La gran evasi¨®n del nazismo en los Alpes
Una investigaci¨®n del Museo Jud¨ªo de Hohenems reconstruye la huida del Tercer Reich de miles de refugiados en la frontera de Austria con Suiza
En los convulsos a?os treinta, Willy Geber era conocido en Viena como un acreditado compositor de schlager, g¨¦nero musical ligero venerado por el r¨¦gimen nazi, salvo cuando el m¨²sico era jud¨ªo. Uno de sus ¨¦xitos fue un foxtrot titulado Am¨¦rica, t¨² lo tienes mejor. Tras el anschluss, la anexi¨®n de Austria por la Alemania nazi en 1938, se vio forzado a huir y opt¨® por escabullirse por el Vorarlberg, en la frontera alpina con Suiza. Escap¨® ayudado por un escuadr¨®n de las SS, cuyo esp¨ªritu de rapi?a era superior a su ideario antisemita y sol¨ªan salir de caza de refugiados jud¨ªos para robarles y luego expulsarles del pa¨ªs. Era el 16 de agosto de 1938. Nada m¨¢s llegar a Suiza, Geber escribi¨® una carta a su mujer con mucha sorna: ¡°Cuando oscureci¨®, caminamos unas dos horas y nos dividieron en dos grupos. Las SS nos dijeron que ahora nos llevar¨ªan a la frontera y ya se ocupar¨ªan luego de nuestra conducta. Est¨¢bamos en campo abierto. En ese momento, un hombre de las SS pronuncia un discurso en el que nos pide que no nos involucremos en la propaganda de atrocidades. El F¨¹hrer no aprueba las agresiones, etc. Y nos describe el camino que debemos seguir¡¡±.
En la ciudad suiza de St. Gallen, Geber fund¨® la banda de schlager KKK. Poco despu¨¦s logr¨® emigrar a EE UU, donde ir¨®nicamente no lo tuvo mucho mejor. Las melod¨ªas pegadizas de sus composiciones, subrayadas con letras costumbristas de amor en alem¨¢n, no triunfaron. Tuvo que cambiar el piano por el trabajo en supermercados. Muri¨® en la pobreza en 1969.
Miles de refugiados intentaron alcanzar Suiza entre 1938 y 1945 atravesando la frontera por el Rin Alpino, como se conoce esta secci¨®n del r¨ªo que desemboca en el Lago Constanza. Desde jud¨ªos sentenciados por el nazismo como Geber, hasta oponentes pol¨ªticos del Tercer Reich, homosexuales, desertores, prisioneros de guerra y trabajadores forzados de la Europa ocupada. Hanno Loewy, director del Museo Jud¨ªo de Hohenems, en el estado austriaco del Vorarlberg, calcula que fueron unos 15.000. ¡°En el verano de 1938, Suiza cerr¨® sus fronteras a los refugiados y se desentendi¨® de los jud¨ªos que hu¨ªan del nazismo: eran pobres, ven¨ªan sin nada, no le interesaba mantenerlos. Les hab¨ªan robado, como a Geber, que tuvo suerte. Parad¨®jicamente, las SS le salvaron la vida, aunque eso para ellos era lo de menos. Solo quer¨ªan expulsarle¡±.
Loewy comenz¨® la investigaci¨®n hace una d¨¦cada. El resultado es el libro ?ber die Grenze (¡±Cruzando la frontera¡±, Bucher Verlag), que re¨²ne 52 historias de refugiados, pero sobre todo es una monumental ruta ciclista de 100 kil¨®metros que arranca en la ribera del Lago Constanza y acompa?a el curso del Rin hasta adentrarse en el coraz¨®n de los Alpes centrales. Y que est¨¢ conectada a internet: en el lugar exacto donde sucedi¨® cada historia se ha instalado un monolito que narra, gracias a un c¨®digo QR, los intentos de fuga. El trazado fronterizo dise?ado por los historiadores se puede seguir (en ingl¨¦s y alem¨¢n) en crossing-the-border.
Uno de los responsables, Raphael Einetter, destaca el caso del idealista Bohumil Sni?ek y su odisea desde Chrast, en el interior del Protectorado de Bohemia y Moravia. Recorri¨® 240 kil¨®metros en bici hasta Pilsen, continu¨® a pie y en tren hasta M¨²nich, para alcanzar por fin el Rin a la altura de Koblach y cruzarlo a nado entre disparos de la patrulla fronteriza. En Suiza pod¨ªa oler ¡°el caf¨¦ con leche cremosa reci¨¦n hecho, el pan reci¨¦n horneado de la panader¨ªa¡±. Le detuvieron, pero logr¨® contactar en Ginebra con el enlace en la resistencia europea del Gobierno checoslovaco en el exilio, su objetivo inicial. Le destinaron a Marsella, y de ah¨ª cruz¨® con otros nueve combatientes de la resistencia checa los Pirineos: acabaron todos en la C¨¢rcel Modelo de Barcelona, de donde fueron trasladados al campo de concentraci¨®n de Miranda de Ebro.
Como la reci¨¦n inaugurada dictadura franquista jugaba la baza de la neutralidad, entreg¨® a Sni?ek al Gobierno brit¨¢nico en Gibraltar, que le traslad¨® como teniente de la Brigada Blindada checoslovaca al asedio aliado de Dunkerque, que comenz¨® en septiembre de 1944. Durante tres a?os hab¨ªa recorrido Europa y atravesado fascismos en lo m¨¢s crudo de la Segunda Guerra Mundial. Logr¨® regresar a Praga, donde le esperaba la ocupaci¨®n sovi¨¦tica.
Hay casos tr¨¢gicos como el de la periodista Hilda Monte, seud¨®nimo de Hilde Meisel, socialista jud¨ªa vienesa que luch¨® en la resistencia contra el r¨¦gimen nazi. En el exilio en Londres, transmiti¨® en la BBC en 1942 un estremecedor informe sobre el comienzo del exterminio masivo de jud¨ªos en la Polonia ocupada. En abril de 1945 la cazaron en una de sus incursiones ilegales en el Tercer Reich. Retenida en la aduana de Feldkirch, a un paso de Liechtenstein, le dispararon mortalmente cuando quiso escapar de madrugada. Solo dos semanas despu¨¦s entraban las tropas francesas y se acababa la Segunda Guerra Mundial en el valle alpino del Rin.
M¨¢s que historias de grandes escapistas, despuntan los intentos dram¨¢ticos de huida de gente com¨²n. Cinco mujeres jud¨ªas del c¨ªrculo intelectual de Berl¨ªn planearon su fuga a la altura de Hohenems, aprovechando la cercan¨ªa de la piscina natural de Diepoldsau con la alambrada fronteriza en un meandro del Rin. Eligieron la noche del 7 de mayo de 1942. Paula Hammerschlag se suicid¨® con una sobredosis de Phanodorm tras el derrumbe psicol¨®gico de la detenci¨®n. Marie Winter fue asesinada en el campo de exterminio de Maly Trostinek, en Bielorrusia, y Gertrud y Clara Kantorowicz no sobrevivieron al campo de concentraci¨®n de Terez¨ªn. Solo Paula Korn logr¨® escapar a Suiza saltando el alambre de espino entre r¨¢fagas de metralla de los guardias fronterizos.
Para Hanno Loewy, la investigaci¨®n no retrata solo el pasado. ¡°Visto desde la perspectiva suiza, es muy actual. El trato que reciben hoy los refugiados se ve reflejado en algunas de las historias que contamos. Y nos recuerda ad¨®nde nos lleva el odio y la agitaci¨®n medi¨¢tica contra el extranjero¡±.
El 7 de enero de 1943, los agentes de aduanas de Feldkirch pararon un tren de mercanc¨ªas procedente de Eslovaquia que parec¨ªa sospechoso. En las monta?as de carb¨®n que transportaban los vagones se escond¨ªan semienterrados catorce jud¨ªos. Por esas fechas, 58.000 jud¨ªos eslovacos ya hab¨ªan sido deportados a Auschwitz y Majdanek. Uno de los rostros ennegrecidos por la turba era el de Gittel Balbirer, una chica polaca de 17 a?os que hab¨ªa perdido a sus padres en el campo de exterminio de Belzec y a su hermana mayor asesinada a tiros cuando hu¨ªa de las SS. Ten¨ªa otros dos hermanos, Basia de 15 a?os y Mendel, de 20, que se escondieron en el tren que ven¨ªa a continuaci¨®n. Gittel fue deportada a Auschwitz el 3 de marzo. Basia y Mendel fueron transportados en mayo y consiguieron sobrevivir a Auschwitz y a las marchas de la muerte, hasta su liberaci¨®n por las tropas aliadas, pero nunca volvieron a ver a su hermana.
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