Un libro gordo puede salvar una vida
¡®El dinosaurio sigue aqu¨ª¡¯, un volumen de casi 1.300 p¨¢ginas, rescata el mordaz universo de Augusto Monterroso
Ahora que vivimos en la pura prisa, har¨ªamos bien en desconfiar de la brevedad. Pensemos, por ejemplo, en la historia de aquel soldado que, en plena guerra, encuentra dos libros en la mochila de un cad¨¢ver: Viaje al centro de la f¨¢bula, de Augusto Monterroso (cien p¨¢ginas), y El conde de Montecristo (m¨¢s de mil). Para evitar el peso, toma el primero, se lo mete bajo la guerrera y sigue caminando. Al poco siente un golpe en el pecho, cae al suelo: una bala perdida. En el ¨²ltimo suspiro saca el libro y comprueba que el proyectil lo ha atravesado limpiamente, del colof¨®n a los cr¨¦ditos. Antes de morir le da tiempo a pensar que si hubiese escogido a Dumas seguir¨ªa vivo.
Luis Landero, reciente Premio Nacional de las Letras, escribi¨® esta historia para un n¨²mero del suplemento cultural de Diario 16 dedicado a Augusto Monterroso y publicado en noviembre de 1991. Luego, ampliada, la incluy¨® en el ensayo Entre l¨ªneas, 168 peligrosas p¨¢ginas subtituladas El cuento o la vida. Imposible no pensar en el soldado de Landero al ver que la editorial Navona acaba de lanzar un volumen de casi 1.300 p¨¢ginas: El dinosaurio sigue aqu¨ª. Se subtitula Obra completa, pero no lo es: falta P¨¢jaros de Hispanoam¨¦rica, publicado un a?o antes de la muerte del autor guatemalteco. Se supone que ¡°se termin¨® de imprimir¡± en ¡°noviembre de 2022, el a?o del nacimiento de¡¡±. Doble error: Monterroso naci¨® en diciembre de 1921 y su centenario ya pas¨®. Eso s¨ª, el pr¨®ximo 7 de febrero se cumplen dos d¨¦cadas de su muerte en M¨¦xico, el pa¨ªs en el que se exili¨® en 1956, tras el golpe de Estado que acab¨® con el Gobierno de Jacobo ?rbenz, reivindicado por Vargas Llosa en su ¨²ltima novela, la estupenda Tiempos recios.
C¨¦sar Aira dijo de Monterroso que era ¡°un Borges dom¨¦stico¡± y a ¨¦l no le import¨®. De hecho, los errores de edici¨®n no hacen m¨¢s que otorgarle una borgiana existencia inmortal
C¨¦sar Aira dijo de Monterroso que era ¡°un Borges dom¨¦stico¡± y a ¨¦l no le import¨®. De hecho, los errores de edici¨®n no hacen m¨¢s que otorgarle una borgiana existencia inmortal. Por mucho que falte un libro (menor, todo hay que decirlo), El dinosaurio sigue aqu¨ª da m¨¢s de lo que anuncia: adem¨¢s de todos los cuentos, incluye su ¨²nica novela (Lo dem¨¢s es silencio), su diario (La letra e), sus memorias (Los buscadores de oro) y el libro de entrevistas que cost¨® la vida al soldado: Viaje al centro de la f¨¢bula.
Animalista y anticolonialista en algunos de sus mejores cuentos ¨DVaca y El eclipse¨D, Monterroso fue metaliterario sin pose pero tambi¨¦n metahumor¨ªstico. Una vez le preguntaron qu¨¦ sensaci¨®n le produc¨ªa ser considerado un humorista y respondi¨®: ¡°Agradable, no por lo de humorista, sino por el hecho de ser clasificado. Me encanta el orden¡±. Tambi¨¦n pod¨ªa hablar en serio: ¡°El humor no es un g¨¦nero, sino un ingrediente. Cuando el ingrediente se vuelve el fin, todo el guiso se echa a perder¡±. ?l jam¨¢s ech¨® a perder un libro por excesivo: la brevedad es otra de sus virtudes. En su obra el humor funciona en peque?as dosis, como pastillas de caldo Avecrem. Servir un plato de Avecrem ser¨ªa pasarse de gracioso. Y de listo.
Babelia
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