Fran Gayo, escritor: ¡°No me creo los ejercicios de nostalgia dulcificada¡±
Exmiembro del d¨²o musical Mus, poeta y programador de festivales de cine, el autor asturiano debuta en la novela con ¡®La navidad de los lobos¡¯, que mezcla terror y recuerdos familiares. ¡°La memoria tiene la misma ra¨ªz que los sue?os¡±, explica
Fran Gayo (Gij¨®n, 52 a?os) ha ido reconvirti¨¦ndose seg¨²n la vida y sus intereses art¨ªsticos le propon¨ªan giros. Y muchas veces, a contramano de la corriente imperante. Cuando el estallido de Xix¨®n Sound, la edad dorada del pop y rock asturiano, form¨® el d¨²o Mus, que apost¨® por melod¨ªas intimistas y letras en bable, al contrario que sus compa?eros de generaci¨®n, que lo hac¨ªan predominantemente en ingl¨¦s. De 1997 a 2009 fue responsable de programaci¨®n en el Festival Internacional de Cine FicXix¨®n. Y por amor se traslad¨® a Buenos Aires, cuando los argentinos emigraban a Espa?a. All¨ª ha trabajado en el equipo del prestigioso BAFICI (Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires), ha organizado diversas muestras y publicado estudios monogr¨¢ficos de cine, y desde all¨ª vigila la actualidad espa?ola. Con todo, mantiene un pie en cada lado del Atl¨¢ntico: tras dirigir el festival de Ourense en 2016, volvi¨® a integrarse en el equipo programador del certamen de Xix¨®n en 2020. Y mientras, tras dos poemarios con buen eco cr¨ªtico, se lanz¨® a escribir una novela, La navidad de los lobos (Caballo de Troya), un libro que quer¨ªa ser una historia de terror y ha acabado fundido con una descripci¨®n de tres generaciones de asturianos, un retrato del racismo en su regi¨®n natal y de la vida a trav¨¦s de un alter ego desdichado del autor. ¡°Cuando quise darme cuenta, mi abuela, su fantasma, ya estaba metida en el libro. Y en ese momento, empez¨® a transformarse en otra cosa¡±. En Madrid, un d¨ªa de fr¨ªo, ante un caf¨¦ con leche, arranca sus reflexiones.
Pregunta. En La navidad de los lobos se habla, y mucho, de la memoria hist¨®rica.
Respuesta. No dir¨ªa tanto memoria como s¨ª los recuerdos. Si digo memoria es una muy ¨ªntima y maleable. Acab¨¦ de escribirlo y ya ni s¨¦ qu¨¦ cosas se quedaron dentro y cu¨¢les fuera. Al final el libro es una imagen difusa del pasado. Y me gusta pensar que la memoria tiene la misma ra¨ªz que los sue?os. No se puede levantar testimonio riguroso de los hechos, especialmente de los pasados familiares. Hasta mi hermano tiene una visi¨®n muy distinta de nuestra infancia compartida.
P. Pero la parte del racismo s¨ª refleja lo acaecido con parte del campesinado asturiano.
R. Porque parte de la realidad, dur¨ªsima, de los vaqueiros de alzada, que se ganaban la vida con el ganado, con el que sub¨ªan en verano a las monta?as de interior y en invierno bajaban a las bra?as cercanas a la costa. Eso est¨¢ documentado, y hasta hay textos de Jovellanos que describ¨ªan el racismo que sufr¨ªa esa comunidad del Occidente de Asturias. Se divid¨ªan las iglesias con una viga, y los vaqueiros solo pod¨ªan estar de esa marca hacia atr¨¢s. En los bares no les dejaban beber en vasos de cristal y solo se lo permit¨ªan en cuernos de vaca. Siempre me ha obsesionado imaginar la vida de mi familia antes de que yo apareciese. Y eso incluye la odisea de esa gente que se acaba adaptando a las ciudades de los a?os sesenta y setenta... sin que se diluya el clasismo. Yo creo que ah¨ª me nace la identidad de clase. No solo por la convicci¨®n que mamas en casa, sino por lo que ves de diferencias econ¨®micas brutales entre, por ejemplo, un abogado y un alba?il. En fin, la fricci¨®n entre clases crea la identidad. Ahora, en Argentina lo vuelvo a ver: del c¨ªrculo que me rodea ninguno su padre fue obrero. Eso te sit¨²a en un lugar aparte, y nunca se puede olvidar.
Mi novela parte de la realidad, dur¨ªsima, de los vaqueiros de alzada, que se ganaban la vida con el ganado, con el que sub¨ªan en verano a las monta?as de interior y en invierno bajaban a las bra?as cercanas a la costa¡±
P. ?La novela es un testimonio escrito de eso?
R. Claro, y ya estaba en los discos de Mus, y en mis poemas. Es parte de m¨ª, est¨¢ en mis venas, y la siento m¨¢s a¨²n desde que no est¨¢n mis padres. Esa conciencia de clase me sigue aunque acabe dedic¨¢ndome a programador de cine. Lo que no puede ocurrir es que yo transmita la pesadumbre a mi hijo. Porque hay un parte jodida de esa autoconciencia, y era el manejo de ello con mi padre y mi madre. Yo hice una intelectualizaci¨®n del hecho que ellos no. Ambos sab¨ªan d¨®nde hab¨ªan nacido y todo lo que ten¨ªan que trabajar. Pero no iban m¨¢s all¨¢. Llor¨¦ much¨ªsimo viendo Recursos humanos, la pel¨ªcula de Laurent Cantet, que contaba ese salto de generaci¨®n y esa distinta perspectiva entre padres e hijos.
P. ?Ten¨ªa claro que su personaje iba a ser un asturiano en Argentina?
R. Empec¨¦ a escribir la historia en oto?o de 2020, como una historia de terror, como un divertimento. De repente, mi abuela entr¨® en la primera l¨ªnea, avanc¨¦ en la escritura y mi vida fue pasando a las letras. Desde el confinamiento hasta su protagonista, un personaje en permanente fuga. Hasta el punto de que no solo se muda a 11.000 kil¨®metros de distancia y reniega de su pasado, sino que tambi¨¦n se cambia de nombre. Huye y se replantea constantemente.
R. En mi caso, sent¨ªa la necesidad de recoger leyendas y an¨¦cdotas que me hab¨ªan contado en la cocina de mi casa despu¨¦s de comer, desde la infancia. Muchas las he reconstruido desde la ficci¨®n porque me faltan muchos datos. Mi abuela me dir¨ªa que qu¨¦ cosa estoy haciendo... Quer¨ªa recuperar ciertos acervos populares y tambi¨¦n la figura del nigromante, esa persona que enlazaba con el m¨¢s all¨¢, y que hasta hace bien poco estaba muy normalizada. ?C¨®mo vives d¨ªa a d¨ªa si no paras de ver desgracias futuras? Y eso lo met¨ª en una estructura, mi vida de barrio. Con mis mudanzas al centro de las ciudades, con mi traslado a Buenos Aires, me he ido despersonalizando. Cuando vuelvo a Xij¨®n, y me acerco a mis calles de la infancia, ya no queda nada. Por eso ten¨ªa que escribir, y plasmar que aquello fue importante y que no fue bonito. No me creo los ejercicios de nostalgia dulcificada.
Cuando vuelvo a Xij¨®n, y me acerco a mis calles de la infancia, ya no queda nada. Por eso ten¨ªa que escribir, y plasmar que aquello fue importante y que no fue bonito¡±
P. ?Batall¨® mucho contra los recuerdos?
R. Tuve que dejarlos ir, y otros ni pude plasmarlos porque eran... brutales. Al final, es una ficci¨®n... y yo ten¨ªa una fecha de entrega [risas].
P. En Asturias hay una lucha por recordar el pasado reciente que no se da en otros sitios de Espa?a.
R. Bueno, dir¨ªa que en Galicia tambi¨¦n. En otras comunidades puede que se haya hecho un trabajo previo en instituciones. Bueno, o no. En Asturias hemos empujado los particulares.
P. Pregunta obligada: ?le influye Mariana Enr¨ªquez como autora de terror con significado pol¨ªtico?
R. A m¨ª me parece que Nuestra parte de noche es una obra maestra dif¨ªcil de superar. Yo parto del cosmos familiar, no llego a tanto.
P. Ha atravesado varios giros vitales radicales. ?C¨®mo lo lleva?
R. No s¨¦ qu¨¦ contestar a eso. La m¨²sica fue lo primero. Lo de programador de cine es un oficio. Y yo pod¨ªa haberme quedado trabajando en el proyecto Hombre, donde daba clase. De esos cambios viene, por ejemplo, que conservo pocas fotos. Ahora he recuperado algunas para mi hijo. Para m¨ª nada ha sido traum¨¢tico. Las etapas se acaban. Mudarme a Buenos Aires, que posee una energ¨ªa potente muy especial, fue la mejor decisi¨®n. Me hizo padre y me hizo escribir de cosas que en Espa?a no me hubiera atrevido.
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