Sin rastro de pena ni arrepentimiento
Escribo despu¨¦s de disfrutar de la expresi¨®n de los rostros de mujeres rotundas que tomaron literalmente las riendas de su vida

Escribo atragantada por la pintura, saturada de cuerpos reales hechos carne con pigmentos y aglutinantes. Escribo despu¨¦s de digerir pinceladas llenas de rabia, de contemplar fundidos r¨ªgidos, de observar con placer manos-garra que tiran de cabellos y de cuerdas, de disfrutar de la expresi¨®n de los rostros de mujeres rotundas que decidieron tomar literalmente las riendas de su vida.
Un brazo derecho reposa sobre un vientre y la curva que construye dialoga directamente con una serpiente colocada sobre una s¨¢bana blanca. En La muerte de Cleopatra de Artemisia Gentileschi el cuerpo de la mujer es r¨ªgido, blanco muerte, no se entrega a nadie para que nadie pueda disponer de ¨¦l como le plazca. El cuerpo de Cleopatra es de Cleopatra. Se estira en diagonal sobre el ancho del bastidor y atrapa al cuerpo de la serpiente con contundencia. Lo aplasta.
La muestra, que puede verse hasta el 19 de marzo en la Gallerie d¡¯Italia en N¨¢poles, es de una excelencia impecable. Las paredes de terciopelo rojo presentan los lienzos como un todo, con sus hallazgos y sus errores, con sus miedos y sus triunfos. Las pinturas de Gentileschi nos ponen en alerta, las que no, apaciguan la rabia de las pinceladas de la autora pero alimentan la de quienes observamos.
Descubrimos las obras de Massimo Stanzione o de Hendrick de Somer con un Lot y sus hijas en el que parece que las vidas de las mujeres tengan sentido solamente si se vuelcan en la del hombre protagonista. ¡°Alto contenido sexual¡±, ¡°Lo viejo y lo joven¡±, anoto en mi cuaderno. El viejo tiene la mirada perdida en el infinito, y la bondad parece desbordarse de sus ojos, se deja hacer en un claro ejemplo de la normalizaci¨®n de las relaciones entre hombres maduros y mujeres j¨®venes.
Giovanni Francesco di Rosa revisita el manoseado mito de Susana y los viejos, quienes, de nuevo, son tiernos y familiares. Susana parece querer mandar a los viejos a paseo, pero no puede, porque hacerlo ser¨ªa de mala educaci¨®n. Sabe que su cuerpo les pertenece. Conociendo las intenciones de los viejos, esa supuesta bondad nos aterra: es en el n¨²cleo familiar donde se ejercen la mayor¨ªa de los abusos sexuales.
El Triunfo de Galatea es el triunfo de Artemisia. Se presenta ante nosotras como una Pur¨ªsima decidida. Seguramente, si de peque?a hubiera visto a esa mujer en lugar de a la mujer l¨¢nguida que pint¨® Murillo, habr¨ªa tenido un modelo a seguir. Es justo que El Triunfo de Galatea sea la pieza con la que cierra la muestra. Galatea mira hacia arriba. La luz ba?a su rostro y el resto de su cuerpo, que se eleva sobre la penumbra en la que convive el resto de las figuras. En su belleza y blancura reconozco el cuerpo de mi madre y me anticipo al que ser¨¢ el m¨ªo. Recuerdo a mi madre de joven. Cada vez que le se?alaba las estr¨ªas del vientre me dec¨ªa ¡°Esto eres t¨²¡±. Lo hac¨ªa sin pudor. Abrazada a su cuerpo. Sin rastro de pena ni arrepentimiento.
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