Carmen Sevilla, ave f¨¦nix
La artista, que nunca se consider¨® una folcl¨®rica al uso, baj¨® su cach¨¦ en tiempos del tardofranquismo y as¨ª se hizo con papeles de enjundia y sin canciones de por medio
Hab¨ªa en Carmen Sevilla una tremenda capacidad de adaptaci¨®n, que no conoc¨ªa de antecedentes ni comparaciones, y que hac¨ªa de ella una artista mucho m¨¢s completa de lo que siempre se crey¨®. El paso del tiempo, tan cruel siempre con quien se dedica a estar delante de los focos, nunca fue un enemigo para ella. O casi nunca. La novia de Espa?a logr¨® evolucionar hasta convertirse en la abuela nacional, cautivando a varias generaciones, a la vez que muchas de sus contempor¨¢neas quedaban en el olvido.
Ella, que nunca se consider¨® folcl¨®rica al uso, confesando en m¨¢s de una ocasi¨®n no tener la capacidad vocal de algunas de sus compa?eras, supo distanciarse de la bata de cola para convertirse en flamenca ye-y¨¦ a base de trajes cortos con lunares y rumbas salerosas que ven¨ªan a reafirmar aquello de ¡°eres diferente al resto de la gente que siempre conoc¨ª¡±.
La actriz, que hab¨ªa protagonizado melodramas varios y hab¨ªa encarnado a La hermana San Sulpicio, baj¨® su cach¨¦ en tiempos del tardofranquismo, consciente de que Concha Velasco, Nadiuska o Ana Bel¨¦n eran lo que se llevaba. Y la Sevilla no estaba dispuesta a dejar de trabajar. Fue as¨ª como engros¨® su curr¨ªculum cinematogr¨¢fico, a las ¨®rdenes de Gonzalo Su¨¢rez, Pedro Olea y Eloy de la Iglesia, hasta el punto de que su buena amiga Lola Flores reconoci¨® envidiar tal resurrecci¨®n en el s¨¦ptimo arte, con papeles de enjundia y sin canciones de por medio.
Carmen se adaptaba a todo. Si antes hab¨ªa encarnado a Mar¨ªa Magdalena en la producci¨®n hollywoodiense Rey de reyes, en los setenta har¨ªa lo propio interpretando a la prostituta chantajista en No es bueno que el hombre est¨¦ solo. Y la llegada del destape tampoco le pill¨® con los brazos cruzados. Pos¨® sensual y picarona para el objetivo de Joana Biarn¨¦s, y estrat¨¦gicamente cubierta con una s¨¢bana ante la c¨¢mara de C¨¦sar Lucas. Incluso el director Jos¨¦ Mar¨ªa Forqu¨¦ logr¨® convencerla para realizar un fugaz desnudo de sus pechos en La cera virgen, que solo ser¨ªa contemplado fuera de Espa?a, en lo que entonces se llamaba ¡°la segunda versi¨®n¡±, no apta para la censura, pero s¨ª acorde a los ojos de los europeos.
No es del todo cierto aquello de que en los ochenta estuvo apartada del mundo art¨ªstico, una exitosa telenovela en Argentina y unos cuantos espect¨¢culos musicales lo contradicen, pero s¨ª es verdad que fue una d¨¦cada complicada para todas las artistas del folclore, marcadas por sus ¨¦xitos asociados a tiempos del R¨¦gimen (el de Franco, no el que Carmen aseguraba hacer constantemente para mantener la l¨ªnea) e injustamente apartadas del foco medi¨¢tico. De ah¨ª que su ¨²ltima resurrecci¨®n fuese tan celebrada. De pronto se convirti¨® en estrella cat¨®dica a trav¨¦s del Telecup¨®n, donde sus fallos y errores se introduc¨ªan como parte del programa. Los noventa eran suyos y Espa?a de nuevo sucumb¨ªa ante ella. ?Si hasta fue portada del Tentaciones rodeada de chulazos a lo Mae West! La actriz y cantante deriv¨® en presentadora, inventando la espontaneidad en un medio que viv¨ªa anclado en el estricto guion, bajo los ¨²ltimos estertores de las locutoras de continuidad. Durante casi veinte a?os nos estuvo acompa?ando desde la peque?a pantalla, mientras Lola, Paquita y Sara nos dejaban. Ahora es ella la que se va, pero para la historia de la cultura popular espa?ola ser¨¢ siempre eterna.
Babelia
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