In¨¦s Mart¨ªn Rodrigo: ¡°Parece que la palabra lesbiana da calambre¡±
La escritora, premio Nadal 2022, publica ¡®Una homosexualidad propia¡¯, un libro donde, a sus 40 a?os, sale del armario en el que nunca estuvo en su ¨¢mbito privado. ¡°Es un acto de responsabilidad y un ajuste de cuentas por haberme tratado tan mal a m¨ª misma¡±, confiesa
Coincidimos hace un a?o durante un viaje de trabajo, en el que, adem¨¢s de mesa de debate p¨²blico, compartimos sobremesa de charla privada. Me present¨® a la persona que la acompa?aba, con nombre, apellidos y oficio, como ¡°una amiga¡±. Pas¨® el tiempo. Me llam¨® hace unos d¨ªas para anunciarme la publicaci¨®n de Una homosexualidad propia, un libro en el que, sin salir, porque nunca ha estado dentro en privado, sale del armario p¨²blicamente como lesbiana. En ¨¦l, In¨¦s Mart¨ªn Rodrigo (Madrid, 40 a?os) habla de su amor, correspondido, por L., su pareja desde hace ocho a?os. Ato cabos. Pero dejemos que sea ella quien deshaga el nudo.
Tiene ya 40 a?os. ?Por qu¨¦ escribe este libro justo ahora?
Porque tengo la sensaci¨®n de que las j¨®venes creen que tenemos las libertades y los derechos garantizados y yo, que nac¨ª en 1983, tengo conciencia de lo fr¨¢giles que son. Son tiempos convulsos y est¨¢n en peligro.
?No hay una raz¨®n m¨¢s ¨ªntima?
S¨ª, como persona con un altavoz, aunque sea peque?o, tengo esa responsabilidad. Nunca me he ocultado en mi entorno ¨ªntimo, pero nunca lo hab¨ªa dicho en p¨²blico. No vi la necesidad, o no fui capaz de hacerlo, a los 20, ni a los 30, ni hace cinco a?os. Ahora s¨ª. Aunque sea consciente de que conlleva un precio.
?A estas alturas? ?Trabajando como trabaja en el sector cultural? ?Cu¨¢l?
El sector cultural es diverso y trabajar en ¨¦l no es ninguna vacuna frente a la homofobia. El precio puede ser la exposici¨®n, las etiquetas; el riesgo de que a partir de ahora, cuando publique un libro, sea etiquetada de escritora LGTBI, por ejemplo.
?No le gusta esa estanter¨ªa?
No me gusta ninguna estanter¨ªa. Las etiquetas nos constri?en, limitan y maldefinen. No me importa correr ese riesgo, pero si me buscan enarbolando una bandera, no van a encontrarme. Este libro no es una pancarta, es mucho m¨¢s que eso.
?Qu¨¦ es?
Empez¨® siendo un texto reivindicativo y ha acabado siendo de autoconocimiento. Es el libro que me hubiera gustado leer a los 15 a?os para ver que no era un bicho raro. Es un ajuste de cuentas conmigo misma por haberme hecho tanto da?o. Es mi forma de contarle a mi madre lo que no pude contarle en vida. A veces me imagino dici¨¦ndole: ¡°Mam¨¢, soy lesbiana¡±, y me emociona pensar en su reacci¨®n, porque las madres conocen a los hijos como nadie. No pude, muri¨® cuando yo ten¨ªa 14 a?os.
?Ha llorado escribiendo?
Me he liberado, he escrito cosas que no me hab¨ªa dicho ni a m¨ª misma, me he quitado un peso enorme de encima.
La muerte de su madre casi supuso la suya propia, escribe.
Mi mundo se derrumb¨®. Est¨¢bamos muy unidas, me refugiaba mucho en ella, porque yo era una ni?a diferente. No puedo decir discriminada, porque a esas edades no eres consciente de serlo, pero me sent¨ªa muy sola y apartada. Cuando mi madre enferma, a mis 11 o 12 a?os, enfermo yo tambi¨¦n. Y, cuando muere, como yo no quer¨ªa vivir, dej¨¦ de comer. Hab¨ªa d¨ªas que solo com¨ªa una manzana. Mi familia estaba sumida en el duelo y no se dio cuenta de que ten¨ªa a otra enferma grav¨ªsima en casa. De depresi¨®n y anorexia. Me ingresaron cuando pesaba 34 kilos, pas¨¦ seis meses en el hospital. Al salir, comenz¨® mi segunda vida. En Madrid, lejos del pueblo donde crec¨ª.
?Hoy se mira al espejo?
De cuerpo entero, no soy capaz. La ¨²ltima vez que me pes¨¦ fue cuando me dieron el alta. Estoy curada, pero siempre hay algo latente. Lo comparo con el alcoholismo. Un alcoh¨®lico no puede beber ni una gota. Yo no puedo no comer. Si no como un d¨ªa, puedo volver a caer en el ayuno. Uno de mis grandes logros es volver a disfrutar de la comida, pero necesito autodisciplina y de la gente que me quiere, como mi pareja, que se preocupa por mis comidas.
?Eso no le molesta?
No, porque es una declaraci¨®n de amor. Literal y absolutamente.
Al salir usted del armario, indirectamente, saca a su pareja. ?Lo hablaron?
Yo no hubiera escrito este libro si ella no hubiera querido. Le ped¨ª permiso y me autoriz¨® incluso a publicar su nombre completo. Fui yo la que prefer¨ª usar su inicial. Es ella la que tiene derecho a elegir c¨®mo y cu¨¢ndo decirlo, o no hacerlo en absoluto.
?Comprende a Mar¨ªa del Monte, que lo hizo a los 60 a?os?
Claro. Y f¨ªjate que, aun as¨ª, no ha pronunciado la palabra ¡°lesbiana¡±. Se dice con mucha m¨¢s facilidad ¡°gay¡± que ¡°lesbiana¡±. Parece que la palabra da calambre. Por ser mujer y homosexual est¨¢s doblemente discriminada, y eso no les pasa a los hombres gais. Para empezar, ellos han tenido referentes, desde Lorca. Nosotras, no. O muchas menos. Hemos pasado, casi, de la lucha por la visibilidad de los hombres homosexuales, a la de las personas transg¨¦nero, y eso es estupendo estupendo, pero las lesbianas, muchas, nos hemos quedado en el camino.
En el libro cuenta que investig¨® la vida privada de escritoras y celebridades para constatar distintas formas de ser lesbiana. ?Se volvi¨® cotilla con causa?
S¨ª. He hecho una investigaci¨®n de referentes de forma instintiva por pura necesidad, porque necesitaba existir. La literatura es refugio y espejo. T¨², al leer, escuchar m¨²sica, ver cine, buscas espejos, y, si no los tienes, no existes, eres invisible. Claro que ha habido lesbianas antes que nosotras, y seguro que han vivido su vida ¨ªntima en libertad, pero sin ser visibles, y las j¨®venes de mi generaci¨®n crecimos sin ellas. Por eso digo que soy lesbiana, pero no invisible.
Defina invisibilidad.
Entre otras cosas, no saben qu¨¦ hacer contigo. Somos inc¨®modas. Como que no les cabemos en la cabeza. En un evento cultural de alto copete al que me invitaron, todos los escritores estaban sentados con sus parejas, y a mi mujer la pusieron en otra mesa.
?Y usted no se levant¨® y se fue?
No, yo en esas situaciones me hago peque?ita y lo que quiero es meterme bajo la mesa. Soy muy t¨ªmida e insegura. No soy de dar la nota.
Pues con este libro va a darla.
Corro ese riesgo. Quiero ser visible sin alharacas. Lo m¨¢s dif¨ªcil de la vida es la naturalidad.
Adem¨¢s de la visibilidad, reivindica el sexo, el erotismo y la alegr¨ªa. ?Es disfrutona?
Seguimos con los estereotipos heteropatriarcales de que una lesbiana tiene que ser de una determinada forma, tener un determinado aspecto, incluso a veces estar desequilibrada psicol¨®gicamente. Pero si hay algo de lo que huyo es del victimismo. Cuando sal¨ª del hospital fui muy consciente de que se me daba una segunda oportunidad, y me agarr¨¦ a la vida con u?as y dientes y una intensidad grand¨ªsima por volver a vivir y a gozar. Soy razonablemente feliz. Me siento muy orgullosa, despu¨¦s de tanto dolor, de la vida que me he construido: una mujer que quiere a otra mujer y es querida por ella. Para m¨ª es casi una obligaci¨®n disfrutar. Este libro es un ejercicio de honestidad brutal. Solo te arrepientes de lo que no haces.
VIDA DE IN?S
Inés Martín Rodrigo (Madrid, 40 años) ganó el premio Nadal 2022 por Las formas del querer, una novela de ficción en la que muchos vieron un trasunto de la autora, periodista cultural durante casi 15 años en el diario ABC y, desde hace uno, responsable del suplemento literario Abril de El Periódico de España. Ha sido, sin embargo, en Una homosexualidad propia, su último libro, donde Martín Rodrigo se autorretrata y se desnuda en “un ejercicio de honestidad brutal”.
Babelia
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