Ayanta Barilli: ¡°Mi padre, para m¨ª, era padre, madre, gato, libro, todo¡±
La escritora presenta su libro ¡®Si no amaneciera¡¯, donde recrea la despedida de una hija a su padre nonagenario, en pleno duelo por la muerte de su propio progenitor, Fernando S¨¢nchez Drag¨®. ¡°?Y ahora, qu¨¦?¡±, se pregunta.
La autora en promoci¨®n espera en el sitio convenido tomando un t¨¦ con su editora. Lleva dos d¨ªas concediendo entrevistas a destajo sobre su libro, apenas dos semanas despu¨¦s de haber enterrado a su padre, Fernando S¨¢nchez Drag¨®. Luce un vestido camisero negro con topos blancos, como de alivio de luto, aunque se nota que lleva el duelo impreso en el tu¨¦tano. Ni muy alta ni muy baja. Muy, muy delgada. El anguloso rostro levemente maquillado y media melena zah¨ªna con cinco dedos de ra¨ªces canosas lindando con la frontera de antiguos tintes. Ni su exquisita cortes¨ªa ni su sonrisa franca y c¨®mplice en alg¨²n momento restan hondura a sus ojos trist¨ªsimos.
Me da apuro dec¨ªrselo y no dec¨ªrselo: le acompa?o en el sentimiento.
Muchas gracias. A m¨ª me pasaba igual. De joven, daba como verg¨¹enza, no sab¨ªa una c¨®mo dar el p¨¦same, y eso que mi madre muri¨® cuando yo ten¨ªa 10 a?os. Luego, de adulta, te das cuentas de que estas f¨®rmulas antiguas de cortes¨ªa tienen todo el sentido. Un sentido profundo. Importan.
Ha dicho que su libro es una ¡°larga despedida de una hija al padre¡± y que tard¨® cuatro a?os en escribirlo. ?Se estaba preparando para la muerte del suyo?
Claro. No hace falta ser un lince para saber que iba a ser un tr¨¢nsito muy dif¨ªcil, porque mi padre, para m¨ª, era padre, madre, gato, todo. Porque crec¨ª con ¨¦l, por el hondo amor que nos ten¨ªamos, por la pasi¨®n creativa que compart¨ªamos, por lo tremendo que fue siempre. Con ¨¦l, se me mueren los libros que he le¨ªdo, los que he escrito, los que escribir¨¦. No estoy hoy especialmente optimista.
Pero su padre dec¨ªa, incluso se pavoneaba, de estar como un toro y de com¨¦rselo todo.
Y se lo com¨ªa, de hecho. Pero yo lo conoc¨ªa muy bien y sab¨ªa que ¨¦l, que siempre ten¨ªa un manojo de globos en cada mano, iba soltando hilos al cielo. Tengo una edad, muchas p¨¦rdidas a la espalda, y hay algo que he aprendido a reconocer en las personas mayores, y que cuando lo veo me aterra. Una especie de desapego hacia el mundo, hacia los dem¨¢s, hacia ti. Lo vi en mi padre hace unos a?os. Por eso escrib¨ª el libro.
Con ¨¦l, se me mueren los libros que he le¨ªdo, los que he escrito, los que escribir¨¦. No estoy hoy especialmente optimista¡±
?l tuite¨® una foto con su gato por la ma?ana y cay¨® fulminado. Usted no pudo despedirse en vivo de ¨¦l. ?Le pesa?
Firmo esa muerte. Te evitas la enfermedad, el dolor, la angustia de que te vas. Muri¨® como vivi¨®: poni¨¦ndose el mundo por montera, dejando a todos estupefactos una vez m¨¢s. Ah¨ª os qued¨¢is, ancha es Castilla. En ese aspecto, chap¨® por ¨¦l.
?Y c¨®mo se qued¨® usted?
Pues eso, estupefacta. Primero, por el estupor de haber hablado minutos antes con ¨¦l. Luego, con el v¨¦rtigo en las tripas de pensar: Y ahora, qu¨¦. De ver a cien fot¨®grafos en la puerta para acribillar nuestra intimidad en el entierro en un circo infame, cuando yo no pod¨ªa ni caminar. Pens¨¦ entonces en uno de los mantras de mi padre: ¡°aprovecha el impulso del enemigo¡±. Y tir¨¦ adelante.
?Qui¨¦n es el enemigo?
Este dolor que me impide hablar, relacionarme, celebrar un libro que me ha costado sangre, sudor y l¨¢grimas escribir. Esos d¨ªas pens¨¦ que no iba a ser capaz. Pens¨¦ en retrasar la salida del libro, la promoci¨®n, todo. Pero, adem¨¢s de en otras cuestiones de pura responsabilidad, pens¨¦ en qu¨¦ hubiera hecho ¨¦l y en otro de sus mantras: ¡°nada importa nada¡±. Antes, me enervaba ese desapego suyo. ?C¨®mo que nada importa? Claro que importa. Pero mira, llevo dos d¨ªas presentando el libro y estoy hablando m¨¢s de mi padre que de cualquier otra cosa. Es una manera de recordarle. Siento que ¨¦l me acompa?a.
?Nunca quiso matar al padre para poder crecer libre de su sombra?
?M¨¢s libre? Cuando eres hija de un padre como el m¨ªo, la gente est¨¢ llena de prejuicios respecto a ti. No he sentido a mi padre como una sombra, sino como un chorro de luz. Nadie me ha divertido tanto como ¨¦l. Incluso en esta ¨²ltima etapa en la que ha pasado por todo tipo de salidas del tiesto, de ideolog¨ªas y de intereses que yo no compart¨ªa para nada. S¨¦ que suena poco serio y se puede malinterpretar, pero mi padre me ha hecho gracia hasta el ¨²ltimo d¨ªa. Porque yo sab¨ªa que era un arlequ¨ªn. Que todo formaba parte de su material literario. Ya se lo dec¨ªa mi abuela, una se?ora fin¨ªsima, de familia bien, rubia, divina con sus perlitas: ¡°Ay, Nano, contigo lleg¨® el esc¨¢ndalo¡±.
?Y a usted, le escandaliz¨® el pasaje del libro de su padre donde narra su encuentro sexual con dos ni?as?
En absoluto, eso tiene que ver con su literatura, con sus hip¨¦rboles, con sus exageraciones. Le afect¨® m¨¢s a ¨¦l. Vivi¨® la transici¨®n entre una ¨¦poca en que pod¨ªas escribir lo que te diera la gana y la de ahora, donde la correcci¨®n pol¨ªtica, necesaria para reconducir determinadas cuestiones, lo arroll¨® de pleno. Quien lo pag¨® fue ¨¦l, no yo.
?Le han afectado los comentarios en los medios y las redes tras su muerte?
No he le¨ªdo nada, pero me lo cuentan. En algunos medios, particularmente en la televisi¨®n, habita el enemigo. Y de las redes sociales ni hablamos. Son enemigas de la cortes¨ªa, la discreci¨®n, los buenos modales. Intento vivir en otro mundo, el que construyo a mi medida. All¨¢ ellos.
Mi padre me ha hecho gracia hasta el ¨²ltimo d¨ªa. Porque yo sab¨ªa que era un arlequ¨ªn. Que todo formaba parte de su material literario¡±
De adolescente, era usted quien le ped¨ªa a su padre que le pusiera una hora de llegada a casa, y no al rev¨¦s. ?Eso marca car¨¢cter?
Es que, imag¨ªnate, todos mis amigos ten¨ªan hora de llegada, menos yo. Yo le dec¨ªa que me pusiera l¨ªmite y ¨¦l, socarr¨®n, tumbado en el sof¨¢, me dec¨ªa que ya sabr¨ªa yo a qu¨¦ hora volver seg¨²n lo que tuviera que hacer al d¨ªa siguiente. Era alguien lib¨¦rrimo. Yo he visto de todo. Yo he vivido con mi padre y dos mujeres. Y lo de la hora, que a algunos les puede parecer insensato y peligroso, a m¨ª me dio un sentido de la responsabilidad enorme, que me acompa?a hasta hoy. Para empezar no he mentido nunca porque no me ha hecho falta, no juzgo jam¨¢s a nadie y me hice responsable de m¨ª misma desde muy peque?a.
?Ha seguido usted la misma pol¨ªtica con sus hijos, hoy ya adultos?
No, digamos que yo no he tenido sus agallas. Para eso hace falta ser muy valiente y mi padre lo era, para bien y para mal.
Public¨® su primer libro, Un mar violeta oscuro, que qued¨® finalista del Premio Planeta, al filo de los 50 a?os. ?Por qu¨¦ tard¨® tanto, o tan poco, en lanzarse?
No ten¨ªa ning¨²n plan. Dej¨¦ de ir al colegio a los 13 a?os. No me gustaba y mi padre me dej¨® libertad para ir experimentando. He tenido un sabio al lado. Siempre me ha llenado contar historias. Y lo he hecho con el ballet, con la radio, con el periodismo, con la interpretaci¨®n, con la radio. Estaba buscando cu¨¢l era mi verdadera vocaci¨®n y lo ten¨ªa delante: escribir, lo que pasa es que no quer¨ªa asumirla, porque ten¨ªa el padre que tuve, y ya hab¨ªa un escritor en casa. Hasta que empec¨¦ y fue como cuando te pruebas un vestido y ves que te queda clavado.
Como el que lleva hoy, blanco y negro, a juego con sus canas al aire. ?Est¨¢ en la transici¨®n al pelo blanco?
S¨ª. Hubo un momento en que me hart¨¦. No puedo m¨¢s con perder el tiempo en la peluquer¨ªa, con el tener que estar guapa de una determinada forma. Me da igual. Basta. Adem¨¢s, tengo mucha curiosidad, a diferencia de otras personas a quienes eso les angustia, por saber c¨®mo voy a ser de vieja. No es que quiera serlo, todo se andar¨¢. Pero quiero verme como soy, sin truco, en todas las etapas de mi vida.
Tengo mucha curiosidad, a diferencia de otras personas a quienes eso les angustia, por saber c¨®mo voy a ser de vieja¡±
?Qu¨¦ cree que les pasa a qui¨¦nes s¨ª les angustia ese asunto?
Supongo que tiene que ver con el miedo. Intento que no me gobierne ese tipo de miedos. Morirte te vas a morir, no me apetece nada, pero es impepinable. Y respecto al f¨ªsico, yo, que siempre he sido muy insegura, que siempre he sentido que no me sab¨ªa vestir, que no ten¨ªa ning¨²n estilo, veo ahora fotos m¨ªas antiguas y pienso, Ayanta, qu¨¦ imb¨¦cil eras, estabas estupenda. Estoy en ese proceso de aceptaci¨®n. Esta soy yo, con estas canas y estas arrugas. Y, dentro de cinco a?os, quiero verme como soy.
?Est¨¢ en su peor momento emocional y en el mejor vital?
Extra?amente, s¨ª. Tengo dominio de m¨ª misma, no de lo que ocurre alrededor, pero por lo menos me conozco m¨¢s, me s¨¦ gestionar, y eso es un tesoro.
Ha perdido a su padre a los 54. Su hermano peque?o, Akela, el ¨²ltimo hijo de su padre, a los 10. ?C¨®mo se lleva eso?
Ese es uno de los ¡°Y ahora, qu¨¦¡±, que me planteo estos d¨ªas. Hay patrones familiares que se repiten de forma inexplicable. No intento explicarlo, lo acepto. S¨¦ exactamente c¨®mo se siente mi hermano Akela, porque yo qued¨¦ hu¨¦rfana de madre exactamente a esa edad. Los duelos de los ni?os son diferentes, duros, dur¨ªsimos, y dejan una se?al duradera, pero tambi¨¦n pueden usarse a favor de uno y convertirte en una persona m¨¢s atenta, m¨¢s sensible, m¨¢s perceptiva. Espero que con Akela sea as¨ª. Y yo le voy a ayudar.
ASUNTOS DE FAMILIA
En Si no amaneciera, el último libro de Ayanta Barilli (Roma, 54 años), Anita, una hija de mediana edad, dialoga con su padre, Manuel, nonagenario, durante toda una noche en la que pasan revista a 100 años de la historia de su familia. La trama, urdida hace cuatro años, recuerda inevitablemente a la historia de la propia Barilli y la de su padre, el escritor Fernando Sánchez Dragó, fallecido de forma inesperada y repentina el pasado 10 de abril. Barilli no niega la inspiración que su singular biografía ha ejercido en esta y en el resto de su obra desde que se lanzó a escribir y que empezó a despuntar con la publicación de Un mar violeta oscuro, novela finalista del Premio Planeta 2018, en la que son protagonistas las mujeres de su familia, empezando por su madre, Caterina, a la que Sánchez-Dragó conoció durante su exilio en Roma, y que falleció cuando ella tenía solo 10 años. Tras rendir tributo a su madre y a su padre en sus libros, Barilli, "estupefacta y devastada" por la muerte de su progenitor, solo tiene clara una cosa: seguir escribiendo.
Babelia
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