¡°Sin tener acceso a artistas de vanguardia, expres¨® lo mismo que ellos¡±: el asturiano que dedic¨® su vida a pintar ovnis
Artista autodidacta, Armando desarroll¨® durante el franquismo un imaginario ¨²nico de avistamientos alien¨ªgenas. Ignorado en su momento, hoy su obra se ve por fin la luz reivindicada
Mientras el mundo anda en vilo mirando al cielo en busca de objetos volantes no identificados, historias como esta nos recuerdan hasta d¨®nde puede llegar la obsesi¨®n por certificar que no andamos solos en el universo. Empez¨® con un cuadrito colgado en el s¨®tano de casa de un amigo el verano pasado, en Gij¨®n. El artista Carlos Fern¨¢ndez-Pello (a quien algunos recordar¨¢n por firmar la portada del disco ?dolo de C. Tangana) repar¨® en una marina asturiana, t¨ªpica de pintor de paisaje de no ser por tres extra?as almendras flotando en el horizonte. Atribuy¨® aquella iron¨ªa ovni a alg¨²n surrealista pop de los a?os ochenta o noventa. Pero no. El ¨®leo era de finales de los cincuenta y lo firmaba un tal Armando, a secas.
¡°Tirando del hilo llegu¨¦ hasta su sobrino, que conserva m¨¢s de 200 obras de su t¨ªo que no han visto la luz, precisamente por la rareza que supusieron para la ¨¦poca y el rechazo que probablemente suscitaron¡±, relata rodeado de una breve selecci¨®n de sus cuadros en el espacio The Goma. Fern¨¢ndez-Pello ha aparcado esta vez sus facetas de escultor, videoartista o dise?ador para comisariar junto a Borja D¨ªaz Mengotti, fundador y copropietario de esta galer¨ªa madrile?a, No identificado, la primera exposici¨®n sobre el enigm¨¢tico Armando, que puede visitarse hasta el 1 de abril.
En ella, tratan de recomponer el puzzle existencial de un hombre de familia acomodada formado como ingeniero el¨¦ctrico que vivi¨® entre la devoci¨®n por el arte y el influjo de los avances tecnol¨®gicos en la sociedad gijonesa franquista. Y que pas¨® de sufrir una man¨ªa persecutoria temprana a conectarse directamente con los alien¨ªgenas tras un brote de esquizofrenia paranoide a los 28 a?os que ¨¦l atribuy¨® a una intervenci¨®n m¨¦dica de hernia donde ya intervinieron de alguna manera los seres de otro mundo que le rondar¨ªan el resto de sus d¨ªas. Su psiquiatra le recomend¨® aparcar la pintura. A cambio le hinch¨® a medicaci¨®n y le someti¨® a electrochoques y hasta a un coma insul¨ªtico. A pesar de lo que ¨¦l llam¨® ¡°todo un proceso de tortura¡±, nunca abandon¨® los pinceles.
En un lugar impreciso entre la abstracci¨®n geom¨¦trica y el simbolismo americano, la obra de Armando podr¨ªa exhibirse perfectamente en eventos como la Outsider Art Fair (que se celebra en Nueva York del 2 al 5 de marzo) junto a otros consumados captadores de lo ufol¨®gico tipo Eduard Billy Meier, Ional Talpazan o Esther Pearl Watson. Pero, de igual manera, remite est¨¦ticamente a reconocidos nombres del arte oficial como Milton Avery, Etel Adnan o Antonio Ballester Moreno.
Sobre esta singularidad reflexiona Fern¨¢ndez-Pello. ¡°La sorpresa es que Armando se sit¨²a un poco como la bisagra entre ambos mundos. Su hermano tuvo una galer¨ªa y lleg¨® a exponer y vender alguno de sus cuadros de paisajes m¨¢s naturalistas; pero al mismo tiempo es un artista outsider [marginal] porque tuvo formaci¨®n autodidacta y, precisamente por su condici¨®n mental, desarroll¨® una libertad creativa sin los filtros que ten¨ªan la mayor¨ªa de artistas de la Espa?a franquista. Lo incre¨ªble es que, sin tener acceso a esas inspiraciones, pone en valor las mismas cosas que el arte de vanguardia internacional de ese momento: el inconsciente, los sue?os, la locura, manifestar en expresi¨®n art¨ªstica todo lo que normalmente reprimimos en la cultura occidental. Pero, claro, lo hace ah¨ª perdido, en Asturias¡±. M¨¢s que del arte abiertamente pop, el costumbrismo ufol¨®gico de Armando se alimenta de paisajes que parecen bodegones (y viceversa) habitados por artefactos voladores y fen¨®menos celestes.
Su devoci¨®n por el espacio exterior y sus visitantes se complementa en la exposici¨®n con una vitrina que recoge las obsesiones de Armando: los recortes de la prensa sensacionalista de la ¨¦poca haci¨¦ndose eco de avistamientos, que coleccionaba compulsivamente, o los escritos a mano del artista manifestando esa conexi¨®n directa con entes de otros mundos.
En una carta fechada en 1993, advierte a Su Majestad el Rey Don Juan Carlos de que ¡°los extraterrestres me comunican que no comunic¨® el mensaje del peligro at¨®mico de las explosiones nucleares que se siguen efectuando en este planeta, que no solo perjudican a los habitantes de este planeta (los humanos) aumentando peligrosamente la radioactividad que hay en la Tierra, sino que perjudican indirectamente a seres de otros mundos much¨ªsimo m¨¢s inteligentes, mucho m¨¢s civilizados y mucho m¨¢s perfectos que los humanos¡±. Y le alienta a compartir estas informaciones con ¡°todos los gobiernos de las naciones de este planeta. Si no lo hace, actuar¨¢n los extraterrestres¡±. Sus manuscritos lo sit¨²an en un v¨®rtice donde confluyen ciencia y fantas¨ªa, ecolog¨ªa y tecnolog¨ªa, Dios y aliens.
Muchacho de buena planta, Armando nunca se cas¨®, pero se le conocen algunos romances. En las cartas que le enviaba una admiradora secreta, ¨¦l le¨ªa mensajes ocultos enviados por entes alien¨ªgenas. A diferencia del catal¨¢n Robert Llim¨®s, el retratista obsesivo de los marcianos que asegura haber tenido un encuentro en la tercera fase en Brasil, Armando apenas esboz¨® en una de sus notas un posible avistamiento en su vida.
Los comisarios de la exposici¨®n compartieron estos papeles con un psiquiatra del Hospital Universitario 12 de Octubre para internarse en la psique del artista. ¡°Armando no se sent¨ªa tanto un avistador de platillos volantes, como una especie de canal, un elegido capaz de descifrar y comunicar los mensajes enviados a la Tierra. El doctor al que hemos consultado nos contaba que esta ilusi¨®n de generar un yo salvador es muy propia de lo que se ha conocido como esquizofrenia paranoide, pero que los esquizofr¨¦nicos suelen perder intensidad en sus visiones con los a?os. Lo suyo hoy podr¨ªa entenderse como un delirio cr¨®nico, algo m¨¢s parecido al t¨ªpico vecino conspiranoico que, a pesar de sus desvar¨ªos, puede tener una vida funcional. En cualquier caso, hemos querido ser muy respetuosos con la condici¨®n mental de Armando, y que sean su obra y sus escritos los que hablen por ¨¦l¡±.
Entre los recortes de peri¨®dicos que alimentaban su imaginaci¨®n, Armando conserv¨® el del primer caso de una abducci¨®n alien¨ªgena documentado, el del matrimonio interracial Betty y Barney Hill, en 1961. Una historia donde se entremezclan la lucha antidiscriminaci¨®n en la que estaban involucrados los protagonistas y las teor¨ªas de posibles experimentos biol¨®gicos militares con miembros de nuestra especie que planteaban nuevos modelos de sociedad (en este caso, de integraci¨®n racial). La fascinaci¨®n por ese caso se extiende hasta nuestros d¨ªas: Netflix est¨¢ preparando una pel¨ªcula a cargo de la productora de Michelle y Barack Obama.
La Espa?a de los sesenta, atenazada por la dictadura, encontr¨® en los fen¨®menos provenientes del espacio exterior un punto de fuga id¨®neo frente a la ausencia de libertades aqu¨ª. Proliferaban las publicaciones dedicadas al misterio y las tertulias paranormales. Entre las noticias recopiladas por Armando encontramos el caso de los Ummitas, surgido a partir del avistamiento de un artefacto esferoidal en Madrid, que acab¨® convertido en un delirio oportunista explotado incluso por sectas locales. Armando, como no pod¨ªa ser de otra forma, tom¨® prestado el extra?o signo )+( proveniente del planeta Ummo para ilustrar uno de sus ¨®leos. Muri¨® a los 74 a?os y qui¨¦n sabe en qu¨¦ galaxia descansa su esp¨ªritu. Hoy su obra sirve como perfecto artefacto pop para recordarnos que los extraterrestres siguen vigil¨¢ndonos de cerca.
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