La Feria del Libro de Madrid dinamita la tradicional separaci¨®n entre las ciencias y las humanidades
La edici¨®n que se inaugura este viernes estar¨¢ vertebrada no por un pa¨ªs invitado como en a?os anteriores sino por el conocimiento cient¨ªfico, siempre muy presente en lo libresco en forma de divulgaci¨®n, inspiraci¨®n o met¨¢fora
Hay bastante poes¨ªa en la curvatura del espacio-tiempo, hay belleza en la simplicidad de la ecuaci¨®n Schr?dinger, se vislumbra lo sublime en el avance ciego de la evoluci¨®n a trav¨¦s de la selecci¨®n natural. La ciencia puede apelar al sentimiento est¨¦tico y a la emoci¨®n, contar historias fascinantes, reflexionar sobre las honduras del ser humano, sus virtudes y sus miserias. Y la ciencia se puede condensar en libros, por eso la ...
Hay bastante poes¨ªa en la curvatura del espacio-tiempo, hay belleza en la simplicidad de la ecuaci¨®n Schr?dinger, se vislumbra lo sublime en el avance ciego de la evoluci¨®n a trav¨¦s de la selecci¨®n natural. La ciencia puede apelar al sentimiento est¨¦tico y a la emoci¨®n, contar historias fascinantes, reflexionar sobre las honduras del ser humano, sus virtudes y sus miserias. Y la ciencia se puede condensar en libros, por eso la Feria del Libro de Madrid deja este a?o su costumbre de invitar a un pa¨ªs en cada edici¨®n para invitar a la m¨¢s eficaz forma de conocer el mundo que poseemos.
¡°Creo que en los ¨²ltimos tiempos, tambi¨¦n por causa de la pandemia, la ciudadan¨ªa se ha ido dando cuenta de la importancia de la ciencia, y queremos contribuir, aunque sea m¨ªnimamente, a ese reconocimiento social¡±, dice Eva Or¨²e, la directora de la feria, a quien le gusta repetir la c¨¦lebre cita del Nobel de Medicina Santiago Ram¨®n y Cajal: ¡°Al carro de la cultura espa?ola le falta la rueda de la ciencia¡±.
Ram¨®n y Cajal, adem¨¢s, bien podr¨ªa ser un ejemplo de transversalidad: despunt¨® en la investigaci¨®n del cerebro humano, pero pintaba y escrib¨ªa poes¨ªa, le gustaba la cultura y el culturismo (o al menos la musculaci¨®n, que practicaba). Tuvo tres man¨ªas: la literaria, la gimnastica y la filos¨®fica. Se siguen celebrando los coletazos del a?o Cajal (desde 2022) y el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) ha plantado un gran cerebro arquitect¨®nico, a modo de centro conceptual de la feria, en el que los visitantes podr¨¢n asistir a actividades. ¡°La ciencia, aunque a veces no la veamos as¨ª, es un hecho cultural: est¨¢ impregnada de los elementos hist¨®ricos y filos¨®ficos del ser humano, es fruto de su tiempo¡±, dice Pura Fern¨¢ndez, vicepresidenta adjunta de Cultura Cient¨ªfica y Ciencia Ciudadana del CSIC y directora de su editorial, que tendr¨¢ tambi¨¦n, y como siempre, fuerte presencia en la feria. La ciencia est¨¢ en los libros.
As¨ª, aunque este a?o hay algunos pa¨ªses representados (Rumania, Portugal, Andorra, los pa¨ªses n¨®rdicos o la Comisi¨®n Europea), la ciencia ser¨¢ la que vertebre e ¡°ilumine¡± el discurrir del evento, por ejemplo, siendo el tema de buena parte de las actividades. En pr¨®ximas ediciones, el protagonismo de la feria podr¨¢ recaer en un pa¨ªs, como ha sido tradicional, pero tambi¨¦n en una ciudad, en un g¨¦nero, en una disciplina del saber: las posibilidades se ampl¨ªan.
Es un paso m¨¢s para que se disuelva la pertinaz l¨ªnea roja entre las ciencias y las humanidades. Las dos culturas, las llam¨® el f¨ªsico y novelista C. P. Snow en una c¨¦lebre conferencia de 1959. Por un lado, las gentes de la ciencia, preocupadas por desentra?ar las leyes de la naturaleza desde las profundidades de sus laboratorios y sus ecuaciones; por otro, las gentes de las letras, examinando las complejidades del ser humano y en permanente b¨²squeda de la belleza del lenguaje. Snow, por cierto, dejaba mejor a los cient¨ªficos (en concreto a los f¨ªsicos, vanguardia de la ciencia), lo que le cost¨® una fuerte pol¨¦mica con el cr¨ªtico literario Frank R. Leavis.
Asimetr¨ªas culturales
No existe una simetr¨ªa: tradicionalmente se ha considerado ignorar El Quijote como una muestra de incultura; no as¨ª desconocer el Segundo Principio de la Termodin¨¢mica que vertebra nuestra experiencia cotidiana y el devenir del Universo a gran escala. Entre los letraheridos, el mundo de la ciencia ha parecido con frecuencia lejano y fr¨ªo, y escrito en el incomprensible lenguaje de las matem¨¢ticas, de la formulaci¨®n qu¨ªmica o de la programaci¨®n inform¨¢tica.
El analfabetismo cient¨ªfico incluso ha gozado de cierto glamur en ¨¢mbitos human¨ªsticos: ¡°Ha habido entre los literatos cierto repel¨²s ante las cuestiones cient¨ªficas, un repel¨²s similar al que se ha tenido ante la cultura popular¡±, explica el escritor Manuel Vilas. ¡°Pero ahora la ciencia ya se ha sabido difundir muy bien¡±, a?ade. Entre los cient¨ªficos, las humanidades han podido verse como saberes blandos y err¨¢ticos, y la literatura como una bagatela sin importancia. En fin, dos mundos separados que apenas se tocan. ¡°A m¨ª me han llegado a preguntar c¨®mo es que he le¨ªdo a Shakespeare, si soy cient¨ªfico. Pero he le¨ªdo a Shakespeare. Y me gusta leer a Kavafis: los cient¨ªficos no tenemos un gen que nos impida leer poes¨ªa¡±, dice el paleont¨®logo y escritor Juan Luis Arsuaga.
Abundan, de hecho, los escritores literarios de formaci¨®n cient¨ªfica. Ernesto S¨¢bato era f¨ªsico. Luis Mart¨ªn Santos era m¨¦dico. Nicanor Parra, f¨ªsico y matem¨¢tico. Juan Benet, ingeniero. Y eso por centrarnos solo en la tradici¨®n reciente de la lengua castellana. A mediados de la primera d¨¦cada del siglo, Agust¨ªn Fern¨¢ndez Mallo, f¨ªsico, puso sobre la mesa de la cultura la influencia de lo cient¨ªfico en lo literario a trav¨¦s de su poes¨ªa (llena de conceptos y simbolog¨ªa cient¨ªfica) y de las novelas de la trilog¨ªa Nocilla, que hasta pusieron nombre a una generaci¨®n (la Generaci¨®n Nocilla) que transitaba con facilidad por esas aguas, y en la que se contaron nombres como Vicente Luis Mora, Jorge Carri¨®n, Javier Moreno, Eloy Fern¨¢ndez Porta o Germ¨¢n Sierra.
¡°Para m¨ª, en las ciencias siempre ha habido una dimensi¨®n po¨¦tica. No creo en la divisi¨®n entre ciencias y humanidades. Si la ciencia la hacen los humanos y no los extraterrestres, obviamente tambi¨¦n pertenece a las humanidades, ?a qu¨¦ si no?¡±, dice Fern¨¢ndez Mallo, que participa este viernes en el evento inaugural de la feria. En sus ficciones y poemas no utiliza la ciencia como una trama argumental, como pueden hacer las novelas de ciencia ficci¨®n o de detectives, sino como ¡°un corpus susceptible de ser desviado hacia la met¨¢fora, la poes¨ªa¡±, explica. Si en sus primeras obras esto era m¨¢s expl¨ªcito, ahora permanece como estructura de fondo.
La tercera cultura
Para superar esa dial¨¦ctica entre las dos culturas de Snow, el editor estadounidense John Brockman propuls¨® a finales del siglo XX desde su revista y fundaci¨®n Edge la llamada Tercera Cultura (as¨ª lo explic¨® en un libro del mismo nombre, publicado en Espa?a por Tusquets). Se conformaba, sobre todo, por autores del ¨¢mbito cient¨ªfico que en sus ensayos llegaban a otros ¨¢mbitos de lo social o cultural, v¨¦ase el psic¨®logo evolutivo Steven Pinker, el bi¨®logo evolucionista Richard Dawkins, el fil¨®sofo de la mente Daniel Dennett o el paleont¨®logo Stephen Jay Gould. Los nuevos intelectuales p¨²blicos vendr¨ªan de la ciencia y no de las humanidades. La idea de una cultura h¨ªbrida, sin embargo, no es nueva. ¡°Lo que es nuevo es la divisi¨®n entre ciencias y humanidades¡±, dice Arsuaga, ¡°esto de idea de la especializaci¨®n es muy moderna, muy espa?ola y muy equivocada. Por ejemplo, muchos consideran que solo la ficci¨®n es literatura y no el ensayo. Pero Charles Darwin tambi¨¦n fue un escritor¡±.
Jos¨¦ Ortega y Gasset habl¨® precisamente de la ¡°barbarie de la especializaci¨®n¡±, una consecuencia del crecimiento exponencial del conocimiento humano, y de su complejidad, que ha obligado a que cada uno se ocupe de un campo del conocimiento, probablemente tambi¨¦n inabarcable. Hubo tiempos, en la antigua Grecia, en el Renacimiento, en la Revoluci¨®n Cient¨ªfica, en los que el conocimiento no estaba tan compartimentado, y la filosof¨ªa se rozaba con la ciencia, y la poes¨ªa con el esoterismo, y la ingenier¨ªa con la pol¨ªtica.
¡°Tengo la espinita clavada de no haberme formado m¨¢s transversalmente, espero que a las nuevas generaciones no les hagan elegir tan pronto entre ciencias y letras, y se prime un conocimiento m¨¢s transversal, enfocado m¨¢s en el conocimiento y menos en la productividad¡±, dice la poeta Raquel Lanseros, que tambi¨¦n participa en el evento inaugural de la feria. Dice la poeta que todo impulso de descubrimiento, el que lleva a descubrir una ley f¨ªsica o al hallazgo de un poema tiene una naturaleza similar. ¡°Es la curiosidad hacia la que siempre tendemos los seres humanos¡±, dice. El aumento de la especializaci¨®n no es ¨®bice para la b¨²squeda de una visi¨®n global que aprehenda el gran cuadro y no solo la pincelada.
El auge de la divulgaci¨®n cient¨ªfica
M¨¢s all¨¢ de lo literario, la ciencia se ha ido ganando el inter¨¦s de la ciudadan¨ªa en los ¨²ltimos a?os. No es extra?o porque la centralidad de lo cient¨ªfico-tecnol¨®gico en la sociedad cada vez es m¨¢s evidente, y se hace evidente en la vida cotidiana. De modo que los medios de comunicaci¨®n le dan un peso cada vez mayor a estos asuntos, adem¨¢s de que los ensayos de divulgaci¨®n cient¨ªfica suelen gozar de buena salud en cuesti¨®n de ventas. La mayor¨ªa de los ciudadanos europeos tienen inter¨¦s por la ciencia, y la consideran fuente de conocimiento objetivo y v¨¢lido, aunque hay una brecha entre el inter¨¦s y el nivel de conocimiento, no tan alto (hay agujeros conceptuales), seg¨²n arroj¨® a principios de a?o el estudio Cultura cient¨ªfica de la Fundaci¨®n BBVA. El a?o pasado un 47% de los espa?oles dijo estar interesado por la ciencia, 10 a?os antes solo era un 15%.
¡°Los cient¨ªficos tambi¨¦n consumimos divulgaci¨®n: hay muchas ramas de la ciencia en las que nuestro conocimiento no es profundo y necesitamos esa especie de traducci¨®n, como cualquier otra persona¡±, dice Arsuaga. Una cosa es el lenguaje de los papers, los art¨ªculos cient¨ªficos, ininteligibles para la mayor¨ªa de los profanos, pero ese conocimiento que los cient¨ªficos extraen en su pugna con el mundo natural es luego hecho comprensible, con desigual fortuna y rigor, en los libros de divulgaci¨®n. Como dec¨ªa el f¨ªsico Stephen Hawking en su Historia del tiempo: cada ecuaci¨®n matem¨¢tica en un libro de este tipo puede reducir la audiencia a la mitad. ¡°Hay libros de ciencia que son pura literatura¡±, dice el escritor Vilas, ¡°la ciencia se ha hecho literaria. Y hay muchos abismos filos¨®ficos que nos est¨¢n viniendo de ese campo, sobre todo relacionados con el Universo¡±.
La expansi¨®n del conocimiento p¨²blico de la ciencia puede tener su reverso tenebroso, porque, de pronto, es una cosa a discutir desde la ignorancia, como hoy se discute todo en internet. ¡°Surgen as¨ª discursos completamente antiilustrados que equiparan las ciencias a las pseudociencias, lo cual me parece lamentable. Eso es un problema educativo, de fondo, que ning¨²n gran plan de estudios ha sabido corregir ¨Co incluso, a veces, suicidamente lo ha fomentado¨C¡±, concluye Fern¨¢ndez Mallo.