Alberto Conejero, la vida tras ser cancelado por Vox: ¡°La censura no solo afecta a los creadores, afecta a toda la sociedad¡±
El dramaturgo y director art¨ªstico del Festival de Oto?o revela los detalles de la retirada de ¡®El mar¡¯, su obra sobre un maestro republicano, de un Ayuntamiento de Burgos con concejales de ultraderecha
El que estos d¨ªas atraviesa Alberto Conejero (Ja¨¦n, 45 a?os) es, sobre el papel, un momento que muchos dramaturgos querr¨ªan para s¨ª. Dos editoriales coinciden en publicar sus obras m¨¢s recientes, En mitad de tanto fuego, un poema ¨¦pico sobre el h¨¦roe griego Patroclo, en Dos Bigotes, y El mar: visi¨®n de unos ni?os que no lo han visto nunca, sobre el maestro infantil catal¨¢n Antoni Benaiges, en Ediciones Ant¨ªgona. El 9 de noviembre comenzar¨¢ en Madrid el Festival de Oto?o, donde ¨¦l ejerce, por cuarto a?o, la direcci¨®n art¨ªstica. Conejero, Premio Nacional de Literatura Dram¨¢tica en 2019 por La geometr¨ªa del trigo y uno de los dramaturgos m¨¢s conocidos y quiz¨¢ queridos del panorama patrio, atraviesa un dulce momento de expansi¨®n. Sobre el papel. En la pr¨¢ctica, todav¨ªa est¨¢ en el aire lo otro, el inesperado suceso que le ocurri¨® este a?o: cuando, a principios de julio, el Ayuntamiento burgal¨¦s de Briviesca, que tras el 23-M estaba en manos del PP con apoyo de Vox y Ciudadanos, cancel¨® abruptamente la representaci¨®n de El mar. Alegaron motivos presupuestarios, algo cuando menos inusual en teatro a tan pocos d¨ªas de una representaci¨®n.
La decisi¨®n ten¨ªa no pocas ramificaciones. Primero porque destacaba, para mal, dentro de una alarmante ola de censuras de funciones teatrales por parte de consistorios en los que Vox acababa de aterrizar (esa misma semana se hab¨ªa cancelado Orlando, de Virginia Woolf, en Valdemorillo). Tambi¨¦n aprisionaba a Conejero, como dramaturgo, en la pinza de la polarizaci¨®n pol¨ªtica: censurado por la derecha pero, tambi¨¦n, breve e inesperadamente cuestionado por algunos sectores de la izquierda cultural por no condenar la censura el mismo d¨ªa que ocurri¨®. El incidente burgal¨¦s tambi¨¦n obligaba a Conejero justificar su rol como director art¨ªstico del Festival de Oto?o para la Comunidad de Madrid, comunidad gobernada por el PP, al igual que el consistorio de Briviesca. La funci¨®n cancelada ten¨ªa lugar, adem¨¢s, no muy lejos de Ba?uelos de Bureba, el pueblo donde, en 1936, el Antoni Benaiges real ejerci¨® de maestro infantil antes de ser fusilado por la Guardia Civil por republicano. Su docencia y asesinato son, precisamente, los momentos que plasma El mar. ¡°Iba a ser una funci¨®n muy especial¡±, lamenta hoy Conejero, en una cafeter¨ªa madrile?a, en una conversaci¨®n en la que despacha este asunto con inusitado detalle. ¡°Ah¨ª est¨¢n los nietos y nietas de los ni?os y ni?as de los que habla esa historia¡±.
El mar llevaba meses de gira por Espa?a. Sumaba ya unas 70 representaciones. ¡°En marzo de este a?o hab¨ªamos hecho una funci¨®n en el teatro principal de Burgos, ante 400 personas, que se pusieron de pie al final en un aplauso cerrado. Estoy convencido de que ten¨ªan todo tipo de ideolog¨ªa y no hubo problema¡±, empieza el dramaturgo. ¡°Nos llamaron porque quer¨ªan hacer la funci¨®n en Briviesca. Aceptamos, por supuesto, e iniciamos un di¨¢logo sobre el cach¨¦ para ajustarlo al presupuesto de un consistorio con una determinada dotaci¨®n para la cultura¡±. Entonces todav¨ªa estaba el socialista ?lvaro Morales en el Ayuntamiento. Tras el 23-M y con Jos¨¦ Solas, del PP, al frente de la Alcald¨ªa con el apoyo de los votos de Vox y Ciudadanos, la cosa cambi¨®. ¡°Nos llamaron tres semanas antes del estreno para decirnos que la funci¨®n se suspend¨ªa¡±.
Pregunta. ?Tres semanas es poco?
Respuesta. Seis meses es poco. Es poco tres meses. Porque las compa?¨ªas hacen sus cuentas en sus calendarios respecto a los bolos que tienen programados. Si no sale uno, buscan otro trabajo: la gente del teatro no tiene una agenda completa, tenemos que sobrevivir con m¨²ltiples ocupaciones. Tres semanas es especialmente significativo y elocuente; un ejemplo de p¨¦sima gesti¨®n, ante todo. No nos dieron posibilidad de di¨¢logo, de aplazamiento de la funci¨®n, de renegociar el cach¨¦, de ajustarnos al aforo. Renunciamos a la indemnizaci¨®n que nos daban. No quer¨ªamos cobrar ning¨²n dinero de un Ayuntamiento que estaba obrando as¨ª. Se decidi¨® que fuera Xavier Bob¨¦s, el productor de la obra, el que lanzara el comunicado porque ¨¦l hab¨ªa hablado con el consistorio.
P. Hubo quien se asombr¨® de ver que usted, al principio, no sacaba un mensaje por su cuenta para condenar el gesto.
R. La gente se pensaba que yo no estaba... ?C¨®mo no voy a estar de acuerdo con el comunicado de Xavier! L¨ªnea a l¨ªnea, vamos, si es mi compa?ero. Nunca he estado callado ante la censura. Condeno y denuncio cada caso, y no solo el m¨ªo porque creo que hay que hablar de lo colectivo. Hablo del Teatro Defondo [por la censura a Orlando], de Irene Hern¨¢ndez en Extremadura [su obra El se?or puta o la degradaci¨®n del ser, sobre la violencia machista, fue censurada en agosto], [la prohibici¨®n de libros LGTBI en] Burriana, Ann Perey¨® en Mallorca... Esto nos afecta a todos. En primer lugar a la ciudadan¨ªa, que no tiene el derecho de libre acceso a la cultura, que est¨¢ siendo considerada intelectualmente incapaz. Deja que la gente vaya al teatro y opine lo que quiera de la funci¨®n, que forme su propio criterio.
P. ?Existe el peligro de que el estigma de la censura acompa?e a El mar por mucho tiempo?
R. La censura no permite que la obra hable por s¨ª misma. Por eso yo tampoco he querido abundar en declaraciones, es la obra la que tiene que hablar. La censura destroza y pervierte cosas que hasta ese momento no hab¨ªan supuesto un problema: ni una cr¨ªtica hab¨ªa dicho hasta entonces que El mar fuese una obra sectaria, o revanchista, un panfleto. Ni siquiera en los peri¨®dicos conservadores. Hemos sido cautos a la hora de hablar de ese episodio porque si no, somos rehenes de ese intento de sostener un marco referencia que no queremos. La obra habla por s¨ª misma.
P. ?Le hubiera salido a cuenta ser m¨¢s claro, cuando no incendiario, en redes sociales?
R. He dicho lo que ten¨ªa que decir en espacios muy complicados, a veces fuera de las redes sociales. En despachos, reuniones, ah¨ª he dado mi opini¨®n como te la estoy dando ahora.
P. ?Qu¨¦ ocurri¨® en Briviesca la noche en que se ten¨ªa que haber representado El mar?
R. La sociedad civil se organiz¨® y el mismo d¨ªa, en el mismo lugar, a la misma hora, acudieron a leer el texto de la funci¨®n. Hombres, mujeres, ancianos, j¨®venes, pusieron cuerpo y voz a la obra, sabiendo que era una situaci¨®n que no era sencilla. Fue una gran lecci¨®n de valent¨ªa, de honestidad. La censura no solo afecta a los creadores, afecta a toda la sociedad.
El argumento de que la obra y los hechos consumados pesan m¨¢s que las palabras se escucha con frecuencia en esta entrevista. Por ejemplo, al hablar de siguiente grean proyecto su cuarto Festival de Oto?o. Es cierto que Conejero tiene innegable tendencia al gafe en el cargo: se estren¨® en 2020, con la pandemia; en 2021 tuvo que tragarse el caos administrativo del adelanto electoral y en 2022, la inflaci¨®n y la guerra en Ucrania dificultaron traer talento de fuera y llenar los patios de butacas. Esa misma proclividad, sin embargo, se compensa con su talento para mezclar nombres consagrados y promesas desconocidas en un todo coherente. En 2023 vienen a Madrid gigantes como Ivo van Hoe o Angelica Liddell, y, a su lado, obras m¨¢s underground como Sodoma, de Lobato & Rojas. Esta programaci¨®n es, insiste, su armadura ante las cr¨ªticas por no haber dejado el puesto tras el suceso de Burgos.
P. ?C¨®mo concilia el mantener un puesto de designaci¨®n directa, como director del Festival de Oto?o, gracias a un Ayuntamiento del PP mientras el mismo partido le censura en otro consistorio?
R. Yo no trabajo para un partido pol¨ªtico, ni siquiera para una empresa privada, sino para un festival que es p¨²blico, que se ha hecho con dinero de los madrile?os con independencia de su ideolog¨ªa. Se puede discutir si la designaci¨®n directa es el mejor modo de nombrar un director o directora art¨ªstica, pero yo tengo muy claro a qui¨¦n sirvo y para qui¨¦n trabajo: mis compa?eros y compa?eras de profesi¨®n y, luego o igual, para los ciudadanos y ciudadanas de la Comunidad de Madrid. Ser¨ªa muy peligroso pensar que todos los directores art¨ªsticos tienen que obedecer a la ideolog¨ªa pol¨ªtica del partido que est¨¢ administrando en ese momento. Es un festival p¨²blico que estar¨¢ antes y despu¨¦s de quien ahora gobierna provisoriamente la comunidad. Estar¨¢ antes y despu¨¦s de mi persona.
P. Si el partido fuera Vox, ?dir¨ªa lo mismo?
R. Para m¨ª es impensable que un gobierno del partido que encabez¨® la decisi¨®n de censurarme me llame para un puesto de responsabilidad. En caso de que me llamara, imagino que al poco tiempo esa relaci¨®n saltar¨ªa por los aires.
P. ?Esa decisi¨®n le marcar¨¢ a ojos del espectador?
R. Veo la programaci¨®n, veo qui¨¦n ha trabajado en ese festival y cu¨¢l ha sido la respuesta de los espectadores. Y pido ser examinado por eso. Jam¨¢s ha habido ning¨²n tipo de injerencia, eso es una condici¨®n indispensable para m¨ª. Mi lealtad siempre ha estado con las compa?¨ªas, mis compa?eros y compa?eras, porque yo pertenezco al sector.
P. ?Est¨¢ mal visto abogar por el di¨¢logo, o solucionar diferencias, en un pa¨ªs tan crispado?
R. No hablo de equidistancia pero s¨ª de empat¨ªa, de la necesidad de contacto con la otredad. De poder tener conflictos de manera civilizada, pol¨ªtica, de sostener el di¨¢logo, la mirada. No todas las ideas son respetables. La gente tiene todo el derecho a expresarlas y t¨², todo el derecho a decir: ¡°Esta idea no es respetable¡±. Porque vulnera derechos humanos, la dignidad, porque multiplica el odio. Estamos perdiendo esa capacidad de encuentro. El di¨¢logo, aprender, son riesgos pero riesgos hermosos Si no hacemos m¨¢s que formar opiniones para tener el benepl¨¢cito, o una adscripci¨®n de aquellos que ya piensan como nosotros, ?en qu¨¦ nos convertimos? Debemos poder dialogar pol¨ªticamente con la gente, los hombres y mujeres, mis vecinos, que votan a Vox. Antes de votar a ese partido, ?qu¨¦ les ha pasado? ?Con los medios de comunicaci¨®n, con la educaci¨®n, con las condiciones en las que vive esta gente? ?Por qu¨¦ han llegado a votar a un discurso ue pretende tirarme a m¨ª a la basura? Ah¨ª est¨¢ el trabajo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.