Trabajada y generosa Puerta del Pr¨ªncipe para Castella
El diestro franc¨¦s, que sustituir¨¢ este domingo a Morante, cort¨® tres orejas al lote m¨¢s encastado de una muy desigual corrida de Victoriano del R¨ªo con la que Roca Rey volvi¨® a demostrar su poder¨ªo
No es mala cosa que en el a?o de la reaparici¨®n de Sebasti¨¢n Castella, despu¨¦s de su temporal retirada durante las dos ¨²ltimas temporadas, saliera por la Puerta Grande de Las Ventas en San Isidro, y ahora por la del Pr¨ªncipe de La Maestranza. Es, sin duda, un sue?o para cualquier torero, y m¨¢s para un veterano con una respetable carrera a sus espaldas. Y un premio a?adido: la empresa sevillana ha anunciado que este domingo sustituir¨¢ al lesionado Morante en la despedida de El Juli.
El diestro franc¨¦s cort¨® tres orejas al lote m¨¢s encastado de una muy desigual corrida de Victoriano del R¨ªo, en la que Talavante bail¨® con los m¨¢s deslucidos, y Roca Rey, tambi¨¦n sin suerte, volvi¨® a demostrar su enorme capacidad y entrega.
Pero el gran triunfador fue Castella, que, por vez primera, pudo ver desde las alturas, aupado por una muchedumbre enfervorizada, el r¨ªo Guadalquivir, lo que debe un recuerdo glorioso e imperecedero para quien tenga el valor de vestirse de luces.
Estuvo bien el torero, y no se le puede hurtar su voluntad de triunfo, su decisi¨®n y su entrega ante dos toros muy exigentes, de esos que te piden el carn¨¦, que molestan y no permiten que el torero se ponga bonito; toros que pelean, que piden guerra y venden cara su vida; toros con los que destacan las imperfecciones por encima de los pellizcos y el sentimiento.
Bien Castella ante estas no f¨¢ciles circunstancias, y habr¨ªa que concluir que, con el protocolo de la tauromaquia moderna sobre la mesa, la salida a hombros ha sido justa porque as¨ª lo ha decidido un p¨²blico entusiasta y un palco rumboso.
Ha sido una Puerta del Pr¨ªncipe trabajada, s¨ª, pero generosa tambi¨¦n, porque la actuaci¨®n de Castella no ha sido rotunda, ni apasionada, ni arrebatada. Y ese es el examen que hay que aprobar para ver el Guadalquivir desde los arcos gloriosos de la plaza.
Ninguno de sus dos toros prob¨® la puya del picador, por lo que llegaron envalentonados y alegres a las banderillas, que no hicieron m¨¢s que avivar la casta y la codicia que encerraban en sus entra?as.
Y los dos llegaron a la muleta en posici¨®n beligerante, con deslumbrante acometividad y dispuestos a burlarse de quien osara enga?arlos.
Castella, que se hab¨ªa lucido a la ver¨®nica en el que abri¨® plaza, las pas¨® canutas en los primeros y segundos compases ante este toro, de modo que destac¨® m¨¢s la emotividad de la briosa embestida del animal que la hondura de los muletazos del torero, que no acababa de encontrar el modo de superar el vendaval de casta. Hasta la cuarta tanda con la mano derecha no encontr¨® Castella la rotundidad que buscaba, y ah¨ª, de verdad, vibraron los tendidos.
Al cuarto tampoco lo picaron, y persigui¨® en banderillas; y como en el caso anterior, tard¨® el diestro franc¨¦s en encontrar el camino del triunfo. Hubo muletazos templados, zapatillas asentadas, entrega, un arrim¨®n¡, pero el que destac¨® de verdad fue el toro, todo un derroche de encastada nobleza.
Nada de lo dicho desmerece la trabajada actuaci¨®n de Sebasti¨¢n Castella, que super¨® un examen dif¨ªcil, pero esa matr¨ªcula de honor suena a una nota exagerada, muy exagerada.
La mala suerte cay¨® del lado de sus dos compa?eros. Talavante pas¨® in¨¦dito por Sevilla ante dos toros que no le permitieron lucimiento alguno. Afligido y asfixiado lleg¨® a la muleta su primero, y muy deslucido fue el comportamiento del quinto.
Y Roca Rey no triunf¨®, pero volvi¨® a dejar constancia de su pujanza como primera figura del toreo actual. Es un torero todopoderoso, con un mando innato en sus mu?ecas que le permite bajarle los humos al toro m¨¢s inc¨®modo y fiero. Y as¨ª lo hizo con su primero, que pretendi¨® asustarlo y acab¨® vencido en un par de minutos; otro derroche de firmeza fue la lidia del sexto, de muy corto viaje, al que exprimi¨® literalmente con un derroche de mando y confianza en s¨ª mismo.
Est¨¢ bien que se abriera la Puerta del Pr¨ªncipe, y se divirtiera el p¨²blico que abarrot¨® los tendidos, pero quede claro que los dos toros del lote de Castella, -que no fueron picados, no se olvide- tambi¨¦n merecieron alg¨²n premio.
Del R¨ªo/Castella, Talavante, Roca
Toros de Victoriano del Río, -el primero, devuelto por inválido-, correctos de presentación, mansurrones y desiguales en los caballos; encastados primero y cuarto, deslucido el quinto, y desfondados los demás.
Sebastián Castella: pinchazo y estocada caída (oreja); estocada trasera (dos orejas). Salió a hombros por la Puerta del Príncipe.
Alejandro Talavante: estocada trasera y caída (silencio); bajonazo (silencio).
Roca Rey: estocada baja (silencio); dos pinchazos y estocada (silencio).
Plaza de La Maestranza. 30 de septiembre. Segunda corrida de la Feria de San Miguel. Lleno de ‘no hay billetes’.
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