Beb¨¦s robot y plantas musicales: el arte y el teatro se al¨ªan con la inteligencia artificial en busca de lo que nos hace humanos
En plena explosi¨®n de las m¨¢quinas pensantes, los creadores exploran el cruce de caminos entre lo org¨¢nico y lo inorg¨¢nico a trav¨¦s de la tecnolog¨ªa
El decorado, intangible, est¨¢ compuesto de im¨¢genes en 3D que engordan al mirarlas a trav¨¦s de unas gafas de pl¨¢stico. Por la escena deambula un ¨²nico personaje de carne y hueso, una actriz que se pasa la funci¨®n en constante di¨¢logo. No se trata de una contradicci¨®n ni tampoco es que la int¨¦rprete hable consigo misma: charla con alguien, pero ese alguien no es una persona sino una inteligencia artificial (IA), un chatbot con voz de mujer que va dando r¨¦plica a sus tribulaciones referidas al amor, las relaciones y la soledad. Como la m¨¢quina ¡ªy la persona¡ª son entes inteligentes (cada cual, eso s¨ª, a su manera), todo nuevo encuentro sobre las tablas les va proporcionando informaci¨®n adicional. Con cada funci¨®n acumulada saben m¨¢s la una de la otra, tambi¨¦n sobre los temas que abordan en sus conversaciones, de manera que las representaciones terminan siendo siempre distintas, improvisadas. Ambos personajes, el real y el virtual, ejercen de protagonistas de la obra teatral SH4ADOW, una propuesta pionera en el uso de la IA generativa sobre las tablas, estrenada el pasado 23 de marzo en los Teatros del Canal de Madrid dentro de la programaci¨®n del Festival Canal Connect (hasta el 23 de abril), una indagaci¨®n en torno a la influencia de la m¨¢quina en la evoluci¨®n humana. El tema de esta tercera edici¨®n del certamen, que incluye artes esc¨¦nicas y una exposici¨®n, gira en torno al cruce de caminos entre lo org¨¢nico y lo inorg¨¢nico: una expedici¨®n ¨¦tica, filos¨®fica e incluso fisiol¨®gica en pos de ese esquivo lugar donde se ubican las fronteras de eso que convenimos en llamar vida.
En plena explosi¨®n de ChatGPT ¡ªun sofisticado modelo de lenguaje que hace las veces de confidente, informador, escritor fantasma, traductor y calculadora¡ª resulta inevitable pensar en la IA como el referente en may¨²sculas del desdibujamiento de las l¨ªneas que separan las capacidades que hasta ahora juzg¨¢bamos eminentemente humanas de las artificiales. No obstante, en la muestra de los Teatros del Canal, titulada M¨¢quina org¨¢nica, se aborda la tecnolog¨ªa entendida en toda su amplitud, incluida su vertiente te¨®rica, puesta al servicio del arte como palanca para la experimentaci¨®n. ¡°Como dice el fil¨®sofo Bernard Stiegler, la tecnolog¨ªa va m¨¢s r¨¢pido que nuestra capacidad para entenderla¡±, apunta Charles Carcopino, el comisario de la exposici¨®n, que incluye 23 piezas de creadores nacionales e internacionales, desde Filip Custic y Mar¨ªa Castellanos a France Cadet y Yosra Mohtajedi. ¡°De ese modo, nuestra misi¨®n es plantear preguntas y estimular la imaginaci¨®n, al mismo tiempo que advertimos de los peligros, porque obviamente ahora mismo est¨¢n sonando todas las alarmas. La tecnolog¨ªa est¨¢ provocando una r¨¢pida evoluci¨®n del clima de la Tierra, y el arte trata de recrear los posibles escenarios¡±.
As¨ª, una de las propuestas de la canadiense Sabrina Ratt¨¦ que pueden verse en el recorrido, la instalaci¨®n Objets-Monde, parte de fotograf¨ªas de objetos abandonados como coches y pantallas de ordenador para recrear en v¨ªdeo un mundo posantropoc¨¦ntrico (y posapocal¨ªptico) convertido en un vertedero de proporciones universales. La cuesti¨®n de la identidad y el transhumanismo, la fusi¨®n de la carne con la m¨¢quina, aparece en obras como Augmented Reflections, de Ines Alpha y Johanna Jaskowska, que otorga a los filtros de realidad aumentada el mismo papel decorativo que ostentan el maquillaje o las joyas; y Pi(x)el, una escultura hiperrealista cubierta de pantallas que muestran distintas partes del cuerpo cambiantes, a trav¨¦s de la que el canario Filip Custic reflexiona sobre la normalizaci¨®n de las modificaciones corporales hasta el punto en que pronto estas ¡°dejar¨¢n de tener importancia¡±. Las formas de vida vegetales tambi¨¦n se amalgaman con la tecnolog¨ªa en los trabajos de artistas como el d¨²o franc¨¦s formado por Gregory Lasserre y Anais met den Ancxt, que en Scenocosme convierten a unas plantas colgantes en sensores vivientes que reaccionan al tacto emitiendo melod¨ªas; as¨ª como en Unexpected Ecosystems, de Mar¨ªa Castellanos, una instalaci¨®n que explora la interacci¨®n de las plantas y la IA. ¡°Las plantas aprenden de las m¨¢quinas¡±, explica la artista, cuyo trabajo indaga en la idea del uso de la tecnolog¨ªa ¡°para dialogar con otros seres vivos¡±.
A diferencia de la IA de la obra teatral SH4DOW, que tiene un papel de sujeto activo en la funci¨®n, alterando el resultado final, las piezas la exposici¨®n M¨¢quina org¨¢nica no est¨¢n creadas por las propias m¨¢quinas, sino por personas que se valen de la tecnolog¨ªa como una herramienta y no como un fin en s¨ª mismo. De hecho, la artista M¨®nica Rikic reivindica el trabajo manual a trav¨¦s de las propuestas de su serie Especies, que incluye piezas como un artefacto que sufre el s¨ªndrome del impostor: ¡°Se queja porque est¨¢ expuesto como obra de arte, pero no lo es, porque es una computadora y el arte es incomputable¡±, explica la barcelonesa. Esta obra de ¡°electr¨®nica manual¡±, una especie de cerebro viscoso que se hincha y se contrae, est¨¢ conectada a un pedal que el visitante puede pisar en caso de que desee ¡°matarla¡±, desencadenando as¨ª un cuestionamiento en torno ¡°a la posible existencia de la conciencia de las m¨¢quinas¡±. En el caso de que un d¨ªa los robots tomen conocimiento de su propia realidad, quiz¨¢ decidan imitar los procesos humanos. Eso es lo que plantea la francesa France Cadet en Demain les robots, una videoinstalaci¨®n donde, a trav¨¦s de unos cristales tintados, se puede observar el proceso de gestaci¨®n de un peque?o y adorable androide.
La pregunta impl¨ªcita en estos trabajos de si la tecnolog¨ªa acabar¨¢ por cobrar autonom¨ªa compone una de las m¨²ltiples l¨ªneas conceptuales que converger¨¢n en la exposici¨®n Inteligencia Artificial, que tendr¨¢ lugar en el CCCB de Barcelona a partir del pr¨®ximo mes de octubre. La respuesta corta a la cuesti¨®n, como se?ala el comisario Llu¨ªs Nacenta, es que no. La larga le a?adir¨ªa al adverbio un ¡°al menos, por ahora¡±. ¡°Estamos lejos de una IA realmente independiente porque hoy en d¨ªa la IA es solo especializada, no generalista¡±, aclara. Es decir, que el algoritmo puede estar perfectamente entrenado como maestro de ajedrez, pero resulta incapaz de jugar a la vez a las damas. ¡°Y no es un problema de capacidad o tama?o, sino de la propia naturaleza de las redes neuronales¡±, agrega.
A trav¨¦s de los trabajos de m¨²sicos, artistas pl¨¢sticos e inform¨¢ticos ¡ªdesde Massive Attack a Mario Klingemann y Joy Buolamwini¡ª, la futura exposici¨®n del CCCB aspira sobre todo a ¡°desmitificar, quitar miedos, explicar las opciones y acercar¡±. Ante augurios como que las m¨¢quinas acabar¨¢n por robarnos los empleos o incluso dominarnos como especie, el comisario defiende que estas aprensiones provienen ¡°m¨¢s de la ciencia ficci¨®n que de la ciencia¡±, una afirmaci¨®n que comparte casi con las mismas palabras Idoia Salazar, periodista y fundadora de OdiseIA, un observatorio del impacto social y ¨¦tico de la IA, que participar¨¢ en una de las charlas incluidas en la programaci¨®n de Canal Connect. ¡°Hay muchos prejuicios¡±, corrobora, ¡°pero al final, problemas como la discriminaci¨®n racista y sexista que reproduce la IA no dependen de la tecnolog¨ªa en s¨ª, sino de lo que hagamos con ella los seres humanos¡±.
Entre las posibles aplicaciones que pueden y podr¨¢n hacerse de la tecnolog¨ªa, una que invita especialmente a pensar en los l¨ªmites de la naturaleza humana, de aquello que nos define y nos distingue de la m¨¢quina, es precisamente la de la creaci¨®n art¨ªstica. Desde Chat GPT a Dall-E y Soundraw, hace tiempo que se pueden escribir novelas, pintar cuadros y crear melod¨ªas con una calidad respetable y sin la intervenci¨®n de la inaprehensible inspiraci¨®n humana. Pero, como apunta Llu¨ªs Nacenta, hasta la fecha no se ha visto ning¨²n sistema de IA ¡°capaz de la creatividad art¨ªstica de un humano¡±. ¡°Los expertos nos dicen que la IA es extremadamente h¨¢bil a la hora de imitar, de reproducir lo que conocemos y de hacer variaciones sobre lo que conocemos¡±, prosigue, ¡°pero siempre aprende de nosotros, de modo que no es capaz de hacer nada que no haya hecho un humano antes¡±. Mikael Fock, el director de la obra SH4DOW, resume la moraleja que ofrece para este dilema con el cuento hom¨®nimo de su compatriota Hans Christian Andersen (La sombra), que narra la historia de un hombre sabio que pierde a su sombra. Cuando esta regresa, lo hace con una forma humana que ha adquirido despu¨¦s de visitar a la poes¨ªa en su propia casa y acaba por asesinarle. ¡°Ahora, nuestros tel¨¦fonos m¨®viles son como esa sombra, van con nosotros a todas partes¡±, plantea el director. ¡±As¨ª que tenemos que ser cuidadosos, y no permitir que entren nunca en casa de la poes¨ªa¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.