Louis Stettner, el fot¨®grafo que retrat¨® la belleza de la gente corriente y la dignidad del obrero
La Fundaci¨®n Mapfre muestra en Madrid la mayor retrospectiva del poco conocido artista estadounidense, que enfoc¨® su obra en demostrar la empat¨ªa hacia las personas
¡°?Nadie sabe que estamos vivos!¡±, le dijo con amargura una costurera de una f¨¢brica de ropa de Nueva Jersey al fot¨®grafo Louis Stettner. ?l la observaba con su c¨¢mara para el libro sobre obreros trabajando que ten¨ªa en marcha pero, como confes¨®, no pudo olvidar nunca el gesto de dignidad de aquella mujer, que apenas levantaba la vista de su m¨¢quina. Viendo hoy sus im¨¢genes, sorprende que Stettner sea tan poco conocido, incluso en su pa¨ªs, a pesar de que durante casi ocho d¨¦cadas retrat¨® en Nueva York y Par¨ªs a sus habitantes, muchas veces a un palmo de sus narices, atrapando sus semblantes de hast¨ªo, ensimismamiento, curiosidad, desconfianza¡
Para intentar paliar la ignorancia sobre lo que ha sido su obra, la Fundaci¨®n Mapfre, en Madrid, expone hasta el 27 de agosto su mayor retrospectiva hasta la fecha, con casi 200 im¨¢genes. Es, adem¨¢s, la primera vez que pueden verse en Espa?a sus fotos, que muestran su empat¨ªa hacia los trabajadores, la de quien se confesaba marxista y llevaba siempre en un bolsillo un ejemplar del cl¨¢sico del poeta Walt Whitman Hojas de hierba, por el que sent¨ªa devoci¨®n. ¡°Whitman celebra a los hombres y mujeres y no tiene miedo, es quiz¨¢ una de las razones por las que nunca he dejado de fotografiar en las calles¡±, escribi¨® Stettner.
La comisaria de la muestra, incluida en el festival PHotoEspa?a, Sally Martin Katz, explic¨® el martes, en la presentaci¨®n a la prensa, que Stettner (Nueva York, 1922-Par¨ªs, 2016), de padres alemanes jud¨ªos que emigraron a Estados Unidos, ¡°tuvo su primera c¨¢mara, un regalo, cuando ten¨ªa 13 a?os¡±. En su adolescencia fue asiduo del Metropolitan Museum of Art, all¨ª hojeaba los n¨²meros de la revista Camera Work, que hab¨ªa recogido las tendencias fotogr¨¢ficas de principios de siglo. As¨ª conoci¨® la obra de maestros como Alfred Stieglitz y Paul Strand.
Fue el primer paso antes de ingresar en el colectivo de izquierdas Photo League (1936-1951), concienciado en la denuncia social, donde sus aptitudes le convertir¨ªan m¨¢s adelante en el profesor m¨¢s joven del grupo, con solo 22 a?os. All¨ª aprendi¨® y se hizo amigo, entre otros, de Weegee (el fot¨®grafo de descarnadas escenas de cr¨ªmenes al que dio vida Joe Pesci en la pel¨ªcula El ojo p¨²blico). Stettner se enrol¨® en el Ej¨¦rcito durante la II Guerra Mundial (¡°quer¨ªa luchar contra los fascistas¡±, aseguraba). La experiencia (¡°tuve que aprender otro oficio, matar y evitar que me mataran¡±) despert¨® en ¨¦l la idea de que ¡°el hombre ordinario pod¨ªa ser heroico¡±, subray¨® Martin, conservadora de Fotograf¨ªa del Museo de Arte Moderno de San Francisco.
De vuelta a EE UU, Stettner desarroll¨® su estilo, callejero, retratando a neoyorquinos en el metro que van y vuelven a casa del trabajo, con instant¨¢neas de parejas que no se miran, mujeres con rostros de cansancio y tipos con sombrero y cara de malas pulgas, un acercamiento a ese microcosmos gracias a su c¨¢mara Rolleiflex (que tiene el visor en la parte superior), lo que le permit¨ªa disimular, hacer creer a sus retratados que solo estaba ajustando su m¨¢quina. En 1947 logr¨® una beca del Gobierno para pasar tres semanas en Par¨ªs como alumno de un curso de cine. Se qued¨® cinco a?os. All¨ª aprende del grupo de los fot¨®grafos humanistas y su mirada se dulcifica, incluso se ti?e de lirismo, con predilecci¨®n por fotografiar melanc¨®licas calles vac¨ªas por las que caminan de madrugada solitarios personajes. En un documental de 1999 sobre su vida que hay al final de la exhibici¨®n, Stettner, un tipo simp¨¢tico, con barba blanca y aspecto bohemio, apunta con humor otro motivo de su amor por Par¨ªs: ¡°En EE UU no te compraba nadie una foto¡±.
En sus disparos busca la belleza de la gente corriente, define su estilo como ¡°realismo humanista¡±. ¡°Stettner siempre engrandece a las personas, nunca las empeque?ece¡±, escribi¨® de ¨¦l su amigo y maestro Brassa?. As¨ª ocurre con los obreros en cadenas de montaje, a los que retrata rodeados de los objetos que producen, ya fuera en f¨¢bricas de su pa¨ªs o en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Francia e Inglaterra. Es su homenaje a la clase trabajadora. ¡°En medio del ruido, la suciedad, los humos y el riesgo de accidentes, me parec¨ªan personas muy sensibles, de una humanidad innata¡±, escribi¨®.
En esa l¨ªnea se incluye la llamativa serie que hizo en Ibiza en 1956 sobre dos marineros, Pepe y Tony. Durante dos d¨ªas, a bordo de su barca, mostr¨® sus manos, fragmentos de su cuerpo, de perfil, en pleno esfuerzo. ¡°La forma m¨¢s pura de fotografiar es manejar la realidad¡±, afirma en otro momento del documental como credo de su oficio.
Del Mediterr¨¢neo, la exposici¨®n, dividida en siete partes por orden cronol¨®gico, salta a la Penn Station, la gran terminal neoyorquina. Son im¨¢genes brumosas tomadas desde el exterior de los vagones de hombres con sombrero que leen los peri¨®dicos codo con codo o de un marinero sentado con su uniforme blanco que contrasta con los asientos oscuros del tren. Son personas que captura en momentos de introspecci¨®n o soledad. ¡°Se trataba¡±, dec¨ªa, de ¡°revelar lo que no se ve f¨¢cilmente¡±.
Su ideolog¨ªa (se declar¨® admirador de un r¨¦gimen como la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana) le pas¨® factura en EE UU. Stettner fue interrogado por el macartismo para que delatara si hab¨ªa comunistas en la Photo League. No lo hizo. Si cabe, sirvi¨® para reafirmar sus creencias, simpatiz¨® con los Panteras Negras (organizaci¨®n comunista del black power) y se opuso con fuerza a la guerra de Vietnam. El FBI lo vigilaba, as¨ª que volv¨ªa con regularidad a su amado Par¨ªs, donde se instal¨® definitivamente en los noventa.
Colaborador de revistas como Life, Time, Fortune o Paris Match, ¡°ese compromiso pol¨ªtico y racial¡±, subraya la comisaria, ¡°adem¨¢s de ser reacio a integrarse en el circuito de exposiciones de los museos y grandes galer¨ªas y su falta de adscripci¨®n a cualquier movimiento o estilo¡±, motiv¨® que no haya sido m¨¢s c¨¦lebre. Martin se?al¨® que, pese a esto, pudo vivir de la fotograf¨ªa: encargos, clases que impart¨ªa, colegas que le compraban fotos, pero tambi¨¦n ¡°gracias a sus colaboraciones en revistas como columnista sobre asuntos culturales o sobre otros fot¨®grafos, a los que alababa o censuraba¡±.
A finales del XX, Stettner empez¨® a probar el color, con el que experiment¨® en el bullicio y destellos lum¨ªnicos de Times Square para fijarse en personajes con semblante distra¨ªdo entre el gent¨ªo. A modo de despedida de la fotograf¨ªa y de la vida, hizo una ¨²ltima serie, cumplidos los 90 a?os, entre 2013 y 2016, en el macizo monta?oso de los Alpilles (Francia), al que viaj¨® con su mujer e hijos. De nuevo en blanco y negro, se fij¨® esta vez en los ¨¢rboles retorcidos por el mistral, ¡°como si los humanizara¡±, indica Martin. Fueron sus ¨²ltimas im¨¢genes, que transmiten su estado de ¨¢nimo, sereno, ante la certeza de que el final estaba muy cerca.
Louis Stettner
Hasta el 27 de agosto.
Horarios: lunes (excepto festivos): de 14.00 a 20.00. De martes a sábado: de 11.00 a ?20.00. Domingos y festivos: de 11.00 a 19.00.
Precios: entrada general: 5 euros; reducida: 3 euros. Gratuita: lunes (no festivos).
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