La tecnolog¨ªa devuelve a casa las tumbas de los condes de Urgell, joyas g¨®ticas vendidas a EE UU en 1906
El monasterio de Santa Mar¨ªa de Bellpuig (Lleida) instala la primera reproducci¨®n 3D de los cuatro sepulcros, hoy en Nueva York, y abre una alternativa a la infructuosa reclamaci¨®n del patrimonio original a los museos
¡°Ha sido muy emocionante: hemos logrado cerrar una etapa de 117 a?os, el tiempo desde que se fueron los sepulcros de los condes de Urgell¡±. Robert Porta, director del monasterio de Santa Mar¨ªa de Bellpuig de les Avellanes (Os de Balaguer, Lleida), pone voz a los sentimientos despertados ante la colocaci¨®n de la r¨¦plica exacta de una de las cuatro sepulturas g¨®ticas vendidas al anticuario Luis Ruiz, y que desde 1928 pertenecen al museo The Cloisters, en Nueva York, donde se exponen en la actualidad. No es para menos. Quienes han participado en el proyecto ¡ªdesde los hermanos maristas, congregaci¨®n propietaria del edificio, hasta los t¨¦cnicos que han fabricado este primer facs¨ªmil de las tumbas en piedra artificial¡ª tienen la sensaci¨®n de estar viviendo algo hist¨®rico. Despu¨¦s de tres entierros y otros tantos intentos frustrados por traer los originales de vuelta de Estados Unidos, el pante¨®n din¨¢stico concebido por el conde Armengol X en el siglo XIII comienza a sentir de nuevo la paz, tras ser ultrajado y humillado hace ahora casi 120 a?os.
El largo y azaroso siglo de ausencia de las sepulturas comenz¨® en el a?o 1906. El monasterio premonstratense, deteriorado y ruinoso tras la desamortizaci¨®n de 1835, lleg¨® hecho trizas a finales del siglo XIX. Un banquero ilerdense, Agust¨ªn Santesmases, se hizo entonces con la propiedad, que decidi¨® comenzar a rentabilizar con la venta del patrimonio m¨¢s valioso que se guardaba en la iglesia monacal. Se trataba de los cuatro sepulcros de estilo g¨®tico, fabricados en piedra caliza de la zona, donde descansaban los restos de Armengol X y sus parientes: su hermano, el vizconde ?lvaro, su padre, el conde ?lvaro Rodrigo Cabrera y la segunda esposa de este, Cecilia de Foix. Constitu¨ªa, en esencia, el primer pante¨®n din¨¢stico del territorio catal¨¢n, seg¨²n los estudios de Francesca Espa?ol.
Si Santesmases y el comprador de las piezas ¡ªRuiz hab¨ªa pagado 15.000 pesetas por el conjunto¡ª hubieran conocido entonces la funesta repercusi¨®n del negocio que se dispon¨ªan a cerrar, habr¨ªan renunciado de inmediato. ¡°Fue un error hist¨®rico que ahora estamos tratando de resolver¡±, no se cansa de proclamar Robert Porta, casi a modo de eslogan del proyecto de recuperaci¨®n. Aquel aciago a?o de 1906, Ruiz envi¨® a Santa Mar¨ªa de Bellpuig a un ej¨¦rcito de operarios para desmontar las tumbas y llev¨¢rselas. Durante el proceso, vaciaron los recipientes funerarios con una manifiesta insensibilidad, arrojando por los suelos y sin el menor pudor los huesos de las dignidades de Urgell, acto que los naturales de la zona consideraron una may¨²scula ofensa.
Tanto fue as¨ª que el obispado de Urgell y el ayuntamiento de Os de Balaguer iniciaron una cruzada para intentar recuperar las tumbas, provocando una pol¨¦mica que quedar¨ªa reflejada en la prensa de la ¨¦poca y alcanzar¨ªa sin ¨¦xito las Cortes espa?olas, y que finalmente se top¨® con la cruda realidad: la desprotecci¨®n del patrimonio espa?ol. Superados por el revuelo, Santesmases y Ruiz trataron de dar marcha atr¨¢s a la operaci¨®n, pero ya no podr¨ªan impedirlo. A modo de consuelo, el p¨¢rroco oficiar¨ªa una ceremonia f¨²nebre para enterrar los huesos de los condes en el pueblo vecino, Villanueva de la Sal, cuyos habitantes, enlutados, no dudaron en revivir el duelo, como si los condes hubieran fallecido aquellos mismos d¨ªas.
En el monasterio de Bellpuig ¡ªadquirido en 1910 por los hermanos maristas¡ª nunca se olvidaron de los nobles. Pero no fue hasta finales de los a?os sesenta cuando el director de Bellas Artes del gobierno franquista, Gratiniano Nieto, autoriz¨® un tercer entierro: los restos ser¨ªan devueltos al monasterio en una procesi¨®n cuyo boato ser¨ªa captado por las c¨¢maras del No-Do en un documento impagable. En realidad, las autoridades espa?olas trataban de persuadir al Metropolitan de Nueva York del retorno a Espa?a de las sepulturas. La respuesta fue una rotunda negativa que se repetir¨ªa muchos a?os despu¨¦s, en 2010, cuando el departamento de Cultura de la Generalitat reclam¨® formalmente las piezas, tras un acuerdo un¨¢nime del Parlamento catal¨¢n. Tres entierros, tres reclamaciones, cero resultados.
¡°Nunca hemos renunciado a recuperar los originales, pero ante la frustraci¨®n, optamos por abrir una v¨ªa de relaci¨®n con uno de los museos m¨¢s importantes del mundo¡±, asevera el director de Bellpuig. As¨ª, hace siete a?os, el monasterio puso en marcha el ¡°plan b¡±, que consistir¨ªa en fabricar una fiel reproducci¨®n de las tumbas para ocupar el vac¨ªo dejado en el altar de la iglesia. La respuesta del Metropolitan, ahora s¨ª, cambi¨® de forma radical: el propio museo impuls¨® r¨¢pidamente la digitalizaci¨®n de las piezas, primer paso de un largo camino que acaba de dar sus frutos. El ¡°experimento¡± ¡ªcomo lo denominan los responsables del proyecto¡ª tratar¨ªa de dar forma f¨ªsica a la m¨¢s sencilla de las cuatro sepulturas, la del vizconde ?lvaro.
Durante meses, una empresa especializada de Girona, con la financiaci¨®n de la Diputaci¨®n de Lleida, ha trabajado en la creaci¨®n de una copia lo m¨¢s exacta posible. Para ello, la firma 3D T¨¨cnics ha tenido que v¨¦rselas en el taller con dos dificultades nada desde?ables. Primero, para encontrar un material artificial alternativo a la piedra caliza original, cuya elevada presencia de componentes abrasivos es incompatible con las m¨¢quinas que modelan el dise?o en 3D. Despu¨¦s, porque la digitalizaci¨®n presentaba p¨¦rdidas de informaci¨®n en algunos detalles del sepulcro, que han sido ¡°rellenadas¡± con la ayuda de fotograf¨ªas de la obra real. A partir de ah¨ª, los t¨¦cnicos han puesto el broche a una reproducci¨®n ¡°h¨ªbrida¡±. ¡°Cuando la pieza sale de la m¨¢quina, el artesano tiene que darle el alma¡±, asevera el responsable de 3D T¨¨cnics, Francesc Montero, quien niega que la tecnolog¨ªa digital sea capaz de finalizar el trabajo por s¨ª sola, sin la mano del hombre.
Esta semana ten¨ªa lugar la colocaci¨®n del primer facs¨ªmil de piedra en el altar lateral de la iglesia de Bellpuig, y responsables de patrimonio de la Generalitat y de la Diputaci¨®n de Lleida, t¨¦cnicos, religiosos y vecinos asistieron a la operaci¨®n con expectaci¨®n y las emociones a flor de piel. ¡°Hay que tener en cuenta que la gente mayor ya vivi¨® el traslado de 1967, cuando se refer¨ªan a los condes como soberanos, hombres de Estado, nuestros se?ores¡¡±, enfatiza Robert Porta, quien sostiene, por otro lado, que la decisi¨®n de recurrir a reproducciones, con ayuda de las nuevas tecnolog¨ªas, ¡°viene a abrir el debate y a proponer un modelo que puede ser utilizado en otros casos¡±, refiri¨¦ndose al momento en que la reclamaci¨®n de una obra de arte original vendida, trasladada o expoliada se convierte en un proceso condenado al fracaso.
El sepulcro del vizconde ?lvaro se convierte ahora en un revulsivo m¨¢s para la visita del monasterio de Bellpuig, que pertenece a un municipio, Os de Balaguer, de poco m¨¢s de mil habitantes. ¡°Son pueblos muy peque?os que se est¨¢n despoblando y el turismo puede ser una opci¨®n de futuro para evitar que las nuevas generaciones, m¨¢s preparadas, tengan que irse¡±, argumenta el director. Por delante, el reto de realizar la reproducci¨®n de los otros tres sepulcros ¡ªt¨¦cnicamente, los m¨¢s complejos¡ª para completar el pante¨®n que so?¨® Armengol X. Llegar¨¢ entonces el momento de analizar los restos de los condes, depositarlos en los recipientes funerarios correspondientes y celebrar un ¨²ltimo funeral¡ el cuarto.
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