Condenado a cuatro a?os de prisi¨®n el hombre que intent¨® vender 15 obras de arte fraudulentas en Madrid
La Audiencia Provincial considera que Guillermo Chamorro se vali¨® de la mediaci¨®n de una sala de subastas para comerciar con piezas falsas de autores como Eduardo Chillida, Roy Lichtenstein o Edvard Munch
Guillermo Chamorro, de 67 a?os, deber¨¢ cumplir cuatro a?os de prisi¨®n por un delito continuado contra la propiedad intelectual y otro de estafa por el intento de venta de 15 obras de arte falsas de artistas como Eduardo Chillida, Roy Lichtenstein o Edvard Munch. Seg¨²n la Audiencia Provincial de Madrid, el condenado se vali¨® de la mediaci¨®n de la casa de subastas Setdart para comercializar las piezas. De las 16 que iba a vender en la casa de subastas, 15 han resultado ser falsas. En la sentencia se apunta que bien podr¨ªan ser copias realizadas por Chamorro o por un tercero, pero que en todo caso el condenado conoc¨ªa su falsedad.
El caso se inici¨® en marzo de 2019 cuando Max Weber, un ciudadano austriaco, denunci¨® al condenado en una comisaria de Chamber¨ª. Este hombre acus¨® a Chamorro de venderle, a trav¨¦s de la casa Hampel (M¨²nich), una falsificaci¨®n de Paris de Chillida y quiso alertar a la polic¨ªa de que hab¨ªa visto dos cuadros propiedad de Chamorro apoyados en una pared de la casa de subastas Setdart. Aunque en la vista el acusado defendi¨® que la empresa alemana le hab¨ªa robado 29 obras de arte y no reconoci¨® en fotos las piezas investigadas como las suyas, la magistrada ha concluido que las adquiridas por Weber eran suyas, dado que su nombre consta en las facturas remitidas al juzgado por la casa de subastas.
La historia del condenado con Setdart es lo que m¨¢s p¨¢ginas de la sentencia ocupa debido a su complejidad. Cuando los agentes se personaron en la empresa en marzo de 2019, Vicens Pascual, el gerente en aquel momento, neg¨® que tuvieran ninguna otra pieza de Chamorro. Fue una de las empleadas la que se?al¨® a los agentes que en un almac¨¦n guardaban otras cinco. El ¨²nico documento que vincula al acusado con la casa es la segunda inc¨®gnita. Es un contrato de mediaci¨®n entre Chamorro y Setdart al que se le adjuntan hojas de registro con cada lote u obra que se deposita en la empresa; sin embargo, estas p¨¢ginas no se presentaron en la causa. Una de las trabajadoras citadas en la investigaci¨®n explic¨® que cuando el cliente es de confianza, como lo era el acusado, no se realizaban estos escritos y quedaba el registro en el sistema inform¨¢tico. Aunque Chamorro asegur¨® que su ¨²nica relaci¨®n con la empresa eran las felicitaciones navide?as que mandan a los clientes. Los agentes encontraron 10 obras en Setdart y las cinco restantes, que correspond¨ªan a Jos¨¦ Guerrero, ya se hab¨ªan vendido.
Ante las insinuaciones de la defensa de que todo se trataba de un complot, la sala ha concluido que fue Chamorro quien dej¨® las obras para su expertizaje y venta, corroborado por ¡°la forma de proceder¡± de la casa de subastas, los testimonios y las fotograf¨ªas de las piezas en el momento que fueron entregadas. Adem¨¢s, Setdart aport¨® una serie de facturas que el condenado les hab¨ªa entregado para garantizar la originalidad donde aparece su nombre.
La suma de las indemnizaciones que Chamorro tiene que asumir asciende a m¨¢s de 105.000 euros. El hombre, que seg¨²n explic¨® en la vista vend¨ªa obras de arte para su jubilaci¨®n, debe pagar a los compradores 578,45 euros a la galer¨ªa El Marco Verde, 8.524,60 euros a Gonzalo R. D. y 8.280 euros a Jos¨¦ Luis C. B.. Adem¨¢s de 48.000 euros a los herederos de Jos¨¦ Guerrero y 39.700 euros a la Compa?¨ªa Zabalaga Leku, encargada del patrimonio de Eduardo Chillida, por los da?os y perjuicios morales causados a la imagen de la obra de los artistas. Del resto de los pintores falsificados, los herederos Lichenstein y Steinberg no se han personado como acusaci¨®n y hace m¨¢s de 75 a?os de la muerte de Munch, por lo que ya no existen derechos de propiedad intelectual. La sentencia no es firme y Chamorro a¨²n tiene derecho a apelar la decisi¨®n de la jueza ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid.
Babelia
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