R¨ªo de Janeiro intenta hacer las paces con Carmen Miranda
La ciudad donde despeg¨® la carrera de la cantante reabre tras diez a?os el museo donde se exponen sus vestidos, fotograf¨ªas y sus famosos tocados tropicales: un peque?o gesto para que Brasil deje atr¨¢s la indiferencia hacia su estrella m¨¢s internacional
Cantante, actriz, icono global. Carmen Miranda fue la primera artista sudamericana en reinar en Estados Unidos, la mujer mejor pagada en Hollywood. Sus tocados frutales imposibles, el movimiento fren¨¦tico de sus pupilas y su gracia al contonear las manos y las caderas conquistaron a medio mundo, pero Brasil siempre ha convivido con ella con cierta indiferencia. El museo p¨²blico dedicado a su vida que se inaugur¨® en R¨ªo de Janeiro en 1976 lleva diez a?os cerrado, por una mezcla de dejadez institucional y recortes presupuestarios. Hasta ahora. El pr¨®ximo 4 de agosto, v¨ªspera del aniversario de la muerte de la artista, reabrir¨¢ con la esperanza de restaurar un poco de la intermitente relaci¨®n de amor entre Miranda y la tierra que la vio crecer, tras llegar con menos de un a?o en el seno de una familia de emigrantes portugueses.
En eso conf¨ªa C¨¦sar Balbi, director del centro desde su inauguraci¨®n. Tras serpentear entre pintores y alba?iles para revisar los ¨²ltimos retoques, se sienta para hablar de la protagonista de todo ese traj¨ªn y dispara: ¡°La relaci¨®n de los brasile?os con Carmen Miranda es de pura ignorancia, pero en los ¨²ltimos a?os han empezado a interesarse m¨¢s por ella, a darse cuenta que fue por encima de todo una cantante, no una actriz que se fue a EE UU y se convirti¨® en una caricatura¡±, comenta convencido. Tras una d¨¦cada guardados en el almac¨¦n del museo, a la vista ¨²nicamente de estudiosos de su figura, los vestidos, joyas, zapatos y sobre todo, tocados, de La Peque?a Notable, como la bautizaron por su metro y medio de altura, volver¨¢n a brillar ante los visitantes. El fondo, donado en su mayor¨ªa por la familia, est¨¢ compuesto de casi 4.000 objetos, aunque se expondr¨¢n 121. Ir¨¢n rotando para evitar da?os y porque el museo no da para m¨¢s.
El peque?o edificio de hormig¨®n, obra del arquitecto modernista Affonso Reidy, es como un peque?o joyero circular levantado en el parque de Flamengo, frente al Pan de Az¨²car. A muy poca distancia, apenas cruzando la ensenada de Botafogo, se encuentra el casino de Urca, hoy en ruinas, escenario de los momentos gloriosos, y otros no tanto, de la cantante. En 1940, tras una primera etapa de ¨¦xito en EE UU, se present¨® sonriente saludando con un Good night y cantando South american way ante una platea formada por la la ¨¦lite y los altos funcionarios del Gobierno nacionalista de Get¨²lio Vargas, que en ese momento coqueteaba con el nazismo. Fue recibida con frialdad y una ola de cr¨ªticas, pero ella respondi¨® al poco con la ir¨®nica letra de Disseram que voltei americanizada (Dijeron que volv¨ª americanizada), en que se burlaba de los que dec¨ªan que ya no ten¨ªa ¡°ritmo, ni nada¡±, a ella, que viv¨ªa ¡°en la samba y en las noches de sereno¡±. Tras ese accidentado regreso a casa, Carmen puso de nuevo rumbo a EE UU para nunca m¨¢s volver y acab¨® de consagrarse como una estrella global: 14 pel¨ªculas que le valieron el apodo de Brazilian Bombshell, a pesar de que en sus filmes sol¨ªa encarnar a personajes latinos sin una identidad clara: una mezcla de t¨®picos al gusto del espectador estadounidense, que funcionaba muy bien en un momento en que el Gobierno de Franklin D. Roosevelt lanzaba la pol¨ªtica del Buen Vecino.
No es que Miranda no fuese profeta en su tierra. Era adorada en Brasil, funcion¨® como un puente entre lo popular y la ¨¦lite, y su prematura muerte a los 46 a?os caus¨® una fuerte conmoci¨®n. Muri¨® en Beverly Hills, pero su entierro en R¨ªo fue un acontecimiento que llev¨® a las calles a decenas de miles de brasile?os. Sin embargo, su legado se fue diluyendo con el tiempo, dio lugar a malentendidos y no envejeci¨® del todo bien. Caetano Veloso, uno de los padres del Tropicalismo, movimiento que se aliment¨® de la est¨¦tica y filosof¨ªa de Miranda, lo sintetiz¨® en un c¨¦lebre art¨ªculo para The New York Times: ¡°Carmen Miranda fue, primero, motivo de orgullo y verg¨¹enza, y despu¨¦s un s¨ªmbolo que inspir¨® la mirada despiadada que comenzamos a lanzar sobre nosotros mismos¡±.
Durante mucho tiempo, Miranda fue reducida a un racimo de pl¨¢tanos en Technicolor, obviando su enorme talento, su fuerte personalidad y sobre todo su creatividad y su olfato para el ¨¦xito. Su cl¨¢sica apariencia de bahiana, por ejemplo, no fue una imposici¨®n de Hollywood para forzar una imagen ex¨®tica. Surgi¨® por primera vez en una pel¨ªcula brasile?a de 1938, Banana da Terra, en la que Miranda, orientada por Dorial Caymmi, utiliz¨® la indumentaria t¨ªpica de las matriarcas de Bah¨ªa. Fue un ¨¦xito que replic¨® hasta la saciedad, pero siempre d¨¢ndole una vuelta. Miranda no repet¨ªa vestuario jam¨¢s y ella misma, que aprendi¨® a coser de ni?a y trabaj¨® en una tienda de sombreros, ideaba sus espectaculares tocados. Logr¨® colocar el portugu¨¦s en producciones estadounidenses y export¨® la samba y las marchinchas de Carnaval. El historiador Ruy Castro, autor de una densa biograf¨ªa que en 2005 contribuy¨® a desempolvar su figura, la considera la inventora de la m¨²sica brasile?a moderna.
A pesar de todas sus conquistas, en los tiempos que corren, ?sobrevivir¨ªa la artista al tribunal de internet? ?Ser¨ªa r¨¢pidamente acusada de apropiaci¨®n cultural? ?De contribuir a blanquear una m¨²sica de ra¨ªz eminentemente negra? El director del museo no cree que fuera ¡°cancelada¡± y va un paso m¨¢s all¨¢; la compara con Anitta, la cantante brasile?a de m¨¢s ¨¦xito en la actualidad, otro ejemplo de globalizaci¨®n y exportaci¨®n de los ritmos del pa¨ªs. ¡°El funk carioca que canta Anitta es lo que la samba de Carmen era en su ¨¦poca, la m¨²sica de los negros, de los pobres de las periferias¡±, dice. La propia Anitta ha reconocido en varias ocasiones que Miranda es su principal referencia y ha emulado sus ic¨®nicos looks en sus conciertos. A pesar de esos gui?os y de que siempre ha estado viva en los reductos de la cultura drag y en la comunidad LGTBIQIA+, Miranda no tiene en Brasil el reconocimiento que merece, lamenta Balbi. En Los ?ngeles tiene una estrella en el paseo de la fama, pero en su pa¨ªs, el cine nacional, por ejemplo, muy dado a los biopics, nunca se interes¨® por su vida de pel¨ªcula.
Ahora, adem¨¢s del peque?o museo sobre su vida, en el horizonte hay otro proyecto m¨¢s ambicioso donde Miranda tambi¨¦n tendr¨¢ cabida. El monumental Museo de la Imagen y del Sonido (MIS), dedicado al conjunto de la producci¨®n musical y audiovisual del pa¨ªs, se espera que abra sus puertas en la playa de Copacabana en noviembre de 2024, tras a?os de retrasos en las obras. La artista tendr¨¢ un espacio solo para ella donde se exhibir¨¢n mas de 90 piezas originales de su inacabable archivo personal. Pero entre museo y museo si hay un lugar donde Miranda vive y resiste a pesar de todo es el Carnaval. En febrero, los socorridos disfraces caseros con sus tocados tropicales volver¨¢n a colorear las calles, y los cariocas, perdidos entre las comparsas de m¨²sicos volver¨¢n a cantar, bajo el mismo sol abrasador de cada a?o, los versos del ¨¦xito que la encumbr¨® en 1930, el premonitorio Ta¨ª: ¡°Eu fiz tudo para voc¨º gostar de mim, ? meu bem n?o faz assim comigo n?o, voc¨º tem, voc¨º tem que me dar seu cora??o¡± (Hice de todo para gustarte, ay cari?o m¨ªo no me hagas eso, t¨² tienes que darme, t¨² tienes que darme tu coraz¨®n).
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.