Blink-182 emociona en su ansiado regreso a Madrid
La banda californiana saca pecho de su huella generacional ante 15.000 personas
La reuni¨®n de la formaci¨®n cl¨¢sica de Blink-182 ha revestido de acontecimiento su presente gira mundial, si bien la ¨²ltima vez que la banda de pop-punk visit¨® Espa?a conservaba id¨¦nticos componentes. Fue en el lejano 2012, cuando el bater¨ªa Travis Barker no ten¨ªa a¨²n vinculaci¨®n con el clan Kardashian, y en el mismo recinto donde actuaron anoche, el WiZink Center de Madrid, entonces conocido por todos como Palacio de los Deportes. Aquella vez no completaron el aforo; en esta ocasi¨®n, 15.000 localidades (en torno a 50 euros las butacas de menor visibilidad y casi 100 las entradas a pista delantera) llevaban agotadas un a?o. La nostalgia es caprichosa. Pero lejos de toda inercia de viejas glorias detectando la oportunidad de pasar por caja, Blink-182 estuvo ayer a la altura, cuando no por encima, de las expectativas creadas con un gran concierto en el que reafirm¨® su relevancia generacional. El tr¨ªo californiano act¨²a hoy mi¨¦rcoles en Barcelona, segunda y ¨²ltima cita espa?ola de la gira.
Un p¨²blico compuesto eminentemente de treinta?eros ¡ªlos adolescentes y preadolescentes de principios de milenio, la etapa de mayor popularidad de la banda¡ª fue congreg¨¢ndose mediada la tarde en los alrededores del pabell¨®n, en lo que a ratos tuvo reminiscencias de aquellas reuniones de emos en la Plaza de Espa?a disueltas hace m¨¢s de una d¨¦cada. Primaba una sensaci¨®n de reencuentro, con atuendos rescatados del armario (?cu¨¢ndo fue la ¨²ltima vez que se vio a gente lucir una camiseta del disco American Idiot, de Green Day?) y, donde antes hab¨ªa largos flequillos ahora se luc¨ªan algunas calvas cubiertas de manera socorrida por gorras al estilo del cantante y guitarrista Tom DeLonge. Hasta el tard¨ªo clima veraniego, que tan bien conjunta con las canciones de Blink-182, parec¨ªa ir de su parte. La ac¨²stica del WiZink, una loter¨ªa, empa?¨® sin embargo el esfuerzo de los voluntariosos teloneros The Story So Far e hizo temer lo peor.
A las 21:28, dos minutos antes de la hora prevista, Blink-182 sali¨® a escena. La nitidez mel¨®dica y la concisi¨®n instrumental del grupo (guitarra, bajo y bater¨ªa) pudo neutralizar algo del eco del recinto, pero, sobre todo, la emoci¨®n por tener enfrente al tr¨ªo o la retah¨ªla de cl¨¢sicos con la que inici¨® el concierto ¡ªempezando por una Anthem Part Two que requiri¨® un rato largo a Tom DeLonge para atemperar su inconfundible voz nasal¡ª hizo que pocos se preocuparan demasiado por la claridad del sonido. La primera secci¨®n incluy¨® una primicia mundial: el estreno en directo de More Than You Know, canci¨®n de su pr¨®ximo ¨¢lbum de estudio, que se publica en dos semanas.
Comunicativos y divertidos, Mark Hoppus, bajista y tambi¨¦n cantante, y Tom DeLonge exhibieron una complicidad tal vez m¨¢s guionizada que espont¨¢nea, pero que, entre chistes de penes o de acostarse con madres de colegas (51 primaveras acumula el primero, 48 va a cumplir el segundo), dio el pego para que todo tuviera el necesario aire de reuni¨®n de amigos volvi¨¦ndolo a pasar bien juntos. Un silente y casi asc¨¦tico Travis Barker (47 a?os), impecable en ejecuci¨®n, fue el contrapunto, con Hoppus poniendo a prueba su concentraci¨®n en el tramo final de Violence al forzarle a tocar a ciegas, cubriendo su cara con una toalla. Para sorpresa de nadie, no err¨® un golpe. Tampoco se inmut¨® Barker con la pancarta ¡°Travis, I¡¯m pregnant¡± (Travis, estoy embarazado) que sosten¨ªa un espectador en la pista, parodiando el mensaje con que Kourtney Kardashian le comunic¨® en junio que esperaba un hijo suyo.
Con un devenir marcado por la renqueante relaci¨®n entre DeLonge y sus compa?eros, que ya les forz¨® a una pausa en los dosmiles, Blink-182 llevaba funcionando desde 2015 con Matt Skiba, de Alkaline Trio, en su lugar. En el repertorio de anoche (celebraci¨®n del legado del grupo consagrada a sus tres grandes discos: Enema Of The State, de 1999; Take Off Your Pants And Jacket, de 2001, y el ep¨®nimo de 2004) hubo espacio incluso para dos canciones de California (2016), uno de los trabajos que la banda grab¨® sin el cofundador.
Apasionado del fen¨®meno ovni, el guitarrista y vocalista se present¨® en Madrid con una camiseta de To The Stars, la fundaci¨®n que puso en marcha en 2017 para investigar el espacio y probar la existencia de alien¨ªgenas. Por supuesto, DeLonge rescat¨® Aliens Exist, de los Blink-182 noventeros, interpretada con la seriedad y convicci¨®n del que ha escuchado hace poco a oficiales de inteligencia de EE UU asegurar que su gobierno esconde ¡°restos de vida no humanos¡±. En la pantalla, montajes de peri¨®dicos con el rostro del cantante y, entre otros, el titular: ¡°?l ten¨ªa raz¨®n¡±.
Una banda puente
Blink-182 caen graciosos y conectan con su p¨²blico porque son, a su manera, una banda puente entre dos culturas del estrellato: una m¨¢s jubilosa, de chavales que disfrutan de la fama y la riqueza sin rubor, y otra m¨¢s contempor¨¢nea, donde el ¨ªdolo se confiesa, hace p¨²blicos sus problemas y crea empat¨ªa. Es en ese h¨ªbrido donde, dentro de sus aparentemente limitados recursos, el grupo encuentra una versatilidad excepcional: cuesta imaginar otra formaci¨®n capaz de proponer un espect¨¢culo coherente con pirotecnia, chistes escatol¨®gicos, veh¨ªculos flotantes, l¨¢seres y animaciones gore en el que, al mismo tiempo, una canci¨®n sobre el suicidio en la adolescencia (Adam¡¯s Song) u otra sobre los efectos del divorcio en los ni?os (Stay Together For The Kids) sean las m¨¢s jaleadas. Hoppus, que reivindic¨® a los emos y dedic¨® tambi¨¦n una canci¨®n a la grada m¨¢s barata (Cynical, sobre la ansiedad), recibi¨® asimismo una ovaci¨®n tras relatar sus dificultades con el c¨¢ncer que le detectaron en 2021, del que se cur¨® completamente, o con la depresi¨®n.
Hubo, en cualquier caso, los parones justos ¡ªtambi¨¦n para que Barker hiciera alarde de virtuosismo, con su bater¨ªa elevada sobre el escenario¡ª y la banda encaj¨® 25 canciones en una hora y media que dej¨® a la mayor¨ªa visiblemente m¨¢s que satisfecha. Convertido por m¨¦ritos propios en grupo ic¨®nico de su tiempo y en referencia clave en la evoluci¨®n del punk de los noventa, a Blink-182 no le qued¨® grande un ambicioso espect¨¢culo dise?ado a la medida de una banda importante de rock. What¡¯s My Age Again? o All The Small Things sonaron con imponente aura de cl¨¢sicos, mientras que, en la traca final, quedaron algo m¨¢s deslucidas First Date o Damnit por una guitarra definitivamente muy por debajo del volumen debido.
En¨¦rgico, generoso y cat¨¢rtico, el concierto sald¨® con creces la deuda con un p¨²blico espa?ol que rara vez tiene oportunidad de verlos. El viaje en el tiempo logr¨® que hasta resultara cre¨ªble el autocompasivo verso ¡°Nadie te quiere cuando tienes 23¡å, de What¡¯s My Age Again?, en boca de personas que, arriba y abajo del escenario, ni por asomo ten¨ªan 23. Quiz¨¢s tambi¨¦n a sabiendas de que, como igualmente dice la canci¨®n, nadie deber¨ªa tomarse a s¨ª mismo tan en serio.
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