Confesiones entre ciencia y literatura
Margarita Salas y Rosa Montero hablan del pasado y del futuro, de la ciencia y de la muerte Una cita en la que es inevitable que?aparezca Marie Curie, otra cient¨ªfica de altura, protagonista de la ¨²ltima obra de la escritora
No es el mejor momento para cient¨ªficos ni escritores. Trabajar es para ellos una proeza, entre recortes y ca¨ªdas de ventas. Bien lo saben Margarita Salas y Rosa Montero. Tan distintas, pero ambas pasionales, trabajadoras, empe?adas por hacerse un hueco en mundos de hombres y marcadas por la p¨¦rdida del ser amado. La escritora no se encoge ante las adversidades, y en marzo public¨® La rid¨ªcula idea de no volver a verte (Seix Barral), con trazos autobiogr¨¢ficos, reflexiones sobre el papel de los padres, los problemas de las mujeres o la ciencia. Todo entrelazado con la vida de Marie Sklodowska y el desolador diario que escribi¨® tras fallecer su marido, Pierre Curie, atropellado por un coche de caballos en 1906.
Ambas califican ese diario de ¡°tremendo¡±. La admiran y saben tanto de esta cient¨ªfica polaca, ganadora de dos Premios Nobel (uno de F¨ªsica en 1903, junto a su marido, y en 1911, el de Qu¨ªmica), que pronto se convierte en la tercera protagonista del encuentro. ¡°Una mujer apasionada¡±, la define Rosa Montero (Madrid, 1951). Para la cient¨ªfica, alguien que ¡°se mat¨® a trabajar [su muerte, en 1934, estuvo determinada por su repetida e inconsciente exposici¨®n al radio]. Una mujer que en los finales del siglo XIX y comienzos del XX se salt¨® todas las barreras para dedicarse a la ciencia¡±.
¡°En 15 a?os, la mujer cient¨ªfica alcanzar¨¢ la posici¨®n que le corresponde¡±, augura, optimista, Salas
La cita tiene lugar en el Centro de Biolog¨ªa Molecular Severo Ochoa (CBMSO) ¨Ccentro de investigaci¨®n mixto del CSIC y de la Universidad Aut¨®noma de Madrid¨C, donde Salas es profesora ad honorem. Se encuentran en su despacho, entre libros, recuerdos y fotograf¨ªas. M¨¢s peque?o de lo esperado para alguien con su curr¨ªculo, donde est¨¢ escrito, entre otras cosas, que es miembro de la RAE desde 2001 ¨Cla tercera mujer en ocupar un sill¨®n, el i, en su caso¨C o que en 2007 fue la primera espa?ola en entrar en la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. Una oficina ordenada, seguramente porque a sus 74 a?os pasa la mayor parte del d¨ªa en su laboratorio, situado a un par de pasillos de distancia. Con la mirada curiosa de quien dedica su vida a la literatura, en la recepci¨®n, Montero se ha fijado en un detalle:
Rosa Montero. En los casilleros de correspondencia hay muchas mujeres.
Margarita Salas. S¨ª, pero son jefas de grupo, y todav¨ªa hay m¨¢s hombres. En la galer¨ªa de retratos de los directores del centro, la ¨²nica soy yo.
Montero. Viendo tu biograf¨ªa, has sido, como Marie Curie, pionera en muchas cosas.
Salas. ?Yo no soy como Mada??me Curie! ¨Cinterrumpe con una sonrisa¨C.
Montero. Obviamente, son d¨¦cadas m¨¢s tarde, pero s¨ª que has sido la primera mujer en cantidad de cosas. ?Sent¨ªas que estabas rompiendo una barrera?
Salas. S¨ª, pero tampoco me sen??t¨ªa mal por ello. En 1988 fui la primera en la Academia de las Ciencias, la segunda entr¨® en 2010. Ahora ya ¨Cun ¡°ya¡± que delata escasez¨C somos tres.
Montero. Creo que en el ¨¢mbito de la ciencia el avance de la mujer va m¨¢s lento.
Salas. Yo creo que no falta mucho. A nivel de doctorando, las mujeres son mayor¨ªa. Y la mayor¨ªa de las que ahora est¨¢n haciendo su tesis doctoral van a seguir su carrera profesional. Yo doy un plazo de 15 a?os para que la mujer cient¨ªfica alcance la posici¨®n que le corresponde de acuerdo a su capacidad y trabajo.
Montero. ?Qu¨¦ optimista! Me encanta.
Salas. Vamos a poner 20 a?os [risas].
La realidad es mucho m¨¢s dura: el futuro para los j¨®venes doctores de Margarita Salas es irse al extranjero, lamenta. Y el porvenir es poco halag¨¹e?o: la inversi¨®n p¨²blica en I+D se ha reducido un 13,7% en subvenciones en el ¨²ltimo a?o, un 40% menos de presupuesto desde 2009, denunci¨® en mayo la Carta por la Ciencia, un colectivo que surgi¨® como respuesta a los recortes en investigaci¨®n. Por suerte o, mejor dicho, gracias a mucho trabajo, el bichito con el que Salas ha compartido su vida, el virus bacteriano Phi29, le ha dado una nueva patente que le ha permitido contratar a algunos doctores para su equipo. El mundo de las letras en el que nada Montero tambi¨¦n est¨¢ convulso. En 2012 se publicaron un 8% menos de libros, y la pirater¨ªa caus¨® unas p¨¦rdidas de m¨¢s de 300 millones, seg¨²n la agencia ISBN.
La pionera en investigaci¨®n molecular en Espa?a critica c¨®mo ¡°desgraciadamente¡± muchas cient¨ªficas fueron eclipsadas por los hombres. La rid¨ªcula idea de no volver a verte recoge casos escandalosos: Lise Meitner, clave en el descubrimiento de la fisi¨®n nuclear, no recibi¨® un Nobel que fue a manos de Otto Hahn, quien ni siquiera la mencion¨® en su discurso. O Rosalind Franklin, descubridora de los fundamentos de la estructura molecular del ADN (o, como siempre dice Salas, DNA), a quien varios compa?eros robaron su trabajo y se apropiaron de un Nobel en falso.
Le podr¨ªa haber sucedido a Marie Curie. Ambas coinciden en que la diferencia la marc¨® Pierre, quien la valoraba como profesional. Un marido cient¨ªfico y generoso, algo en com¨²n entre Salas y Curie, ya que la primera rechaza el calificativo de genio por parte de Rosa Montero. Prefiere definirse como normal. ¡°Pues eres la persona normal m¨¢s anormal¡±, replica la periodista y escritora. Ella tambi¨¦n tiene un v¨ªnculo con Marie Curie, como explica en su libro: ¡°Su trabajo ayud¨® a que me diagnosticaran y me curaran. Por no mencionar que su madre muri¨® de tuberculosis¡±, la enfermedad que de ni?a la mantuvo a?os en cama.
Pionera en la investigaci¨®n molecular en Espa?a, Salas rechaza ser un genio. ¡°Pues eres la persona normal m¨¢s anormal¡±, replica Montero
Margarita Salas (Canero, Asturias, 1938) siempre tuvo claro que continuar¨ªa con su carrera de Qu¨ªmicas en vez de dedicarse a ser una esposa devota de Eladio Vi?uela. ¡°Hicimos la tesis con el mismo doctor y yo era invisible, nos reun¨ªamos para hablar de mi trabajo y el director de tesis se dirig¨ªa a ¨¦l. En cambio, en Nueva York, Severo Ochoa nos puso en grupos diferentes, dijo que as¨ª al menos aprender¨ªamos ingl¨¦s. Creo que lo hizo porque quer¨ªa que cada uno desarrollara sus capacidades¡±. Tras cuatro a?os en EE UU realizando su trabajo posdoctoral, regresaron a Espa?a en 1967 con su famoso fago Phi29 en un tubito metido en el bolsillo. Poco despu¨¦s, Eladio dar¨ªa un paso determinante: dej¨® esa investigaci¨®n en manos de su mujer, y ¨¦l se puso a estudiar la peste porcina africana. ¡°Entonces me empec¨¦ a convertir en una cient¨ªfica con nombre propio. Dej¨¦ de ser ¡®la mujer de¡¯ para ser Margarita Salas¡±. Ten¨ªa un marido profundamente generoso, recuerda sin titubear la cient¨ªfica. Montero puntualiza: ¡°Hace falta ser fuerte para no tener miedo de quedar eclipsado por tu pareja en esta sociedad tan machista¡±.
Hablar de una sociedad a¨²n machista trae a la conversaci¨®n la discriminaci¨®n positiva en favor de las mujeres. Margarita Salas no cree en las conocidas cuotas, no las quiere. ¡°Creo que la que quiere, se lo propone y lucha, lo consigue¡±, aunque matiza que entiende que existan porque tiene que haber mujeres para hacer ver a los hombres que las necesitan. La escritora lo apoya como medida temporal para romper el llamado techo de cristal: ¡°El sexismo es una ideolog¨ªa en la que se nos educa a todos. Yo he sentido much¨ªsimo que era una intrusa. Todo te dice que eres una extra?a, est¨¢s todo el rato siendo la ¨²nica entre un mont¨®n de hombres. Y me sigue pasando: ser jurado del Premio Cervantes y ser una mujer entre 12 hombres. A pesar de estar acostumbrada, siempre hay un poso de violencia en el interior¡±.
Montero desliza una idea que tambi¨¦n recoge en su libro. Son las mujeres quienes a veces se ponen sus barreras, ¡°nunca han considerado que su deseo fuera importante y siempre lo han supeditado al de los dem¨¢s. Esto ha cambiado en los ¨²ltimos veinte a?os, pero, hasta entonces, la mujer ten¨ªa que luchar por conseguir lo que quer¨ªa, incluso contra s¨ª misma¡±. Salas asiente sin dudar. ¡°Cuando entr¨¦ en la Academia de Ciencia era la primera y me sent¨ªa un bicho raro. Posiblemente no hab¨ªa ni ba?o para mujeres. No estaba previsto que lleg¨¢ramos ah¨ª, la idea era que no val¨ªamos para la ciencia¡±, una an¨¦cdota que podr¨ªa servir de ejemplo de su lucha en su profesi¨®n.
Cuando parece que solo queda desear un reencuentro pronto, Margarita Salas lanza: ¡°Te tengo que decir que me gust¨® mucho tu libro, y me emocion¨® mucho tu relaci¨®n con Pablo¡±, la pareja de Rosa Montero durante 21 a?os, fallecido en 2009. Una frase que autom¨¢ticamente lleva a las primeras impactantes l¨ªneas del libro: ¡°Como no he tenido hijos, lo m¨¢s importante que me ha sucedido en la vida son mis muertos¡±. Ah¨ª est¨¢, el tema de la muerte. Un momento vital que tanto ha marcado a estas dos mujeres. Como Marie Curie, ambas han perdido a sus maridos, sus compa?eros de vida que siempre las apoyaron para que tuvieran ¨¦xito profesional. A pesar de denostar a aquellos artistas que utilizaban el dolor de la muerte, el diario de Marie Curie inspir¨® a la escritora. ¡°Creo que he conseguido tener la distancia para poder hacer un libro que no es testimonial, sino que habla de la p¨¦rdida, que es algo tan habitual¡ Y tenemos que hacer algo con eso. Hay que reinventarse. Es dif¨ªcil, pero es una de las circunstancias b¨¢sicas de la vida. Hay dos cosas seguras en la vida: que vas a morir y que va a haber una cuota de sufrimiento, y hay que aprender a hacer algo con ese sufrimiento para que no nos destruya¡±, contesta ante el halago de la cient¨ªfica.
Salas dice que la muerte cada vez le asusta m¨¢s, pero conf¨ªa en que sea un temor temporal. El laboratorio es su refugio, donde se olvida de sus problemas. En el ordenador ense?a emocionada un v¨ªdeo sobre su vida que le hicieron los ni?os del instituto Giner de los R¨ªos de Lisboa. L¨®gico que afirme no querer volver atr¨¢s, con lo que le ha costado llegar donde est¨¢. Antes de la despedida, un paseo. Nos acompa?a a la galer¨ªa de retratos de los directores del CBMSO desde 1975, 16 fotograf¨ªas y solo una de mujer.
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