Margarita Le¨®n, polit¨®loga: ¡°No somos capaces de garantizar las necesidades m¨¢s b¨¢sicas a buena parte de la sociedad¡±
La profesora de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Barcelona explora en su libro ¡®El arte de pactar¡¯ (Catarata) las oportunidades de llegar a consensos para mantener el Estado de bienestar en un clima de polarizaci¨®n
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El Estado de bienestar fue una buena idea: despu¨¦s de la II Guerra Mundial logr¨® tres d¨¦cadas de crecimiento econ¨®mico sostenido y aumento de la igualdad social. Educaci¨®n, sanidad, vivienda, prestaciones, subsidios, servicios sociales. Desde la llegada del modelo neoliberal, el Estado de bienestar ha retrocedido a sus embestidas y se pone con frecuencia en solfa. Sufre otras amenazas: el envejecimiento, el cambio clim¨¢tico, la desigualdad, la revoluci¨®n tecnol¨®gica. La polit¨®loga Margarita Le¨®n (Alicante, 51 a?os) ha publicado El arte de pactar. Estado de bienestar, desigualdad y acuerdo social (Catarata) donde reflexiona sobre los pactos que se tuvieron que dar para dise?ar aquel modelo. Unos pactos que, debido a la creciente polarizaci¨®n, parecen dif¨ªciles de reproducir.
Pregunta. ?Es el Estado de bienestar el mejor de los mundos posibles, lo mejor a lo que podemos aspirar?
Respuesta. Yo creo que s¨ª. Ya es algo poco revolucionario, porque est¨¢ bastante ensayado, pero es lo que m¨¢s se aproxima a sociedades cohesionadas, en las que las necesidades b¨¢sicas de un porcentaje amplio de la poblaci¨®n est¨¢n garantizadas. Otra cosa es que funcione mejor o peor, pero como invento, en sociedades capitalistas, es a lo que hay que aspirar.
P. Hay muchos tipos.
R. S¨ª, ni siquiera aumentando mucho el gasto social, que es lo que estamos haciendo todos los pa¨ªses avanzados, se tiene la misma concepci¨®n de cu¨¢l debe de ser el Estado de bienestar ideal. Pero hay que fortalecerlo al m¨¢ximo posible, entendiendo que para eso hay que ir cambi¨¢ndolo seg¨²n los desaf¨ªos de cada ¨¦poca.
P. A veces se dice que la izquierda no debe de ser nost¨¢lgica del Estado de bienestar creado en la segunda mitad del siglo XX. ?C¨®mo ser¨ªa su porvenir?
R. Lo m¨¢s relevante es que el trabajo ya no ser¨¢ central. Ahora mismo todo gira en torno al empleo: se supone que tienes un buen empleo y el empleo te permite una buena vida. Pero es que eso ya no es as¨ª. Hay mucha gente que trabaja y aun as¨ª ya no le da para vivir. Tenemos que ir hacia sistemas de protecci¨®n que no pivoten en torno al empleo remunerado.
P. ?Algo m¨¢s?
R. La estructura demogr¨¢fica ha cambiado much¨ªsimo desde que dise?¨® el Estado de bienestar. Y esa idea de que somos muchos trabajando para sostener a los que se jubilan, que es una rueda que funciona, ahora tampoco es as¨ª. Se habla de ¡°ocaso demogr¨¢fico¡± y se oyen discursos muy tremendistas, pero de lo que se trata es de pensar las cosas desde otro lugar.
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P. Uno de los pilares fueron unos sindicatos muy poderosos. Ahora no es el caso. Llevan sufriendo descr¨¦dito desde hace algunas d¨¦cadas y bajan las tasas de afiliaci¨®n.
R. Las fuerzas conscientes de la creaci¨®n del Estado de bienestar fueron los sindicatos y la socialdemocracia, que fue muy fuerte en Europa, en la reconstrucci¨®n de la posguerra. Los sindicatos ya no tienen esa centralidad, pero siguen siendo actores muy importantes. No creo que vayan desaparecer, pero tienen que reinventarse. Ahora, por ejemplo, se ha preocupado por defender a trabajadores superprecarios, como los riders.
P. Por debajo de todo lo que representa el Estado de bienestar, est¨¢n los pactos que se hicieron para conseguirlo. ?Qui¨¦nes pactaron?
R. El pacto es ese consenso que aparece despu¨¦s de la II Guerra Mundial: la necesidad de mantener la paz social. Tendemos a pensar que el Estado de bienestar le debe todo a las fuerzas progresistas, pero, por ejemplo, en Alemania o en Italia tuvo mucho peso la democracia cristiana. El centroderecha estuvo de acuerdo en la idea de crecer, pero crecer con cohesi¨®n social, manteniendo unos niveles de igualdad social aceptables.
P. ?Por qu¨¦?
R. Esta postura tambi¨¦n ten¨ªa razones instrumentales. Las sigue habiendo ahora. Muchos de los problemas que tenemos en Espa?a son muy estructurales, si entramos en l¨®gica de la confrontaci¨®n pol¨ªtica, perdemos de vista que son asuntos de recorrido muy largo. La ideolog¨ªa orienta las reformas, pero temas como la pobreza, la precariedad laboral o el funcionamiento de los servicios p¨²blicos se podr¨ªan consensuar, sin caer en el cortoplacismo.
P. En el fondo: los m¨¢s ricos decidieron repartir m¨¢s parte de la tarta con los m¨¢s pobres. Adem¨¢s, con la amenaza que supon¨ªa el contraste con la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
R. Algo as¨ª, pero depende. Por ejemplo, en los pa¨ªses n¨®rdicos no se conceptualiza as¨ª, cuando se decide universalizar la educaci¨®n no es porque los ricos est¨¦n ayudando a los pobres, se entiende que un sistema p¨²blico universal gratuito de educaci¨®n les va a beneficiar a todos. Es un eje del proyecto nacional. No es solo solidaridad entre clases.
P. El modelo n¨®rdico se pinta habitualmente como el ep¨ªtome de bienestar, las sociedades m¨¢s avanzadas.
R. S¨ª, el modelo n¨®rdico es el ejemplo de Estado de bienestar generoso e igualitario. El modelo anglosaj¨®n es m¨¢s bien un modelo de m¨ªnimos. Se universaliza la salud y la educaci¨®n, pero poco m¨¢s. Hay diferencias entre pa¨ªses que se deben a la capacidad de forjar alianzas pol¨ªticas.
P. Si el modelo n¨®rdico es tan mod¨¦lico, valga la redundancia, ?por qu¨¦ no es el modelo a seguir para los dem¨¢s pa¨ªses?
R. Los pa¨ªses n¨®rdicos son muy particulares: tienen una poblaci¨®n peque?a y son muy homog¨¦neos. Pa¨ªses como Noruega o Finlandia han tenido la oportunidad de tomar decisiones de cambio de rumbo muy importantes. Ahora que se dan cuenta de que est¨¢n envejeciendo, que hay problemas con las pensiones, etc, tiene la capacidad de hacer cambios para solucionarlo. Pero cuando, en vez de siete millones, hablamos de 50, la cosa se complica. No es un modelo f¨¢cil de exportar. Adem¨¢s, su homogeneidad est¨¢ resultando problem¨¢tica: ahora la extrema derecha es la que proclama la necesidad de defender el Estado de bienestar frente a las migraciones.
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P. ?C¨®mo ha sido su desarrollo en Espa?a?
R. Hemos empezado tarde y hemos ido muy r¨¢pido, como en todos nuestros procesos de transformaci¨®n social. El Estado de bienestar espa?ol sufre mucho por esto: tiene cimientos d¨¦biles. Por ejemplo, estamos muy expuestos a las crisis, el gasto social es muy dependiente de las ¨¦pocas de bonanza y recesi¨®n. Ese vaiv¨¦n hace que el pa¨ªs parezca muy din¨¢mico, pero tambi¨¦n es muy fr¨¢gil. A veces se destruye mucho empleo, a veces se crea mucho, pero muy precario. Es dif¨ªcil que el sistema aguante: en ¨¦pocas de crisis se gasta todo en pensiones y desempleo. Y as¨ª se cronifican problemas como la emancipaci¨®n de los j¨®venes.
P. ?En qu¨¦ estado se encuentra ahora el Estado de bienestar en Espa?a?
R. Retrocedi¨® mucho con los recortes provocados por la crisis de 2008. En los ¨²ltimos tiempos se ha expandido bastante, pero tambi¨¦n es cierto que los organismos internacionales han dado una respuesta muy distinta a esta crisis, no la austeridad, sino lo que llaman keynesianismo de emergencia.
P. El individualismo rampante influye en el descr¨¦dito del Estado de bienestar.
R. Uno de los grandes triunfos del neoliberalismo ha sido convencer a la gente de que hay una dicotom¨ªa entre libertad e igualdad. La izquierda no ha sabido enfocar esto, ha regalado la idea de libertad a la derecha. El neoliberalismo ha triunfado no solo porque sea una doctrina econ¨®mica, sino porque propugna unos valores individuales que han resultado atractivos. Sabemos que la educaci¨®n p¨²blica universal pagada con los impuestos es lo que nos conviene colectivamente, pero luego individualmente queremos elegir, y nos dicen que somos m¨¢s libres eligiendo.
P. ?C¨®mo se concilia entre esas visiones?
R. Hay que conseguir que los servicios p¨²blicos universales se hagan cargo de la heterogeneidad de la sociedad, que tambi¨¦n den a elegir, que no se burocratice en la homogeneidad. En una sociedad cambiante quien aparentemente puede dar respuestas ¨¢giles es el mercado, y eso ha estado detr¨¢s de parte de las privatizaciones. Hay que conciliar el poder elegir, y protestar cuando el servicio no es de calidad, con la universalidad del acceso.
P. ?Deben los m¨¢s ricos beneficiarse de los servicios p¨²blicos?
R. Si las capas con m¨¢s renta no usan los servicios p¨²blicos, si se van a lo privado, es dif¨ªcil justificar esos servicios. No querr¨¢n colaborar, no los sentir¨¢n como suyos, no tendr¨¢n incentivo para pagar impuestos. As¨ª es dif¨ªcil mantener la cohesi¨®n social. Es un equilibro delicado.
P. Habla usted de la importancia de los consensos, pero ahora parecen saltar por los aires. ?Qu¨¦ hacemos?
R. Suena conservador, pero insisto en que no hay que exponerlo todo a la pol¨ªtica. El Estado de bienestar no ha desaparecido, ni va a desaparecer, pero hay que ver c¨®mo lo hacemos funcionar. Con los estragos del cambio clim¨¢tico, va a cobrar mucha importancia. En este pa¨ªs no somos capaces de garantizar las necesidades m¨¢s b¨¢sicas a buena parte de la sociedad. Hay una capa de precariedad que no se ve, no se discute, no se habla. Y eso tiene que ser una prioridad, el bienestar del todo el mundo. Y no est¨¢ en la agenda pol¨ªtica.
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