El Barrio: ¡°Odio la Navidad, a mi lado, el Grinch es Bambi¡±
El m¨²sico gaditano se define como ¡°un bicho raro, solitario e hipersensible¡±. Ahora lanza ¡®Atemporal¡¯, su nuevo disco, y anuncia una gira despu¨¦s de un a?o de silencio
Son las doce del mediod¨ªa y el se?or Figuereo, Jos¨¦ Luis ¡ªSelu para los suyos, El Barrio para la legi¨®n de seguidores que agotan las entradas de sus conciertos¡ª baja de su cuarto de un hotel de superlujo en el centro de Madrid, adonde acaba de llegar desde C¨¢diz. El artista va hecho un pincel maqueado para la foto, marcando tip¨ªn con pantal¨®n y camisa negros de vestir y una vistosa chaqueta de tafet¨¢n morado. ¡°Qu¨¦ feminista¡±, le suelto, por romper el hielo. ¡°?Por?¡±, responde, genuinamente sorprendido; le aclaro que por el color de su americana y replica a quemarropa: ¡°feminista tambi¨¦n, pero el morado es porque soy nazareno de la Cofrad¨ªa de la Sentencia de C¨¢diz¡±, devolvi¨¦ndome la pelota y la sorpresa. Hablamos en un elegante sal¨®n mientras los operarios colocan la fastuosa decoraci¨®n navide?a del establecimiento con gran despliegue de abetos, gallardetes y guirnaldas de luces a todo vatio. ¡°Esto parece Vigo¡±, bromea a medias El Barrio.
?Duerme siempre aqu¨ª cuando viene a Madrid? Menudo hotelazo se gasta.
Es para hacer aqu¨ª tambi¨¦n las entrevistas y no perder tiempo, pero yo duermo en cualquier sitio. Me he criado en pensiones desde que me puse a tocar la guitarra por el mundo a los 16 a?os, despu¨¦s de haber dejado el colegio en s¨¦ptimo de EGB, a los 12 o 13. Al final, en los cuartos todos hacemos lo mismo. Descansar y ba?arnos, si averiguas c¨®mo usar la ducha, que no es tan f¨¢cil.
?Por qu¨¦ dej¨® el colegio tan peque?o?
Porque solo aprobaba el recreo y Religi¨®n, que me encantaba, tanto que mi madre pensaba que el ni?o iba para cura. Era muy mal estudiante. Me pasaba el curso haciendo rabona, me sal¨ª y me puse a trastear con la guitarra, que se me daba bien de siempre.
Eso tambi¨¦n se estudia. ?No?
S¨ª, pero yo he tocado y cantado y compuesto siempre tirando de o¨ªdo y de intuici¨®n y de amor propio, de imaginar por d¨®nde va el hilo, por d¨®nde pasa la hebra. No soy una persona culta, yo lo que escribo es lo que siento y lo que voy viendo ah¨ª fuera con el paso de los a?os. Desde entonces, algo de l¨¦xico he cogido.
?D¨®nde tocaba en esa ¨¦poca un chaval de 16 a?os?
Iba de tablao en tablao toc¨¢ndole a cantaores y bailaores por el mundo. Te daban 800 pesetas y te costaba 200 comer y otras 400 dormir en la pensi¨®n, eso si dorm¨ªas, porque si ven¨ªa un se?orito y te daba un billete te ten¨ªa tocando toda la noche para seguir la juerga. Entonces hab¨ªa mucha xenofobia con el mundo del flamenco y los gitanos.
Pero usted no es gitano.
No, pero he sentido muy dentro esa xenofobia. En los tablaos hab¨ªa dos pases y, entre uno y otro, nos encerraban a los artistas del cuadro flamenco en un cuarto con llave para que no molest¨¢ramos a los se?oritos mientras cenaban.
?C¨®mo pasa uno de soportar desprecios a llenar auditorios y que sus fans se tat¨²en su nombre en el cuerpo?
Pues yo creo que me dediqu¨¦ a sembrar, a ser artista como yo lo sent¨ªa y a seguir mi camino. Creo que he conseguido crear un sello, que t¨² cierres los ojos y sepas que est¨¢s escuchando a El Barrio, sin ceder a las presiones de la industria, ni de los medios, ni de ning¨²n programa que te llevara a la c¨²spide muy r¨¢pido. Esa semilla cay¨® en tierra f¨¦rtil y llevo a?os recogiendo la cosecha.
?Qu¨¦ les da a los ¡®Barrieros¡¯, como se autodenominan sus seguidores?
Pues creo que doy la verdad de lo que soy. No doy ni un ritmo pegadizo, ni una coreograf¨ªa, ni un estribillo. Es la palabra de la calle, un espejo para que se miren y, sobre todo, doy identificaci¨®n con el alma. Eso ni se compra ni se vende.
?Nunca ha pasado por ning¨²n aro?
Una vez, cuando en un disco metieron un bombo y un chunda-chunda a mis canciones, y yo lo o¨ªa y sent¨ªa que eso no val¨ªa nada, que no era yo, que no era mi sinceridad, sino sinceridad prostituida, y dije que nunca m¨¢s lo har¨ªa.
?Se ha sentido ninguneado o mirado por encima del hombro por la industria discogr¨¢fica?
Toda la vida. Me he sentido muy peque?o, hasta el punto de que alguien me dijo que, con suerte, acabar¨ªa de telonero de alguien.
?Su triunfo es su venganza?
No, porque no soy rencoroso y, adem¨¢s, quien me lo dijo hace tiempo que desapareci¨® del negocio.
?Tiene m¨¢s orgullo art¨ªstico o conciencia de clase?
Soy del pueblo, pero, si te digo la verdad, tengo 52 a?os, y a¨²n soy un bicho raro, t¨ªmido y solitario, que va con su perro por la playa con la barba y el pelo desali?ados. Me encanta la soledad, siempre que haya un amigo que venga a hablarme de ella de vez en cuando.
?Eso es un verso de una canci¨®n suya?
Eso lo le¨ª una vez en alg¨²n sitio y me gust¨® tanto que lo repito siempre, porque me retrata. Soy un solitario en su isla, pero siempre que haya un faro o una senda para poder salir de ella.
Se define como un ¡°enfermo de nostalgia¡±. ?Era as¨ª desde cr¨ªo?
S¨ª, de ni?o sent¨ªa cosas muy raras. Me quedaba embobado con lo bonita que estaba una calle, o lo bien que ol¨ªa un guiso, o c¨®mo brillaba una aguja de pino. Un d¨ªa, yendo en el coche, o¨ª en la radio a una psic¨®loga hablando de personas altamente sensibles y dije: ese soy yo. Se me quedan grabadas las cosas desde chico y las a?oro incluso mientras las estoy viviendo.
?Eso, para un artista, es una bendici¨®n o, ejem, una putada?
Eso, si te soy sincero, es una gran putada, porque cuando lo intentas describir al resto del mundo no lo entiende. Te ponen de bicho raro y, como est¨¢s siempre adelant¨¢ndote a lo que pasa, sufres por partida doble.
A cambio, le inspirar¨¢ lo suyo.
S¨ª, todo entra en la batidora de las canciones, pero te voy a decir una cosa que nunca he dicho: cuando me pongo a pensar en la nostalgia, siento como si una mano me estuviera apretando y me estuviera ahogando, me acelero, como que me estoy muriendo.
Eso es ansiedad de libro.
S¨ª, ahora mismo estoy as¨ª, un poquito ansioso y depresivo. Cuando acabas un disco es como cuando una mujer pare a un hijo. Cuando lo acabo, me quedo vac¨ªo y eso me asusta much¨ªsimo, porque es como perder la ilusi¨®n. Un creador tiene que tener ilusi¨®n, y, a veces, me abandona. No s¨¦, tambi¨¦n tendr¨¢ que ver la etapa oto?al. El disco es muy nost¨¢lgico y no soy yo muy navide?o, ?sabes? Odio la Navidad. A mi lado, el Grinch es Bambi.
Un Grinch con sombrero borsalino...
Pues mira, ahora que lo pienso, el sombrero s¨ª me lo impusieron, al principio. Pero luego, me fue gustando, se convirti¨® en mi escudo, y ahora es un interruptor entre mis dos personalidades, como buen G¨¦minis que soy. Con ¨¦l puesto soy El Barrio. Sin ¨¦l, Selu. Y son muy distintos.
'ATEMPORAL'
Así, con ese título y vocación de eternidad (sic) presenta José Luis Figareo, El Barrio, (El Barrio de Santa María, Cádiz, 52 años) su nuevo disco y su nueva gira, que, de repetirse el éxito de otras, llenará en 2023 auditorios de toda España de una multitud de fidelísimos seguidores de su música. Figareo, Selu para su equipo, se presenta a la entrevista con una chuleta garabateada a mano con las características técnicas de las canciones de su nuevo trabajo, por si necesita consultarla. Una vez que termina un disco necesita alejarse de él antes de interpretarlo en directo, confiesa durante una charla en la que cualquier cuestionario salta por los aires ante la insólita y desarmante sinceridad del artista. Al final no le hace falta la chuleta para hablar ni de él ni de su música. Se le ve casi todo en los ojos y en sus respuestas.
Babelia
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