Gru?ones, fil¨®sofos, golosos, ?estalinistas?: los Pitufos cumplen 65 a?os
Las criaturas azules que invent¨® el dibujante Peyo en 1958 celebran en la Feria de Literatura Infantil y Juvenil de Bolonia m¨¢s de seis d¨¦cadas de c¨®mics, pel¨ªculas, mu?ecos y hasta comparaciones con la Uni¨®n Sovi¨¦tica
En la aldea se prepara una gran fiesta. Y, por una vez, el pueblo m¨¢s remoto de los c¨®mics ¡ªcon permiso de Ast¨¦rix y Ob¨¦lix¡ª quiere invitar a todo el planeta a participar. Quiz¨¢s, para la ocasi¨®n, el Pastelero hornee sus mejores tartas. Aunque, probablemente, terminar¨¢ comi¨¦ndoselas el Goloso a escondidas. El ego del Vanidoso se frotar¨¢ las manos ante la ocasi¨®n, y Pitufina podr¨¢ contar si vivir como ¨²nica hembra entre 99 se?ores min¨²sculos tambi¨¦n dispara el micromachismo. Aunque el m¨¢s contento, sin duda, ser¨¢ el Juerguista. Porque en 1958 fue cuando el dibujante belga Peyo se invent¨® a una comunidad de extra?os seres azules. Es decir, cumplen ahora 65 a?os pitufeando. Hasta convertirse en iconos globales.
¡°Todav¨ªa son muy j¨®venes¡±, juraba este lunes Philippe Glorieux, responsable de marketing de Imps The Smurfs, la compa?¨ªa que gestiona la marca, los personajes y el legado del artista. Y, a continuaci¨®n, enumer¨® viejos y nuevos pilares que mantienen erguidas las c¨¦lebres casitas de hongos, en un encuentro en la Feria de la Literatura Infantil y Juvenil de Bolonia, la mayor del sector en Europa ¡ªa la que este diario ha sido invitado por la organizaci¨®n¡ª. Por un lado, los valores de siempre: ¡°Amistad, tolerancia, diversi¨®n o esp¨ªritu de equipo¡±. Por otro, la apuesta por cine y series, m¨¢s inclusi¨®n (con el descubrimiento de una nueva localidad poblada solo por pitufas) y hasta ¨²ltimas tendencias tecnol¨®gicas como el pituverso o los NFT. Est¨¢ claro que la ambici¨®n de los Pitufos mide m¨¢s que sus escasos 16 cent¨ªmetros.
De hecho, en su primera historia tan solo eran personajes secundarios, creadores de una flauta m¨¢gica que centraba otra entrega de la serie Johan y Pirluit. Desde entonces, sin embargo, les fueron robando los focos a los protagonistas, lograron su propia publicaci¨®n y, poco a poco, el estatus de mito. Decenas de libros, tres pel¨ªculas ¡ªy una cuarta en camino¡ª, dos series, varios videojuegos, parques de atracciones, mu?ecos. Y, en general, tantas aventuras como para que Gran Pitufo ya no sea el ¨²nico que pueda presumir de sabidur¨ªa y barba blanca.
Al fin y al cabo, un paseo por la propia feria de Bolonia sugiere la vigencia de algunos cl¨¢sicos. Por supuesto, hay miles de historias in¨¦ditas: constructores de estrellas, robots somnolientos o sillas en busca de una pata. Pero cada poco tiempo se vislumbra una cara familiar. Varios Mumin vigilan un estand propio, Harry Potter est¨¢ lejos de agotar su magia y nombres como Gianni Rodari o los hermanos Grimm ocupan carteles colosales, buena met¨¢fora del importante papel que a¨²n conservan en la literatura infantil. En una pared, Ob¨¦lix devora su en¨¦simo jabal¨ª asado. En otra, Barbie muestra algunas de sus ¨²ltimas profesiones: futbolista o astronauta. El beb¨¦ oculto en un carrito que empuja su padre a¨²n no puede ver todas las leyendas a su alrededor. Es probable, sin embargo, que ah¨ª contin¨²en cuando ¨¦l empiece a leer.
Empezando, precisamente, por los Pitufos. En el coraz¨®n del bosque se mueve hoy un negocio millonario, entre la pasi¨®n de miles de ni?os en 55 idiomas ¡ªel ¨²nico pa¨ªs donde el t¨¦rmino elegido para definirlos significa algo, por cierto, es China: L¨¢n j¨©ngl¨ªng, ¡°peque?os esp¨ªritus azules¡±¡ª y una encuesta interna citada por Glorieux: a nivel mundial, el 95% de los entrevistados conoc¨ªa a las criaturitas. De ah¨ª que el responsable pidiera a los presentes en el encuentro que cerraran los ojos y acudieran al recuerdo m¨¢s personal que les une a los personajes. Cada cual tendr¨¢ una respuesta. Lo que confirma y multiplica las razones de celebraci¨®n por parte de la compa?¨ªa y sus seguidores. Hasta al Gru?¨®n o al Trist¨®n les costar¨ªa aguar tama?o entusiasmo.
Tambi¨¦n por eso la ONU ha nombrado a los Pitufos embajadores de la sostenibilidad, de cara a difundir los objetivos de 2040 para salvar el medioambiente. He aqu¨ª otro s¨ªntoma del camino recorrido: de presuntos racistas, por una de sus primeras entregas, donde el pinchazo de una mosca volv¨ªa a los pitufos negros y, de paso, pr¨¢cticamente trogloditas, a s¨ªmbolos que la humanidad deber¨ªa emular. Es m¨¢s: Fabienne Gilles, responsable comercial de productos de consumo y entretenimiento familiar de la compa?¨ªa, habl¨® de ¡°planeta pitufo¡± para resumir los planes globales para presente y futuro. Aunque, primero, aclar¨® que los dos elementos centrales siguen siendo los libros y el audiovisual.
¡°Los c¨®mics contin¨²an desempe?ando un papel fundamental. Cada a?o aparece una nueva entrega de la serie cl¨¢sica. Y se uni¨® en 2017 la nueva serie Los Pitufos y la aldea de las chicas. Si bien los Pitufos no son en Espa?a un fen¨®meno tan descomunal como en los pa¨ªses franc¨®fonos, cuentan aqu¨ª con una base de fans fiel de todas las edades a la que se van sumando constantemente nuevos lectores¡±, asevera ?lvaro Nofuentes, encargado del c¨®mic europeo en Norma Editorial, el sello que lleva 47 ¨¢lbumes publicados en castellano de los seres azules. Y con toque espa?ol tambi¨¦n en el dibujo, ya que uno de los artistas actuales, Miguel D¨ªaz Vizoso, tiene or¨ªgenes andaluces.
Pero, adem¨¢s de historias dibujadas en p¨¢ginas y pantallas, la empresa mantiene una firme apuesta por el merchandising que atribuyen al propio Peyo, as¨ª como experiencias urbanas, comida ¡ªgalletas, pasta, helados¡¡ª o hasta ropa. Porque Gilles confirm¨® que su p¨²blico principal oscila entre cuatro y 12 a?os, pero ¨²ltimamente buscan cuidar tambi¨¦n a seguidores m¨¢s mayores.
Los Pitufos, pues, lo quieren casi todo. Por m¨¢s que se ocultaran entre las ramas, la llamada del capitalismo parece haber llegado hasta sus puertas. Y eso que, en 2011, el profesor y ensayista franc¨¦s Antonie Bu¨¦no sostuvo en Le petit livre bleu: Analyse critique et politique de la soci¨¦t¨¦ des Schtroumpfs que la comunidad pitufa evocaba ¡°un arquetipo de sociedad totalitaria embebida de estalinismo y nazismo¡±. El dominio de la colectividad, el l¨ªder m¨¢ximo y la pr¨¢ctica ausencia de propiedad privada le llevaron a la primera conclusi¨®n: incluso apunt¨® que el Pitufo Fil¨®sofo pod¨ªa representar la disidencia de Trotsky. Del movimiento hitleriano, en cambio, proced¨ªa, seg¨²n Bu¨¦no, la imagen de Gargamel: el villano es un hombre sucio, de nariz prominente, sediento de oro. Es decir, el estereotipo con el que el antisemitismo representa a los jud¨ªos.
Los adoradores se rebelaron contra la teor¨ªa. Y Thierry Culliford, hijo de Peyo, sostuvo que las acusaciones resultaban ¡°entre grotescas y poco serias¡±. En el encuentro de este lunes en Bolonia, nadie se acord¨® de estas ideas. Solo hubo aplausos y sonrisas. Se trataba de pitufar la pitufada. Perd¨®n, de celebrar la fiesta.
Babelia
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