¡®El men¨²¡¯: entretenido ¡®thriller¡¯ de cocina en el infierno de la vanidad

La cocina y los programas de cocina est¨¢n tan de moda que casi se podr¨ªa decir que se hacen demasiadas pel¨ªculas y series de cocina, si no fuera porque algunas de las ¨²ltimas, adem¨¢s de grandes ¨¦xitos, han mostrado suficientes valores extr¨ªnsecos a los fogones como para poder valorarlas en su m¨¢xima extensi¨®n, y no solo como muestra de un subg¨¦nero para admiradores y fan¨¢ticos.

Hierve (2021), de Philip Barantini, con su agitador plano secuencia y su ritmo del demonio, y la serie The Bear (2022), creada por Christopher Storer, con su eterno conflicto de clases, su tragedia familiar y su frenes¨ª, han sido las ¨²ltimas. Y aunque haya que olvidarse de espantos como la singapurense Una receta familiar (2018) y la japonesa El cocinero de los ¨²ltimos deseos (2017), y de insignificancias disfrazadas de singularidad como la india The Lunchbox (2013), ahora la estadounidense El men¨² llega para refrendar el buen momento culinario en las pantallas. La apuesta es un thriller de entretenimiento y suspense, trufado de s¨¢tira sobre los restaurantes de lujo, mala uva meta cinematogr¨¢fica, acerada cr¨ªtica social y un desaf¨ªo por el arte como ¨²nica forma de vivir y hasta de morir.

Una experiencia culinaria ¨²nica. As¨ª se vende el restaurante de la pel¨ªcula, solo apto para bolsillos extraordinarios, 1.200 euros por cabeza, situado en una isla privada y apartado de cualquier ciudadan¨ªa al margen del propio establecimiento y sus trabajadores. Y hasta all¨ª llega una serie de comensales, todos ellos distintos en formaci¨®n y objetivos respecto de la comida, y con dos ¨²nicos puntos en com¨²n: tienen suficiente pasta como para pagar la noche, y en cierto modo han sido elegidos por el chef para poner en ellos su arte, su odio e incluso sus cuchillos. El resultado es una experiencia cercana a lo teatral ¡ªaunque con un buen sentido visual por parte de Mark Mylod, de amplia experiencia en la televisi¨®n¡ª, sucesivamente inquietante, procaz, graciosa, cruel y macabra. De limitada profundidad, pero efervescente.

En su primer e imaginativo guion para cine, Seth Reiss y Will Tracy disparan con bala en m¨²ltiples direcciones: hacia los cr¨ªticos gastron¨®micos (extensivo, por supuesto, a los cinematogr¨¢ficos), por su excesivo poder para levantar y hundir carreras; hacia los que nada entienden de gusto, placer y sensaciones, y solo porque tienen posibles son asiduos a este tipo de lugares, pese a su insensibilidad; hacia los j¨®venes nuevos ricos de las corporaciones financieras; hacia la dictadura de la imagen y la fama; hacia los fan¨¢ticos de las m¨¢s sofisticadas t¨¦cnicas que no saben cocinar algo rico y r¨¢pido; y hacia la obsesi¨®n por la parafernalia exterior que envuelve platos que son la pura nada. En definitiva, hacia la pretenciosidad y los nuevos modos de la alta cocina como expresi¨®n de un ej¨¦rcito de cocineros dispuestos a todo, incluso a la degradaci¨®n m¨¢s risible, en pos del triunfo.

Un conglomerado de odios que envuelve a los personajes, siempre dominados por el chef que interpreta a la perfecci¨®n Ralph Fiennes, de mirada abrasadora, dicci¨®n en la que se escupe cada s¨ªlaba e implacable ritmo en su fraseo lento y elegante, conformando finalmente una experiencia que podr¨ªa entroncar tanto con un cluedo a lo Agatha Christie como con un Saw bajo en calor¨ªas. Una comedia negra sobre la tonter¨ªa social contempor¨¢nea, un thriller sobre el imposible sue?o de la perfecci¨®n, y una s¨¢tira sobre el engreimiento, la estupidez y la m¨¢s insana de las venganzas.