C¨®mic y energ¨ªa nuclear: el superventas franc¨¦s que sacude el debate sobre el cambio clim¨¢tico
La energ¨ªa irrumpe en obras como el tebeo ¡®El mundo sin fin¡¯, de Jancovici y Blain, o pel¨ªculas recientes como ¡®Alcarr¨¤s¡¯ y ¡®As bestas¡¯
Solo en Francia, pa¨ªs donde el c¨®mic goza de un estatus e influencia incomparable con ning¨²n otro pa¨ªs, pod¨ªa un libro de este g¨¦nero convertirse en un fen¨®meno cultural sobre el cambio clim¨¢tico. El mundo sin fin, del reconocido autor de tebeos Christophe Blain y el popular ingeniero y divulgador Jean-Marc Jancovici, lleva un a?o en las listas de superventas con centenares de miles de ejemplares vendidos en su pa¨ªs. Ahora la editorial Norma lo publica en castellano y Finestres catal¨¢n.
Solo en Francia pod¨ªa ocurrir un fen¨®meno semejante y solo en Francia, uno de los bastiones globales de energ¨ªa at¨®mica, el libro pod¨ªa contener un giro en el guion que seguramente desconcertar¨¢ a algunos lectores y que ya ha provocado discusiones sobre su contenido, y cr¨ªticas severas desde una parte del ecologismo. El libro puede leerse como un manifiesto ecologista y en favor del decrecimiento: un toque de alerta sobre un mundo que se ir¨¢ a pique a menos que estemos dispuestos a renunciar a la abundancia de nuestro estilo de vida.
Pero ¡ªy he aqu¨ª el giro¡ª cuestiona el papel de las energ¨ªas renovables como la e¨®lica o la solar, y reivindica las nucleares, ¡°un paraca¨ªdas¡±, dice Jancovici (Par¨ªs, 60 a?os) a EL PA?S, un amortiguador que ¡°permitir¨¢ mantener un pedazo de civilizaci¨®n industrial, lo que solo con e¨®licas y placas solares no se lograr¨¢¡±. Y dispara una bater¨ªa de argumentos sobre el car¨¢cter ¡°ecol¨®gico¡± de las centrales at¨®micas, entre otros: no emiten CO2, ocupan poco espacio, requieren poco material y dejan pocos residuos (¡°Evidentemente, los residuos nucleares son una marranada, pero no hay muchos¡±).
El ¨¦xito de El mundo sin fin coincide con dos pel¨ªculas donde la energ¨ªa es protagonista. En Alcarr¨¤s, de Carla Sim¨®n, son los paneles solares. En As bestas, de Rodrigo Sorogoyen, los molinos de viento. ¡°En el fondo¡±, escribi¨® Elsa Fern¨¢ndez-Santos en estas p¨¢ginas, ¡°la Espa?a que retratan ambas pel¨ªculas es la misma, un pa¨ªs con su tierra y sus cultivos amenazados por la nueva econom¨ªa de las energ¨ªas renovables¡±.
Cada una en su g¨¦nero y estilo, estas obras exponen el reverso del sue?o de las renovables. ¡°Es verdad¡±, opina Jancovici, ¡°que se construye m¨¢s r¨¢pido una e¨®lica que un reactor nuclear, pero hacer un sistema descarbonizado completo, sin CO2, sin gas y solo con e¨®licas o solares tomar¨¢ mucho m¨¢s tiempo que hacerlo solo con nucleares¡±.
El problema es que hoy, en la at¨®mica, Francia, casi la mitad de los reactores est¨¢n parados por revisiones y reparaciones. Justo en plena crisis energ¨¦tica por la invasi¨®n rusa de Ucrania, cuando m¨¢s se las necesita. ?No es raz¨®n para renunciar a esta energ¨ªa? ¡°No¡±, zanja el coautor de El mundo sin fin. ¡°Y en el mundo que viene hay que quitarse algo de la cabeza: no hay soluci¨®n sin riesgos. La soluci¨®n ir hacia un mundo solo con renovables est¨¢ trufada de riesgos, empezando por el riesgo que no lo logremos. Es el riesgo principal: contar con algo que no tendremos. Entonces la desorganizaci¨®n de la sociedad que tendremos s¨ª representar¨¢ un riesgo mayor¡±.
¡°Lo que yo digo sobre las e¨®licas y sobre las solares es que estamos muy lejos del milagro¡±, dice en otro momento. ¡°No es que no haya que hacerlo, pero no hay que hacerse ilusiones sobre los beneficios que trae. Y hemos visto muchos escenarios fantasiosos seg¨²n los cuales podr¨ªamos conservar tener esencialmente energ¨ªas renovables en nuestro suministro y conservando al mismo tiempo el modo de vida industrial, que es el nuestro hoy. Pues no...¡±
En el libro, que se presenta como un di¨¢logo entre un Blain curioso e inquieto sobre el planeta y un Jancovici que va desplegando sus argumentos sin morderse la lengua, se cita un chiste para ilustrar el papel de las energ¨ªas renovables y el de las energ¨ªas f¨®siles en un mundo en el que se agota la abundancia interminable. Un alcoh¨®lico va al m¨¦dico, que le pregunta: ¡°?Cu¨¢ntas botellas toma?¡±. Respuesta del alcoh¨®lico: ¡°Una botella de g¨¹isqui al d¨ªa¡±. Un mes despu¨¦s, le pregunta el m¨¦dico: ¡°?C¨®mo estamos?¡±. ¡°Mucho mejor¡±, responde el alcoh¨®lico. ¡°Una botella y media por d¨ªa. Pero atenci¨®n. Ahora bebo, adem¨¢s, un zumo de naranja natural por semana¡±. El g¨¹isqui es el petr¨®leo, el carb¨®n, el gas. El zumo, las renovables.
¡°Lo que, a escala mundial, ha marcado los veinte ¨²ltimos a?os no es el auge de las energ¨ªas renovables, sino la explosi¨®n del carb¨®n y, justo detr¨¢s, el muy fuerte aumento de los productos petroleros y del gas¡±, explica Jancovici. ¡°Lo que hemos demostrado es que en mundo que consum¨ªa cada vez m¨¢s petr¨®leo, carb¨®n y gas tambi¨¦n sab¨ªamos hacer cada vez m¨¢s e¨®licas¡±.
El coautor de El mundo sin fin ¡ªfigura medi¨¢tica en Francia, inventor del balance carbono, m¨¦todo para calcular las emisiones, asesor de empresas para descarbonizarse¡ª insiste: ¡°Lo que nos interesa es que, en un mundo en el que consumamos cada vez menos petr¨®leo y gas, seamos capaces de hacer cada vez m¨¢s e¨®licas. ?Lo lograremos?¡±, se pregunta. ¡°No es seguro. Para la energ¨ªa solar, un 80% de c¨¦lulas fotovoltaicas se hacen en China. ?Es la mundializaci¨®n! Y en un mundo sin energ¨ªas f¨®siles ya no habr¨¢ mundializaci¨®n, porque la mundializaci¨®n son los portacontenedores, los barcos mercantes, camiones, un poco aviones... ?C¨®mo se hace todo esto sin petr¨®leo?¡±.
El mundo sin fin combina la habilidad pedag¨®gica de Jancovici ¡ªy la provocaci¨®n¡ª con el talento de Blain para narrar con im¨¢genes. Es uno de esos libro que fuerza a un cambio de perspectiva: todo es energ¨ªa, desde el movimiento de la mano para teclear este texto al hecho de que exista un dispositivo para que el lector lo lea. Pero no es un ensayo adaptado al c¨®mic: es un c¨®mic puro, con un personaje central que es el superh¨¦roe Iron Man, un superh¨¦roe que en realidad es el propio lector y la humanidad del siglo XXI.
Explica Jancovici: ¡°Gracias a los aviones volamos. Gracias a las m¨¢quinas levantamos cargas muy pesadas. Gracias a los autom¨®viles, nos desplazamos muy r¨¢pido. Gracias al telescopio vemos m¨¢s lejos. Gracias a las redes de comunicaci¨®n, hablamos muy lejos¡±. Superh¨¦roes todo, pues. La armadura son las m¨¢quinas que nos rodean y nos facilitan la vida. Estas m¨¢quinas necesitan energ¨ªa para funcionar. Energ¨ªa, la de origen f¨®sil, que destruye el planeta y ser¨¢ m¨¢s escasa. Y otra, la no contaminante, que, seg¨²n Jancovici, resultar¨¢ insuficiente para suplantar la contaminante.
Esta es la paradoja, siguiendo con la imagen del chiste: ¡°El alcoh¨®lico debe dejar de beber g¨¹isqui en un mundo en el que no habr¨¢ mucho m¨¢s zumo de naranja¡±. ?La soluci¨®n? ¡°Beber agua¡±. En otras palabras, el famoso decrecimiento.
¡°En el plano f¨ªsico ya est¨¢ aqu¨ª¡±, observa Jancovici, quien prefiere hablar de ahorro que de decrecimiento. ¡°Le dar¨¦ dos indicadores: el n¨²mero de metros cuadrados construidos en Europa, estamos por debajo de 2007. Y sigue, en l¨ªneas generales, el suministro de petr¨®leo. Si mira las toneladas cargadas en los camiones, baja desde 2007¡å. La cuesti¨®n, a?ade, es si se nos impondr¨¢ el decrecimiento o los ahorros, o si queremos o podemos hacerlo por voluntad propia. ¡°Yo creo que es mejor que nos ocupemos de hacerlo activamente¡±, responde. ¡°De lo contrario, ser¨¢ peor: m¨¢s inigualitario, m¨¢s brutal, con m¨¢s sorpresas. Mejor organizarlo¡±.
Babelia
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