Una ma?ana en la Galer¨ªa de las Colecciones Reales: esto es lo que piensa el p¨²blico del edificio, las obras y el relato
A la espera de la inauguraci¨®n oficial este martes, 25 de julio, la normalidad empieza a rodar en este espacio, con algunos detalles imprevistos por solventar y otras expectativas cumplidas
Dan las diez de la ma?ana y el sol de julio ya rabia en la plaza de la Armer¨ªa, que se extiende entre el Palacio Real y la Catedral de la Almudena. Desafiando el calor implacable, los turistas se organizan en colas para acceder a los c¨¦ntricos monumentos de la capital. Al fondo de la explanada se vislumbra bajo la calima la silueta del suroeste de Madrid, de fondo la sierra, mientras un nutrido grupo de j¨®venes francohablantes, distinguidos con viseras azules, atiende entre risas y selfis las indicaciones de su gu¨ªa: por all¨¢ se ven el zool¨®gico y el Parque de atracciones; m¨¢s a la izquierda, el barrio de Carabanchel. Todav¨ªa no hemos atravesado la puerta de acceso al reci¨¦n estrenado edificio de la Galer¨ªa de las Colecciones Reales, pero ya nos situamos ante su primera atracci¨®n: el mirador que corona la construcci¨®n que los arquitectos Tu?¨®n y Mansilla levantaron para albergar las m¨¢s de 650 piezas que se muestran (seleccionadas de entre un patrimonio de 170.000). Tras la vor¨¢gine de la inauguraci¨®n (la oficial, con los Reyes, ser¨¢ este martes, 25 de julio), la normalidad ha echado a rodar en este espacio, cuya apertura, el 28 de junio marc¨® el mayor acontecimiento art¨ªstico en Espa?a de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Apartados del pelot¨®n de adolescentes, una pareja tambi¨¦n se asoma a la urbe desde las alturas. Se llaman Ana y Jos¨¦. Cuentan que est¨¢n haciendo tiempo hasta que les toque el turno de entrada, que han reservado a las 11, cuando el p¨²blico ya empezar¨¢ a acumularse para llegar al pico de la ma?ana a eso de las 12. Llegan sin una expectativa clara de lo que les espera, pero, por el momento, desde fuera les gusta lo que ven. ¡°Yo soy muy de mezclas arquitect¨®nicas, no me molestan¡±, asegura Ana sobre el edificio, una sobria mole gris y geom¨¦trica que se ha incorporado al suntuoso perfil del Palacio Real no exenta de pol¨¦mica. ¡°Tambi¨¦n dec¨ªan que la Pir¨¢mide del Louvre es un horror y a m¨ª me parece estupenda¡±, agrega esta madrile?a, cuyo perfil, a la espera de los primeros datos oficiales, parece concordar con el de muchos de los visitantes que se acercan a la Galer¨ªa esta ma?ana de jueves: local y de mediana edad.
Las cr¨®nicas que se han escrito sobre la Galer¨ªa ya avisaban del tama?o imponente que se abre en el interior del edificio, pero, aun estando prevenidos, los ocho metros de altura que separan suelos y techos no dejan de impresionar. Tras salvar varias rampas descendentes, comienza el recorrido hist¨®rico y cultural por las colecciones de arte y objetos decorativos amasadas durante siglos por los reyes de Espa?a que abarca desde Isabel y Fernando el Cat¨®lico hasta la actualidad. En la entrada de la planta dedicada a la dinast¨ªa de los Austrias, Juan y Sandrine, espa?ol y francesa que pasan las vacaciones en Madrid, solo han tenido tiempo de juzgar los v¨ªdeos explicativos que preceden la visita, en los que, piensa Juan, se presenta a la monarqu¨ªa bajo una luz demasiado ¡°ben¨¦vola¡±. ¡°Yo soy profesor de arte, as¨ª que visitamos todos los museos que podemos¡±, explica el espa?ol. ¡°Adem¨¢s, ahora en verano tampoco se puede pasear mucho por la calle¡±.
En el fresco interior de las galer¨ªas, adem¨¢s de las proporciones, destaca la distribuci¨®n: frente a la cl¨¢sica concepci¨®n del museo como una consecuci¨®n de compartimentos estancos, aqu¨ª toda la planta se organiza en una ¨²nica sala di¨¢fana. La cuidada museograf¨ªa dise?ada por Manuel Blanco, director de la Escuela de Arquitectura, se encarga de modular los espacios a base de et¨¦reas vitrinas y tabiques exentos, que ponen a dialogar cuadros y tapices con otros objetos variopintos como libros, espejos, instrumentos musicales, vajillas y chiner¨ªas, joyas, muebles, carrozas e incluso modestas v¨¢lvulas de fuentes que, contra todo pron¨®stico, consiguen no pasar desapercibidas en su competencia por la atenci¨®n frente a piezas mucho m¨¢s fastuosas.
¡°La historia es un vaiv¨¦n y en ese vaiv¨¦n tienes visiones transversales¡±, explica Blanco sobre el esp¨ªritu con el que est¨¢n dispuestos los objetos. De ah¨ª que se ofrezca al espectador la posibilidad de pasear en todas las direcciones y en 360 grados, ofreciendo vistas del haz y el env¨¦s de algunas piezas, as¨ª como miradas atravesadas entre lo que se dispone a un lado y otro de sala: artefactos culturales y vestimentas, piezas dom¨¦sticas y obras religiosas que se entrecruzan para ofrecer una imagen global de la vida cortesana. En un sentido pr¨¢ctico, la ausencia de barreras facilita el tr¨¢nsito por el piso, algo que agradece Carmela Chao, una mujer nacida en Cuba y procedente de Puerto Rico que atraviesa las galer¨ªas en silla de ruedas. Sin embargo, para Marta, que trabaja como profesora universitaria en Francia, que el espacio sea di¨¢fano supone m¨¢s bien un obst¨¢culo porque, piensa, ¡°no sabes bien por d¨®nde tirar¡±. ¡°Y otra cosa que no me gusta¡±, agrega, ¡°es que los carteles est¨¢n demasiado oscuros y no se ve nada¡±.
Sin duda, algo de verdad hay en esa afirmaci¨®n, porque en la planta dedicada a los Borbones no deja de sonar una alarma. En apenas media hora, salta una decena de veces. El jaleo se debe a que, para poder leer la cartela, algunas personas se acercan demasiado al cord¨®n que protege el Dessert arquitect¨®nico de las glorias de Espa?a, un monumental adorno de sobremesa que reproduce episodios de la historia de Espa?a. ¡°Habr¨¢ que poner m¨¢s catenarias, porque aunque el p¨²blico es respetuoso, hay personas que trascienden ciertas zonas; y habr¨¢ que reubicar algunas cartelas para mejorar la visibilidad¡±, se?ala Leticia Ruiz, la directora de las Colecciones Reales, sobre los ¨¢mbitos de mejora una vez echada a rodar la Galer¨ªa. M¨¢s all¨¢ de los inevitables peque?os imprevistos, que se ir¨¢n subsanando sobre la marcha, Ruiz considera muy positivo el balance de estas primeras semanas de funcionamiento: ¡°Es todo satisfacci¨®n¡±.
Piezas destacadas que promet¨ªan despertar el inter¨¦s del p¨²blico, como El arc¨¢ngel san Miguel venciendo al demonio, una magn¨ªfica escultura de Luisa Rold¨¢n, o la verdaderamente deslumbrante Corona de Nuestra Se?ora de Atocha, que Isabel II mand¨® fabricar tras sobrevivir a un atentado, tambi¨¦n est¨¢n cumpliendo las expectativas, tal y como demuestran las interacciones en redes sociales sobre la Galer¨ªa, presente en Instagram y TikTok, as¨ª como Patrimonio Nacional se encuentra en Twitter, Instagram, Facebook y LinkedIn (que, eso s¨ª, dif¨ªcilmente podr¨¢n consultarse dentro del edificio, porque apenas hay cobertura). ¡°Hay cosas que nos sorprenden, como un v¨ªdeo de Marian Rojas sobre el Quijote [del que se exhibe una primera edici¨®n], que ha llegado al mill¨®n de visitas¡±, apunta Nuria Rozas, la responsable de redes. ¡°Tambi¨¦n el coche de Franco llama mucho la atenci¨®n, o las columnas salom¨®nicas de Churriguera, que impresionan mucho a la gente, porque de verlas en v¨ªdeo a verlas en persona, cambia mucho¡±.
Preguntando a los visitantes en persona, la pieza que m¨¢s se repite como favorita no es ninguna de esas, sino los fabulosos carruajes reales que se muestran, especialmente una carroza negra de entre 1670 y 1680. Es lo que m¨¢s le gusta a Santiago, un chico madrile?o de 12 a?os que pasea con su abuela, y tambi¨¦n a Pilar y V¨ªctor, una pareja de j¨®venes que regresaron recientemente a la capital tras pasar una temporada en Londres, y que reivindican fomentar la cultura frente al ¡°turismo de sol y playa¡±: ¡°No es por patriotismo, pero tenemos un patrimonio que no tiene nada que envidiar al resto de Europa y muchas veces no lo vendemos bien¡±. Con todo, a cada encuesta van saliendo opiniones de lo m¨¢s diversas: a Jos¨¦ Gerardo, por ejemplo, no le atraen los tapices porque los colores se ven ¡°gastados¡±. Ana, madrile?a de 25 a?os que ha acudido con sus padres, reprueba que ¡°al hablar de la conquista de Am¨¦rica, no se tiene una postura cr¨ªtica con el tema¡±. Y Joaqu¨ªn, que vive con su mujer, Teresa, entre Cuenca y Madrid, adonde han acudido a votar, sentencia que, por fuera, ¡°el edificio es tan feo que dan ganas de bombardearlo¡±. ¡°Pero por dentro cambia: es una maravilla¡±, apostilla coincidiendo con Jowad, que ha viajado a Europa con su familia desde Nueva York. ¡°No sab¨ªa que hab¨ªa tanta realeza, si te soy sincero¡±, se r¨ªe. ¡°Pero es incre¨ªble poder ver toda esta riqueza e historia mezcladas con cosas modernas. Es fascinante¡±.
Babelia
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