As¨ª robaban a los artistas en Motown
La muy celebrada discogr¨¢fica de Detroit tambi¨¦n pas¨® a la historia por maltratar a sus artistas y empleados
Sabemos que resulta imposible entender la evoluci¨®n del pop si no dirigimos el foco hacia todo lo que rodea a los artistas. Incluyendo, claro, a los malos de la pel¨ªcula: las discogr¨¢ficas y sus ejecutivos. El problema es que, por mucha admiraci¨®n que se les profese, el acercamiento revela pr¨¢cticas deplorables.
Ocurre incluso con Motown, seguramente la m¨¢s legendaria de las disqueras: todav¨ªa es referencia en ritmos, t¨¦cnicas de producci¨®n¡ Y vicios contractuales. Ojo: no pretendo comparar las normas actuales con ¨¦pocas m¨¢s abusivas. Muchas de las trampas de Motown eran comunes a discogr¨¢ficas grandes y peque?as, como descontar de las ventas un alto porcentaje de ejemplares supuestamente deteriorados durante la distribuci¨®n: el breakage ten¨ªa sentido en la era de las fr¨¢giles pizarras, pero resultaba casi anecd¨®tico con los vinilos o los CD.
Te¨®ricamente, Motown deb¨ªa evitar las arbitrariedades. A diferencia de muchas empresas que editaban m¨²sica afroamericana, el propietario pertenec¨ªa a la misma minor¨ªa: Berry Gordy. Adem¨¢s, como compositor hab¨ªa sufrido los atropellos habituales. Pero no: Gordy se mostr¨® m¨¢s despiadado que los disqueros y editores blancos.
Dado que Motown fue una cantera de ¨¦xitos casi desde el principio, obligando a sus artistas a grabar y actuar sin descanso, pocos se quejaron. Viv¨ªan de los bolos, giras extensas con cach¨¦s bajos. Si necesitaban comprar electrodom¨¦sticos o autom¨®viles, pod¨ªan solicitar un pr¨¦stamo a Motown, que funcionaba como un banco, cobrando intereses.
Las regal¨ªas por ventas de discos eran m¨ªnimas: un 2,7 % quedaba reducido a calderilla si se repart¨ªa entre los miembros de un cuarteto o quinteto. Motown prefer¨ªa que quedara como dep¨®sito, para hacer frente a sustos por impuestos y otros imprevistos. La compa?¨ªa siempre se lo reservaba si eran menores de edad, como Stevie Wonder o los Jackson 5. Todos recib¨ªan un sueldito semanal, que durante buena parte de los a?os sesenta oscilaba entre los 10 y los 20 d¨®lares.
Lo que no sab¨ªan los artistas, hasta la hora de la liquidaci¨®n, era que pod¨ªan estar en n¨²meros rojos. Emocionados, hab¨ªan firmado contratos leoninos, sin leer las cl¨¢usulas donde se especificaba que se hac¨ªan cargo de todos los gastos ocasionados durante su carrera, desde las (obligatorias) clases de baile o de buenos modales a los costes de todas sus grabaciones.
?Todas? Esa s¨ª fue una genialidad de Gordy. Cada vez que sus compositores generaban una canci¨®n potencialmente atractiva, ordenaba que fuera interpretada por diferentes artistas. Luego, en las reuniones de lo que llamaban Control de Calidad, se decid¨ªa qu¨¦ versi¨®n ser¨ªa lanzada. Los no elegidos ve¨ªan sus esfuerzos archivados, mientras se incrementaba su deuda con el alquiler del estudio, los m¨²sicos, los t¨¦cnicos. Durante los seis a?os de los Jackson 5 en Motown, registraron 469 canciones; de ellas se editaron 174. Cuando quisieron fichar por Epic, les presentaron una factura por las 469 que grabaron.
En un momento dado, molesto por pagar cantidades abultadas a los productores de mayor ¨¦xito, Gordy impuso la obligaci¨®n de que abonaran un 25% del importe de cada producci¨®n que dirig¨ªan. Aparte, Motown era due?a de los nombres profesionales (los Jackson 5 tuvieron que rebautizarse en Epic como The Jacksons). Los artistas que compon¨ªan, pasaban obligatoriamente a formar parte de la editorial de Gordy, Jobete.
Se suele atribuir la decadencia de Motown al cambio de ecosistema, el traslado de su Detroit natal a Los ?ngeles. Eso pudo ser hasta racional, pero result¨® mucho m¨¢s da?ina, a partir de 1968, la espantada del talento hacia ambientes m¨¢s gratificantes. Berry Gordy construy¨® aquella f¨¦rtil f¨¢brica de m¨²sica, Berry Gordy hundi¨® su prodigiosa creaci¨®n.
Babelia
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