en torno a la vida habanera e isle?a, la proclama orgullosa de un cubano que, m¨¢s all¨¢ de discrepancias y avatares, nunca reneg¨® del suelo patrio. Hay varios ejemplos de esta filiaci¨®n sin apenas fisuras, pero acaso ninguno tan convincente como esta oda en la que Cuba es un h¨¢bitat de serenidad frente al bullicio americano: ¡°No me hablen de continente / que ya se han abarrotado / Usted mira a todos lados / y lo ve lleno de gente¡±.
Pobre del cantor
(De Comienzo y final de una verde ma?ana, 1984)
Milan¨¦s ha ido forj¨¢ndose una popularidad cada vez m¨¢s trasnacional, como evidencian, sin ir m¨¢s lejos, sus memorables visitas por los escenarios brasile?os, pero le horrorizan los fantasmas del conformismo, el aburguesamiento y el esp¨ªritu acomodaticio. Por eso prefiere sacud¨ªrselos de manera p¨²blica con una llamada a los compromisos renovados que siempre han de guiar el empe?o del trovador: ¡°Pobre del cantor que un d¨ªa la historia / lo borre sin la gloria / de haber tocado espinas¡±.
El breve espacio en que no est¨¢s
(De Comienzo y final de una verde ma?ana, 1984)
La otra gran canci¨®n de amor, con letras capitales, en el cat¨¢logo. Y la ¨²nica que a d¨ªa de hoy puede competir con Yolanda ¡ªaunque sea a cierta distancia¡ª en n¨²mero de escuchas en las plataformas digitales. El amor no es tan arrebatado y sin m¨¢cula como en su canci¨®n bandera, pero parece que el car¨¢cter pendular y algo impredecible de la musa acaba erigi¨¦ndose para el poeta en atractivo adicional: ¡°Suele ser violenta y tierna / no habla de uniones eternas / mas se entrega cual si hubiera / solo un d¨ªa para amar¡±.
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