Riad Sattouf, creador de ¡®El ¨¢rabe del futuro¡¯: ¡°Yo era un elfo que, en la adolescencia, se transform¨®?en un trol¡±
El autor concluye la saga sobre su infancia y adolescencia, que le ha consagrado en el c¨®mic y le ha convertido en un superventas
Riad Sattouf (Paris, 45 a?os) acaba de publicar el sexto y ¨²ltimo volumen del c¨®mic El ¨¢rabe del futuro (Salamandra Graphic en castellano, en traducci¨®n de Mar¨ªa Otero Porta). En su particular En busca del tiempo perdido, el artista adulto reconstruye una infancia y adolescencia entre la Siria de su padre y la Breta?a de su madre, y relata la forja de su vocaci¨®n. La saga, un ¨¦xito de ventas con unos cuatro millones de ejemplares en todo el mundo, ha consagrado a su autor, galardonado por el conjunto de su obra con el Gran Premio del festival de Angulema. Se hace extra?o conversar con alguien de quien sabemos tanto, tan familiar tras leer sus libros. Al mismo tiempo, el autor de la serie Los cuadernos de Esther y director de pel¨ªculas como Les beaux gosses se protege con una distancia ir¨®nica: no revelar¨¢ nada m¨¢s de lo que ya cuenta en sus libros. Cuando se le pregunta qu¨¦ ha sido de su hermano peque?o o su madre, sonr¨ªe: ¡°No se lo dir¨¦... ?Bien por intentarlo!¡±
PREGUNTA. ?C¨®mo explica el ¨¦xito de El ¨¢rabe del futuro?
RESPUESTA. ?Si supiese explicarlo, lo volver¨ªa a hacer de nuevo cada vez! En el caso de El ¨¢rabe del futuro, intent¨¦ hacer un c¨®mic para mi abuela bretona, a la que no le gustaban los c¨®mics. Y funcion¨® porque he tenido un mont¨®n de lectores que nunca hab¨ªan le¨ªdo c¨®mics.
P. Pero su abuela fue determinante para su vocaci¨®n como autor de c¨®mics, ?verdad?
R. S¨ª. Yo soy una mezcla de una familia siria y una familia bretona. Y en ambos lados nadie, desde la prehistoria, jam¨¢s hab¨ªa sido ¡°artista¡± ni hab¨ªa querido hacer m¨²sica, ni dibujo, ni escritura. Nada. Resulta que mi abuela bretona, cuando de ni?o yo empec¨¦ a dibujar, me ve¨ªa como un fen¨®meno, le parec¨ªa que yo era extraordinariamente bueno. Y yo me lo cre¨ª. Me dec¨ªa que yo era genial, mejor que Picasso, que Leonardo da Vinci. Como yo no ten¨ªa ninguna referencia, pensaba que era verdad. Cuando sal¨ªa un reportaje en televisi¨®n sobre Picasso, ella dec¨ªa: ¡®Estas cosas son feas, t¨² dibujas mejor¡¯¡±.
P. Tuvo usted una infancia agitada, pero al mismo tiempo, era un ni?o muy seguro de s¨ª mismo, el m¨¢s genial, el m¨¢s guapo, con ego perfectamente satisfecho.
R. S¨ª, cuando yo era ni?o, era magn¨ªficamente bello, como un elfo que, en la adolescencia, se transform¨® el trol. De hecho, soy un trol que ha guardado la memoria de que fue un elfo. Un poco como un ¨¢ngel ca¨ªdo, expulsado del para¨ªso hacia la adolescencia. Todos mis c¨®mics cuentan esta historia.
P. ?Pero el elfo sigue ah¨ª?
R. Desde muy temprano, hacia los 12 o 13 a?os, supe que ser¨ªa autor de c¨®mics. No me pod¨ªa imaginar otra vida. Lo ten¨ªa todo planeado. Me dec¨ªa: ¡®Propondr¨¦ cada mes un proyecto a los editores¡¯. Estaba dispuesto a hacer como los espermatozoides con el ¨®vulo: intentarlo e intentarlo. No ten¨ªa novia, no ten¨ªa dinero. Yo me dec¨ªa a m¨ª mismo: ¡®Insistir¨¦ hasta que lo logre¡¯.
P. M¨¢s all¨¢ del ¨¦xito de ventas y cr¨ªtica, ?le cambi¨® El ¨¢rabe del futuro? Es realmente una inmersi¨®n en su infancia y adolescencia, un autoexamen profundo.
R. Me di cuenta de que todos los recuerdos que yo ten¨ªa de Siria fueron sustituidos por dibujos dentro de mi cabeza. Hace poco encontr¨¦ una foto de mi padre que no ve¨ªa desde hac¨ªa tiempo, y pens¨¦: ¡®Mira qu¨¦ divertido, me cuesta reconocerlo en la foto¡¯. En mi recuerdo, ahora es como mi dibujo de ¨¦l en el libro.
P. ?El libro le ha reconciliado con ¨¦l?
R. Tampoco es que estuviese especialmente enfadado con ¨¦l. Se ha convertido en una historia. Lo he compartido con tantos lectores que ya no me pertenece.
P. ?Por qu¨¦ ¡°el ¨¢rabe del futuro¡±? El libro habla de muchos otros temas: la infancia, la adolescencia, la creatividad.
R. Era una frase que me dec¨ªa mi padre, porque ¨¦l ven¨ªa de una familia campesina muy pobre, en la que nadie hab¨ªa ido a la escuela. ?l aprendi¨® a leer y a escribir, era buen alumno y logr¨® convertirse en profesor de universidad. Lo veneraban y ¨¦l veneraba la educaci¨®n. Era panarabista: quer¨ªa educar el mundo ¨¢rabe para que saliese de la ignorancia. Y, cuando yo era peque?o y me quer¨ªa quedar en casa en vez de ir a la escuela, me dec¨ªa. ¡®El ¨¢rabe del futuro va la escuela, por oposici¨®n al ¨¢rabe del pasado¡¯.
P. ?Se siente usted ¨¢rabe?
R. No, en absoluto. Pero tampoco especialmente franc¨¦s. De ni?o me lo preguntaban. ¡®?Te sientes m¨¢s bien sirio? ?O franc¨¦s?¡¯ Muy temprano decid¨ª buscarme otra identidad, que es la de ser escritor. Yo deseaba unirme a ese grupo de gente que trabaja toda la noche para contar historias con dibujos. Quer¨ªa unirme al pa¨ªs de los escritores como si no perteneciera al pueblo en que nac¨ª. Mi identidad era la de hacer libros. Yo quer¨ªa mi nombre en la portada, ir a una librer¨ªa y ver mi nombre entre otros autores. Como el patito feo, me parec¨ªa que no hab¨ªa nacido en la familia correcta.
P. Creci¨® usted entre dos culturas, la ¨¢rabe y la francesa, pero la francesa se impuso.
R. S¨ª, si quiere decirlo as¨ª... Ahora hablo franc¨¦s, adoro Francia. Es el pa¨ªs de la libertad de expresi¨®n, donde hay m¨¢s lectores, donde la gente se interesa por otras culturas, es un pa¨ªs apasionado por el Otro. Nunca hablar¨¦ mal de Francia.
P. ?C¨®mo ha vivido esta semana como la muerte del joven Nahel y los disturbios y la violencia posteriores?
R. Lo he vivido como muchos franceses: con espanto al ver que un joven de 17 a?os puede perder la vida tan f¨¢cilmente. Nadie deber¨ªa perder la vida porque la polic¨ªa le mata. Nunca. Y despu¨¦s, el espanto ante las im¨¢genes de disturbios, saqueos y los efectos terribles que seguramente tendr¨¢n en la opini¨®n p¨²blica y en las pr¨®ximas elecciones. A veces uno tiene la impresi¨®n de que hay varias Francias que cohabitan lado a lado, que no se hablan entre ellas y que se detestan cada vez m¨¢s.
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